miércoles, 29 de mayo de 2013

Problemas de montaje

Dios eligió a su pueblo no por motivos soteriológicos sino meramente productivos. El ojo del amo engorda al caballo o, dicho de otro modo: el efecto Hawthorne. Los trabajadores vigilados producen más y mejor que los que campan sin un objetivo cerca. La religión es un sistema de vigilancia. Dios te ve, ergo haz más y mejores cosas y recibirás a cambio un paraíso. La ausencia de fe conduce a la incuria y la falta de eficacia. Un hombre sin dios vaga perdido y nihilista y, lo que es peor, no produce. Pero alguien encontró la solución, el remedio a las penas profetizadas por Nietzsche. Dios  murió, es cierto, pero lo suplen con magníficos resultados las cámaras de vigilancia. La conciencia es una cámara que apunta hacia nosotros mismos. El yo es un guardia jurado atribuido de uniforme y porra y, para paliar el aburrimiento, una manoseada revista pornográfica. Al guardia le gustaría que todas esas imágenes que salen en la pantalla formasen parte de una película (a ser posible famosa). Al guardia jurado le encantan las tramas, una enorme ballena blanca que da vueltas alrededor de un barco. Todo eso. El hecho es que entre esa imagen de una chica que lo mira en el metro y la del jefe que lo putea a diario solo cabe el salto mortal de la metáfora. Habría que ser un maestro del montaje, un Tarkovski o un Malick, como poco. Pero él, pobre, no es más que un guardia jurado. Y la pornografía es su único paraíso.

martes, 14 de mayo de 2013

Dos gintónics y un culo (diálogo platónico)


-Los lenguajes son los compresores de la realidad. Está el códec inglés y el códec español y el códec chino. Así los objetos y las situaciones y los paisajes pueden encontrarse en la forma .es .fr o .ch. Existen compresores estupendos capaces de detectar todos los detalles y matices de eso que llamamos realidad y otros no tan buenos. Creo sinceramente que el español está muy desactualizado, que el compresor .es toma la realidad y la comprime y al descomprimirla uno lo ve todo pixelado y confuso.

-…

-Creo que el inglés o el chino son idiomas óptimos en el sentido de que se amoldan a una realidad cambiante, se adaptan al flujo. Un idioma plagado de monosílabos es una garantía de éxito. Los vocablos polisílabos son estatuarios, son bloques verbales de un tamaño desmesurado para una realidad hecha de fragmentos diminutos y mutables. Los polisílabos estaban bien para un mundo plagado de galeones y palacios imperiales y miriñaques. Un polisílabo es una roca arrojada a un río, un obstáculo si lo que uno quiere es fluir con él. Más bien deberíamos usar barquitos de papel. El español se ha convertido en un idioma egipcio. El español es un idioma hecho de jeroglíficos. El español solo sirve para hablar de un mundo que ya no existe.

-Y bien, ¿qué propones?

-La subordinación ayuda a paliar la naturaleza obsoleta del español, al igual que los paréntesis y las acotaciones, pero no es suficiente. Pienso en la verbalización de los sustantivos, un recurso poco explotado en nuestra lengua. Pienso en vocablos probabilísticos que de acuerdo a las circunstancias puedan servir como verbo, sustantivo o, incluso, determinante. Observa esta mesa, por ejemplo.

-…

-Esta mesa quiere decirnos algo. Sirve de soporte a nuestros gintónics. Tiene cuatro patas, constituye un contexto importante para nuestra conversación.

-Sin duda.

-Esta mesa es un sistema. Y nosotros formamos parte de él. Quiero decir que parecemos estar rodeados de gente mientras permanecemos sentados ante esta mesa delante de un par de copas manteniendo una conversación aparentemente inteligente. Pero eso no es todo. Coge esta copa, por ejemplo. Eso es. Ahora dime qué es lo que sientes.

-La noto fría. Diría que es una copa fría.

-Es una afirmación, de acuerdo. Algo concluyente. Pero, ahora te pregunto, ¿resulta fría respecto a qué? ¿Si estuviésemos en el Polo Norte o en un Ice bar sentirías lo mismo? Piensa en el contexto. Tal vez en el Polo Norte esta copa te parecería cálida. Toda apreciación es relativa. Solo tiene sentido si usamos un elemento de comparación. ¿Has tocado el culo de una mujer? ¿Has tocado el culo de una mujer en otoño o en primavera?

-Desde luego.

-¿Y qué ocurrió? ¿Notaste su temperatura? ¿Dirías que su tacto era cálido?

-Bueno… Tal vez era más bien frío.

-Sigues olvidando el contexto. El culo te parecería frío en relación al resto de su piel. Tal vez su vientre era cálido, y sus brazos eran cálidos, y su cuello seguramente era cálido. Pero su culo estaba frío. ¿Estoy en lo cierto?

-Diría que así es.

-Algo que demuestra que nada es esencialmente atribuible si no es en relación a otra cosa. Por tanto, ¿no sería más exacto decir, en lugar de  'esta copa está fría'
 
, que su temperatura te recuerda a la del culo de una mujer en un día de primavera?

-Puede ser.

-Sin lugar a dudas. Y ahí hemos tropezado con un asunto importante. Hablo de la relación entre las cosas como la única verdad disponible. Hablo de la probabilidad de que una copa sea en realidad un culo, y viceversa. Estoy hablando de la poesía.
 
                                  

domingo, 5 de mayo de 2013

Un poema de Masa crítica, de Francisco Alba


Anónimo

 

Tu dirección me la dio un poeta. Te escribo porque me gustas mucho, sigo tu blog y leo tus poemas. Eres una niña moderna.

Si me contestas puede ser el comienzo de una hermosa amistad secreta y deportiva. Tengo que decirte que paso de los treinta y cinco pero no llego a los cien y que llevo la barba afeitada.

Añado que no soy guionista y que jamás manejé una cámara de vídeo. No soy zurdo. Pero he leído filosofía por un tubo. Yo seré tu John Donne.

Toda nación necesita la tumba de un cadáver anónimo sobre la que dejar flores y baba. Yo soy ese cadáver. Nosotros calentamos el café en la llama eterna de esa tumba ridícula. Apagaremos esa llama como Gulliver el incendio del palacio.

¿Te parece lógico que Venus obedezca a unas leyes matemáticas? Pero no te confundas, no estoy enamorado.

Porque en el fondo me eres indiferente y además ni siquiera me conoces. Tengo que ordenar mi soledad. Si me declararas tu amor, te rechazaría. Olvida estas palabras que nunca se dirigieron a ti. No me interesas.

Contéstame, anda.