lunes, 26 de mayo de 2008

Los datos y el alma

En relación con la lectura del siguiente post se me ocurren algunas cosas. Pensar, por ejemplo, los datos personales almacenados por ciertos servidores como una especie de sombra, de doppelgänger, de alma en manos de ciber-gurús que pueden someternos a su brujería. Efectivamente, la ley analógica que gobierna todo acto de magia admite un parangón en este caso. Imaginemos al hacker-gurú modificando nuestros datos (la lista de nuestro libros favoritos, obtenida a través de las compras realizadas en librerías), escribiendo "La sombra del viento" allá donde ponía "La carretera", por ejemplo. Y la consiguiente avalancha de e-mails enviados desde el servidor (ignorante del acto de hechicería) recomendando la compra de nuevos best-sellers. La lista de correo no deseado como único talismán del que echar mano.

jueves, 22 de mayo de 2008

Otra más

Otro día de suerte. Uno de esos días que debería marcar en el calendario. Ha sido en Colmenar de Oreja. Desconozco las coordenadas exactas, pero eran las 11:20. He encontrado otra pieza de puzzle. No sé si les he contado alguna vez que tengo un instinto (no me atrevo a llamarlo don) que me lleva a encontrar piezas de puzzle tiradas en el suelo. No sé si se han dado cuenta, pero el mundo está lleno de piezas de puzzle. Como la de hoy. Piezas solitarias, nunca dos o tres, ésas son las más codiciadas. Como la de hoy. Lo más extraño de la pieza de Colmenar (pues así pasará a denominarse a partir de hoy esta nueva pieza de mi colección) es que es una pieza en blanco, sin color, ni dibujo. La imagino como una pieza más de un puzzle, un puzzle de una página en blanco, así me gusta imaginarla. Un puzzle difícil, por tanto. El más difícil.

lunes, 19 de mayo de 2008

Autocensura

Hoy me gustaría hablar de las ideas mediocres. Aunque alguien siempre puede afirmar que no existen ideas mediocres sino tratamientos mediocres de dichas ideas, a mí eso siempre me pareció una coartada para la mediocridad, una madriguera para su refugio. Soy metafísico en ese sentido. Parto de un principio indiscutible, de un axioma impepinable: Existe la mediocridad. Y esta medicocridad tiene que ver con la autocensura. Lo mediocre está en relación con el contexto cultural en el que uno se desenvuelve, pero también guarda una componente personal. Lo que a mí me parece mediocre no tiene por qué parecérselo a mi vecino. Y eso está bien. Hoy, por ejemplo, se me ha ocurrido una idea mediocre que quiero compartir con ustedes. Es una imagen, un trailer, un corte publicitario. Se trata de Cristo en la cruz. La cámara asciende desde los pies del crucificado, recorre su anatomía atormentada, el rostro contraído de dolor y, más arriba, grabado en el madero, acaba mostrando una inscripción que dice lo siguiente: IKEA: REDECORA TU VIDA. Es un anuncio de cruces pera penitentes, ya saben, de esas que arrastran los nazarenos en número variable (proporcional a la cantidad de sus pecados, supongo) por las calles durante la Semana Santa.

¿Demasiado irreverente? No sé. La cosa es que no me convence. De momento, la destinaré a ese cajón donde guardo los fragmentos catalogados con el marchamo de autocensura (Mis documentos\censurados.doc). Así es que yo no les he contado nada.

martes, 13 de mayo de 2008

El juego de las ciber-analogías

El tiempo libre me permite lucubrar artefactos técnico-poéticos como el siguiente.

