domingo, 31 de enero de 2010

Rosebud

Se lleva discutiendo desde hace tiempo acerca de la pérdida de intimidad que propician las nuevas redes sociales: Facebook, Twenty, etc. En general, el tono a este respecto es de alarma. Puede resultar denigrante el uso de la propia imagen por parte de terceros con la intención de ridiculizarlo (así ha ocurrido, por ejemplo, con profesores capturados por los móviles en las aulas). Esto forma parte de uno de nuestros zeitgeist y que podría describirse como un ansia de visibilidad absoluta. Sin embargo, creo que poco a poco hemos de ir asumiendo que nuestra 'imagen', entendiendo por ello nuestra 'captura' a través de medios de reproducción tecnológica, representará cada vez menos nuestra intimidad, precisamente porque nada habrá más disponible -salvo excepciones- para la creciente comunidad de los internautas que dichas imágenes. Estoy convencido de que, como tantas otras cosas, la intimidad no corre el peligro de desaparecer sino que, sencillamente, se metamorfoseará. Es muy posible que lo que acabe constituyendo nuestra intimidad sea aquello menos espectacularizable, la parte de nuestra existencia menos susceptible de acabar reflejada en una imagen. Quizás siempre haya sido así y ahora tomemos mayor conciencia de ello. Habría que hacerse preguntas como ésta: ¿qué es más íntimo, nuestro blog o nuestro perfil de facebook? Lo íntimo sería aquello que nadie contaría en una biografía, aquello que nunca captaría una cámara, esos gestos y acontecimientos insignificantes que sin embargo son los que verdaderamente nos conforman. Esa bola de cristal que custodia una casa sobre la que cae la nieve.

15 comentarios:

José Almeida dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
José Almeida dijo...

Ese interés tuyo por la imagen desligada del yo te hace parir algunas de las mejores ideas de los cuentos de Atractores

Pero yo, como te he dicho varias veces, no puedo sino creer que esa idea es más artificio teórico que realidad constatable. No es un problema de que la imagen no represente nuestra intimidad, es que siempre los otros, al verla, reconstruirán nuestra realidad, nuestra intimidad, a partir de ella; y más allá de que sea cierto que habrá otros rasgos de nuestra personalidad menos espectaculares que intentaremos que no sean desvelados y serán el meollo de lo que entenderemos por intimidad, preveo multitud de "accidentes emocionales" y situaciones molestas provocadas por la utilización descontrolada de esas imágenes, que puede que no nos representen exactamente pero otros harán que las consecuencias de lo que allí se muestre sí las conozca nuestro yo real.

hautor dijo...

Quizás mi texto tenga un contenido más estético que práctico. De cualquier modo, en el momento en el que las imágenes son tan fácilmente manipulables a través de la postproducción, uno no puede confiar sin más, de manera acrítica, en aquello que ve. Sé que quizás ese momento no ha llegado, pero vaticino que en un futuro no demasiado lejano podremos pasar de la absoluta fascinación a un razonable escepticismo por la imagen.

José Almeida dijo...

Pues aún contradiciéndome en parte en mi argumento te tengo que dar la razón. De hecho hace un par de semanas tomando unas copas con amigos discutíamos precisamente sobre ello, sobre el valor de la imagen y su incapacidad de ser un una representación fiel de la realidad.

Lo curioso es que en el fondo nunca debió serlo, manipulaciones fotográficas han existido casi desde que los orígenes de su invención (el ejemplo que siempre utilizo es la sucesiva eliminación de antiguos camaradas de Stalin que aparecían en las fotografías primigenias de la revolución a medida que iban siendo purgados, por lo que dejaba de existir constancia gráfica de su existencia)

El siglo XX está contado a través de imágenes que aún siendo "falsas" se convirtieron en verdad por la asunción del paradigma visual por parte de la sociedad. Pero a día de hoy la fotografía deja de ser verdad para simplemente no ser, o ser virtual (o ser probabilidad de ser, un orbital vital). El siglo XXI se mostrará a la historia como una gran mentira,un enorme fake indescifrable.

El tránsito a ese "razonable escepticismo" (más que razonable, será traumático)es donde yo preveo que problemas de todo tipo surgirán

Marie-Ange dijo...

Buenas,
Voy a imprimir tu artículo porque estoy teniendo problemas donde trabajo...fíjate, por ahí vamos en mi centro (católico, no lo olvidamos). Y una pregunta, ¿tú has tenido problema con tu blog con repscto a tu "otro" oficio? Y si la respuesta es un sí, ¿cómo lo has resuelto? En cuanto a la imagen, no me molesta lo que pasa en la cabeza de los demás mientras sea imaginación.
Traeré mañana para mi súper reunión oficial un artículo en el que la religión cristiana se une con el arte...algo lo suficiente general para jugar con las cartas ajenas...enfin, tampoco me apetece jugar.
Bueno, esto es un comentario "post actum", ya veremos lo que pasa mañana...

hautor dijo...

Pues no, Marie-Ange, no hay ninguna incompatibilidad entre mis trabajos, afortunadamente. Quizás porque la mayoría de mis lectores no forman parte del gremio (creo, porque con esto de los blogs nunca se sabe). Suerte con ese trabajo.

Latika dijo...

