jueves, 28 de febrero de 2008

El dedo de Dionisos

Existe una cosmogonía órfica que narra cómo un Dionisos niño se entretiene con sus juguetes: peonza, tabas... En un momento dado, las manos traviesas del dios-niño atrapan un espejo. Descubre entonces, sobre la superficie bruñida, algo que jamás antes había contemplado: su reflejo. Atraído por esa nueva imagen, dirige su dedo hacia ella. Al entrar en contacto con el cristal, éste se rompe. De los fragmentos resultantes nace el universo.

Como ya os habréis dado cuenta, la nueva imagen que he incorporado en la cabecera del blog representa de alguna manera este mito. Se trata de la representación en el plano complejo de la función f(z)=z^z. Una metáfora visual del modelo y su reflejo.

domingo, 24 de febrero de 2008

Web 2.0

He aquí un hermoso e inquietante vídeo capturado al albur de la navegación. No se lo pierdan. Pura retórica hipertextual.

jueves, 21 de febrero de 2008

Yo voy al primero, ¿y usted?


Llamemos E al espacio interior de un edificio, es decir al volumen que contienen las superficies exteriores, normalmente cerradas en forma prismática. Llamemos EH a la parte de este volumen habitable, es decir, al espacio delimitado por las paredes que configuran las habitaciones, pasillos, ascensores, etc. Denominemos, por último, E\EH al espacio interior no habitable, ese espacio encerrado en los conductos de ventilación, tuberías, hueco del ascensor, etc. Está claro que ese espacio intermedio posee una naturaleza siniestra, inhóspita (unheimlich, diríamos en alemán). Ese espacio es la mina de la que se abastecen tantas y tantas escenas de terror cinematográficas, tantas y tantas pesadillas. Es el espacio donde los monstruos acechan y rumian su amenaza. En No es país para viejos, los hombres que mueven los hilos del mal viven instalados en la planta de un edificio que excede el número de plantas que pueden contarse desde su exterior (un personaje manifiesta su asombro por ello). No es un piso fantasma. Esa planta forma parte del espacio E\EH. El misterio y el mal viven agazapados junto a nosotros, debajo de nuestra propia piel, al lado de nuestros pensamientos más altruistas.

jueves, 14 de febrero de 2008

Dalí, Cortázar, el metro y la paradoja de los gemelos




Ésta sería mi propuesta para los relojes que en los andenes del metro de Madrid indican el tiempo que queda para la llegada del próximo convoy. Efectivamente, uno siente que allí, a varios metros de profundidad bajo la superficie terrestre, el tiempo transcurre de otra manera, que dos minutos pueden convertirse en cuatro o cinco o veintisiete, que uno podría leer un capítulo de Guerra y Paz en ese minuto que indica la inminencia del paso de convoy. Si no se le hubiera ocurrido ya a Cortázar escribir un cuento (El perseguidor) reflejando esta inconmensurabilidad del tiempo psicológico y el físico en el escenario de una red de metro seguro que me atrevería a intentarlo. En definitiva, si quieren vivir una experiencia temporal digna de la teoría de la relatividad (imagino un experimento similar al famoso propuesto por Einstein y conocido como paradoja de "Los gemelos". Tómese un par de gemelos, baje uno al metro mientras el otro se queda en la superficie leyendo el periódico -por ejemplo-, controle el gemelo del metro el tiempo señalado hasta la próxima llegada del ídem, cuando lo vea aparecer por el túnel suba corriendo hasta la entrada donde aguardará su gemelo y pregúntele sin dilación el tiempo transcurrido. El gemelo de la superficie dirá: "cinco minutos". El gemelo que ha permanecido en el metro responderá: "ahí abajo sólo han pasado dos". Los dos gritarán al unísono: "ahí va") o, simplemente, que el tiempo les cunda, bájense al metro de Madrid. Ya les digo.

