martes, 23 de noviembre de 2010

El juego de los errores

Kike se pone especialmente nervioso en los supermercados. Recorre los pasillos y se detiene ante los stands donde se amontonan las mercancías. Le fascina la aglomeración de objetos idénticos. Sin ser consciente de ello le inquieta la reproducción de un mismo producto, algo que no tiene parangón en la naturaleza, salvo en el caso extraordinario de los gemelos. Los árboles de un bosque o los granos de arena no cuentan porque la proliferación tiene en este caso un objetivo claro: la configuración de un paisaje. Pero lo que ve Kike no es un paisaje, lo que ve Kike es la réplica serial, el instinto de copia gozosamente satisfecho, la intríngulis del arte moderno. Y a ello achaca su fascinación y su desconcierto. Lo que no sabe Kike es que su agitación interna y externa no se debe a la identidad sino a la diferencia, al infinitesimal matiz que separa a una lata de Coca Cola de la contigua, de una lata de sardinas de la que descansa sobre ella, un matiz que se resistiría al mayor experto en el juego de los errores. La suma de esos infinitesimales, de esos perceptos imperceptibles, como teorizara Leibniz, acaba congregándose en un acto, en un gesto involuntario, alevín que sortea la red de la conciencia. Kike, paciente agregado de mónadas, mueve los labios y canturrea frente al stand de fabada asturiana.



domingo, 21 de noviembre de 2010

The dreams you left behind

Esta semana conocí a Micah P. Hinson. Mis amigos saben que mi nivel de mitomanía es ínfimo. Suelo admirar muchísimo más a las obras que a los creadores que las han producido. Creo que nunca he hecho cola para que un escritor me firme un libro. Si un escritor quiere dedicarme un libro, pues bien, y si no, también. Pero siempre hay una primera vez. Micah P. Hinson no estaba encima de un escenario sino que presentaba un libro: "No voy a salir de aquí" (Alpha Decay). Me pareció un tipo estupendo. Su mujer estaba allí, sentada entre el público. Escondía su hermoso rostro bajo una bufanda gris que habría salvado del frío a media docena de soldados en la campaña napoleónica. De vez en cuando, sin embargo, bajaba la bufanda y ayudaba en las respuestas a Micah. Me fijé en sus mejillas coloradas y en lo feliz que parecía de estar allí acompañando a su marido. Micah también estaba contento. Micah tiene sentido del humor, aunque mi pésimo inglés me impidiera captar el sentido de muchas de sus palabras. Micah dijo que publicar un libro era mejor que cantar en un escenario. Yo no lo sé. Nunca he cantado en un escenario. Cuando cantaba lo hacía delante de unos pocos amigos, en el almacén abandonado de una carpintería. Pero me pareció sincero. Cuando llegó mi turno le dije que me alegraba de conocerle y que yo había escrito un relato titulado igual que uno de sus discos y que me habría gustado que me dedicara el libro donde estaba ese relato. Le hizo mucha ilusión eso, lo de que un español hubiese escrito un relato titulado The baby and the satellite. Escribió en su libreta el nombre de mi libro y prometió buscarlo al día siguiente. Naturalmente, me dedicó el suyo. Le di la mano a Micah y a su mujer. Me habría gustado decirle más cosas. Como por ejemplo que, exceptuando a Leonard Cohen, es el único cantautor (song writer, digamos) al que puedo escuchar. Ni siquiera al bueno de Dylan puedo aguantarle más de dos o tres canciones de corrido. Tampoco le dije que en mi relato una pandilla de japoneses se suicidan mientras escuchan su música. Ojalá me guste su libro tanto como esta canción.


martes, 16 de noviembre de 2010

Entrevista en Pliego Suelto

La estupenda y exigente revista digital de literatura Pliego Suelto publica en este número una entrevista que tiene en cuenta toda mi obra (tengo que felicitarlos, aunque sólo sea por la paciencia). Pueden leerla aquí.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Arte digital

La conferencia de ayer dentro del festival Eñe a cargo de Vicente Luis Mora (estimulante e inteligente, como siempre) acerca de cómo Google se puede convertir en una herramienta de creación (no sólo literaria) me trajo a la mente algunos proyectos de arte digital que me parecen particularmente interesantes y a los que hacía tiempo que no echaba un vistazo. Hablaré de dos de ellos.

Cory Arcangel es un programador norteamericano que usa la informática como medio artístico. La verdad es que me encantan los hackeados de juegos como el Super Mario o el F1 Racer Mod. A la nostalgia que siempre suscita el pixelado y la low tech se une cierta componente poética. El hecho de ver pasar las nubes por el cielo del videojuego o ver cómo transcurre el tiempo y el paisaje mientras se recorre una carretera vacía suscita en el espectador una emoción difícil de conseguir a través de cualquier otro medio artístico. Un remanso de paz en la vorágine de imágenes en que casi siempre acaba convertida la pantalla.





Otro proyecto que me parece interesante es el de los artistas Eva y Franco Mattes. Entre otros trabajos podemos encontrar sus Synthetic Performances, una recreación de algunas de las performamces más conocidas de la historia, con la peculiaridad de que dicha recreación tiene lugar en el universo de Second Life. Sólo se necesita un avatar para participar como actor/espectador dentro de dichas performances. Como ejemplo pueden echar un vistazo a la versión virtual de Imponderabilia, una performance realizada por Marina Abramovic en 1977. Más abajo incluyo un vídeo de la performance original. Mi recomendación es que vean al mismo tiempo estos dos últimos. La comparación resulta más que sorprendente.



sábado, 6 de noviembre de 2010

Nada es crucial


Aquí la reseña de Nada es crucial, de Pablo Gutiérrez.