La captura de nuestra imagen por otros nos puede resultar incómodo, obsceno o agradable, según nos planteemos la vida - y según nuestro grado de narcisismo o perversión (me refiero aquí incluso a cuerpos recortados etc). Lo alucinante es la propia y deliberada exhibición impúdica y narcisista que mucha gente hace de pequeños datos estúpidos de sus vidas: datos que no pueden ser, ni siquiera como experiencia, generalizables ni interesantes para el resto de los humanos. El exhibicionismo cargante de pequeños datos banales como "Hoy me dolía la cabeza mientras leía a Proust junto a la piscina" o "Incluyo fotos de mi váter con el paquete de compresas Ausonia bien visible en la cesta", es algo que al cabo de un ratito (mínimo) satura al más pintado. Una intimidad de todo a cien exhibida y convertida en fetiche de masas (¿masas?) para que otros la deglutan y la erupten poco después metiéndose un palillo en los dientes.
Un espanto. No sé si como dices la intimidad tendrá otras manifestaciones futuras. Para mí, lo que se ve ahora en muchísimos blogs pretenciosos y muy-pero-que-muy-posposposmodernos es sólo basura sin interés. Eso no es intimidad. La intimidad es algo mucho más valioso, inapresable en el fondo; aunque sólo nos importe a cada uno de nosotros y a nadie más. La intimidad de da elegidamente, no se devalúa en la red por su mera exposición ridícula.
FIN.
Y gracias!

hautor dijo...

Estoy de acuerdo contigo, Latika. Ahora cualquiera puede convertir su blog o su perfil de facebook en un pequeño reality donde mostrar sus miserias. Pero creo que eso siempre ha ocurrido (en formatos analógicos, digamos). Se trata, como siempre, de pasar por encima de ese ruido de fondo de farfullantes egos. Yo me refería más bien a obras donde ese ego se muestra, pero de manera, digamos, infraleve y netamente estética. Pienso (por quedarme en el terreno de la literatura) en 'Autorretrato' de Edouard Levé o 'Me acuerdo' de Joe Brainard, un par de ejemplos que yo considero magistrales de muestra de una intimidad que va más allá del morbo y de la superficialidad.

Un saludo.

PEPA dijo...

Los gremios es mejor no mezclarlos porque los asteriscos, aunque la mayoría de la gente no lo sepa, pueden indicar muchas más cosas que una simple llamada a una nota aclaratoria y estoy de acuerdo con lo que dice José Almeida las imágenes se interpretan a partir del código que cada uno posea y esto evidentemente dará lugar a los "accidentes emocionales" que menciona.

Códigos desconocidos: asteriscos y almohadillas, por ejemplo.

Un saludo hautor.

Latika dijo...

Soy Latika (BOX8). Gracias por tu aclaración a mi comentario. A pesar de ello sigo pensando que la imagen que uno proyecta y otros perciben (variable, a veces falsa, siempre mediatizada por un instrumento que hace de intermediario, llámese objetivo, pantalla, píxeles etc) no es la intimidad. Dudo incluso que sea siquiera un mero aspecto de ella, porque ¿qué es la intimidad? ¿Mostrar en un blog inane tu WC o tu cama deshecha? ¿Los sitios donde cagas o te masturbas? ¿Los zapatos que te pones? La intimidad de una persona es algo más, algo mucho más inapresable. ¿Cómo captar nuestros sueños?
Gracias.

hautor dijo...

El problema sea, quizás, cómo compartir cierta intimidad sin caer en el exhibicionismo ni el mal gusto. Una intimidad que los demás puedan atisbar y que al mismo tiempo siga perteneciéndonos sólo a nosotros. Esto sólo puede hacerse a través de un movimiento de ofrecimiento y -al mismo tiempo- de retirada.

Oche Zamora dijo...

Hay un artículo de César Moreno, titulado la Hechura del mundo, espacio massmediático y marginalidad de lo cotidiano escrito en los años 90. En ese artículo el autor apela también a Rosebud, como símbolo de ese espacio que jamás nos pueden quitar por mucho parezca que toda la esfera de la realidad está ocupada por lo mediático. No sé qué pensaría el autor ahora que lo privado se lleva al ágora del Facebook,por ejemplo. En el bar dónde trabajo a menudo las fiestas están documentadas fotográficamente. Es normal ver a que un tío no parar de echar fotos durante toda la noche, alrededor de 100 fotos en apenas cuatro horas. Luego se cuelgan en Facebook y uno puede asistir a su noche de fiesta. No sé cómo puede afectar eso a la identidad de las personas, pero que puede afectar es innegable.

hautor dijo...

Parece interesante el artículo que comentas, Oche. Y qué casual que César Moreno hable también de Rosebud al mismo respecto. Yo creo que siempre quedarán esos Rosebuds, gestos e instantes en apariencia inapreciables (precisamente los que no aparecen en las fotografías) y que secretamente sostienen los otros, más evidentes.

rstd dijo...

Le dejo unas palabras del último libro de Chus Pato, Secesión (no sé si entenderá bien el gallego pero que pereza traducirlo:
“Rexistro unha vexetación que non pretende ser autónoma do solo no que arraiga, árbores, plantas e flores non mercantilizadas. Matino na imposíbel significación do ser humano no mercado, na súa imposíbel identidade e en como todo intento de identidade se volve simulacro, cando menos para unha xeración que como a miña lembra estadios anteriores ao capital serodio; poida que para os máis novos a identidade sexa directamente o consumo e constituírse en mercadoría sexa non un simulacro senón unha auténtica significación. Escoito os paxaros, miro os gatos, anoto a configuración dos corpos dos e das nativas, (...)

hautor dijo...

"poida que para os máis novos a identidade sexa directamente o consumo e constituírse en mercadoría sexa non un simulacro senón unha auténtica significación"

Una frase para reflexionar, desde luego. Gracias por la cita de Chus.

Un saludo.