martes, 12 de febrero de 2008

Ehem

Ante el estupor causado en algunos lectores de este blog -y transmitido en algún caso personalmente- por el post anterior, tengo que decir (mínima captatio benevolentiae) que no se trata sino de un homenaje nada encubierto a Roberto Bolaño, en particular a la última página de su cuento Sevilla me mata, incluido en su libro -póstumo- El secreto del mal. Ahí nos regala Bolaño una estupenda visión de lo que sea la herencia literaria. Asimismo recomiendo para la correcta comprensión del post anteriormente citado la lectura del libro de Harold Bloom The anxiety of influence. Se impone, por tanto, una lectura (me da coraje tener que decir estas cosas) alegórica del texto. El literalismo es una de las facetas más extendidas del mal (quizás la peor; y de seguro la más aburrida). Por último, decir que entre la incorrección política y la incorrección literaria optaré siempre -qué duda cabe- por la primera.

viernes, 8 de febrero de 2008

The anxiety of influence

Tómese a los Parvulitos y reclúyaselos en una habitación acolchada. Al atravesar la puerta de entrada habrán podido leer en un cartel colgado del umbral la famosa frase de Kafka: "El lugar ideal para la escritura es una habitación subterránea, al fondo de un larguísimo pasillo; y en ella una única ventana atravesada de barrotes". Dentro de la habitación puede verse la ventana, demasiado alta como para que los Parvulitos la alcancen de puntillas. Del techo colgará una bombilla desnuda que ilumina la estancia con una luz macilenta. En un momento dado atravesará la puerta un hombre de complexión fuerte, alto, con un mostacho hirsuto que contrasta con una incipiente calvicie. Es el Maestro. Ante él los Parvulitos cuadrarán marcialmente sus botines. Frente a ellos, el Maestro los examinará, recorriendo la fila con la mirada de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Con parafernalia ritual, el Maestro aflojará su correa, liberará el botón de sus pantalones y los dejará caer hasta los tobillos. Después levantará una mano y, con el dedo extendido, distinguirá de entre la masa indiferente de Parvulitos a uno de ellos. El elegido dará un paso adelante, después otro. Entre temblores trufados de emoción, se allegará hasta el Maestro y se dejará tomar dócilmente de la mano. Observen y aprendan, serán las únicas palabras del Maestro. Y los pequeños puños se crisparán en su posición de firmes, disciplinados, mientras sus dientes blancos se hunden en los labios y paladean junto al sabor a regaliz el regusto amargo de la envidia.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Una alegría de vez en cuando...

La semana pasada, Joan de la Vega, poeta y editor de La Garúa, me dio la buena noticia. Me habían concedido el Premio de Poesía Joven La Garúa. Lo cual significa, básicamente, que habrá nuevo libro ("Acabado en diamante") en las librerías a finales de año. Os dejo un enlace por si estáis interesados en los detalles:

http://boards4.melodysoft.com/app?ID=chichimeca&msg=4806


Y aprovecho, de paso, para recomendar la estupenda revista oniria, dirigida por Raúl Quinto y María Salvador.

sábado, 2 de febrero de 2008

Warhol y el demiurgo




Ya hablé alguna vez de ese mito gnóstico según el cual el mundo se originó debido a un error en la copia de la palabra divina por parte de un torpe demiurgo. No hay que descartar, por tanto, las ventajas creativas del error. Las últimas investigaciones científicas parecen demostrar (no olvidar tomar esta palabra en su acepción metafórica) que el origen de nuestro universo estuvo motivado por una falta de simetría entre las partículas y las antipartículas que poblaban la sopa primordial e indiferenciada. A nadie extrañen las semejanzas entre las cosmogonías míticas y las "demostraciones" científicas. Warhol es una especie de demiurgo del arte contemporáneo. Recordemos esas series de serigrafías donde aparecen mínimas variantes del rostro de Marilyn o de Liz Taylor. ¿Son estas copias "errores" sucesivos a partir del "original"? La pregunta verdaderamente inquietante sería la siguiente: ¿Y si sólo existiesen las copias, si cada copia presupusiese una copia precedente? Entonces pueden ocurrir dos cosas. O bien una variante plástica del juego del teléfono roto, es decir, la caída (demiúrgica) en el ruido insignificante, en el caos formal, o bien la milagrosa convergencia hacia una forma definida, una imagen sublime que no puede explicarse a partir de los pasos sucesivos y previos que apuntan hacia ella. Según esta teoría, la verdadera Marilyn no es la que vemos en las fotografías o en sus películas, sino aquella que se nos aparece como proyección y último límite de las warholianas serigrafías.