Tómese un dirección de IP, por ejemplo, la mía: 62.174.113.27, y conviértasela en coordenadas terrestres. El resultado es el siguiente:
62,174-113,27

Introdúzcanse entonces esas coordenadas en google-earth, y obténgase entonces esta imagen sorprendente, un lugar recóndito de las Yellowknife wetlands, en Canadá. Algo así como los pantanos que rodean al "Lago del esclavo":



Las coordenadas anteriores corresponden a latitud norte y longitud oeste. Basta con escribir
62,174+113,27
para cambiar la longitud oeste por la este. Entonces uno es transportado a un lugar si cabe más recóndito que el anterior, en plena Siberia rusa. Échenle un vistazo si acaso no me creen:



Lo que más me llama la atención es el carácter desértico y -sobre todo- fractal de ambas imágenes. Cerca del segundo, encuentro una mina de diamantes que se llama Paz (Mir, en ruso). Les dejo una imagen de la mina:





Descubro asombrado, enlazando por ahí, que el territorio de Yellowknife, en Canadá, es rico en minas de diamantes. He aquí una de las más importantes, la de Diavik:



Como ustedes podrán comprender, la cosa empieza a parecerme como poco esotérica.

No me digan que el invento no resulta interesante.

Prueben, prueben ustedes. Y ya me cuentan.

domingo, 11 de mayo de 2008

Humor vítreo




1839. Daguerre inventa la fotografía. A partir de entonces la imagen, que ya había alcanzado uno de sus apogeos en el renacimiento, impera en el mundo. Los objetos nos llegan cada vez más a través de una imagen, de una superficie. Los seres pierden una dimensión, por tanto, se aligeran en su deseo de escapar a la gravedad. La imagen puede servir, sin embargo, para mostrar lo que está tras ella, del mismo modo que el lenguaje ha servido desde sus inicios a los poetas para intentar mostrar lo que lo sustenta. Hacer que la imagen recupere su tercera dimensión, obligarla a transitar del simple indicio al símbolo. Como la famosa escena que da inicio a Un perro andaluz en la que la navaja corta el ojo haciendo aflorar el humor vítreo. Paso de la superficie al volumen. Rasgar el velo, el lienzo, el píxel.

jueves, 8 de mayo de 2008

Argumento para un best seller

El héroe busca la Atlántida. Ha encontrado un manuscrito secreto de un explorador que afirma que la antigua civilización prosigue su existencia bajo el casquete polar. Encuentra trabajo en una compañía petrolífera rusa. Viaja al Polo Norte. Realiza prospecciones. Está a punto de ser asesinado por los custodios del secreto, los descendientes de los atlantes. Descubre que el Polo está hueco. Debajo de la cubierta de hielo no hay petróleo. Está la Atlántida. Un mundo hecho de cristal. Firma un pacto con los atlantes. Podrá visitar la Atlántida si renuncia a regresar a la superficie. Recuerda a su amada (hay una amada). Duda. Derrama lágrimas. Acepta, finalmente. Accede a la ciudad. Entra en contacto con los atlantes. Son mujeres, parecidas a Paris Hilton. Humanos, aparentemente. Lo más extraordinario es que viven rodeados de Yorkshire, de docenas y docenas de simpáticos Yorkshire. Miles de Yorkshire, cada uno con un lacito rosa entre las orejas. No existe el sexo en la Atlántida. No se reproducen. No lo necesitan. Son inmortales. Los únicos que se reproducen son los Yorkshire. El héroe echa de menos a su amada. Quiere regresar a su mundo. Le gusta reproducirse. No puedes marcharte, le dicen. Desesperado, secuestra a uno de los Yorkshire. Amenaza con estrangularlo. Entonces, la atlante que más se parece a Paris Hilton negocia con nuestro héroe. De acuerdo, si no le hace daño al animal, podrá marcharse. El Yorkshire salva la vida. El héroe huye. Tras un largo periplo en medio del hielo, a punto de desfallecer, encuentra a otros hombres. Regresa a casa. Allí repite una y otra vez la misma frase: "he visto cosas que nunca creeríais". Efectivamente, nadie le cree.

FIN

martes, 6 de mayo de 2008

Banksy en el museo

Increíble, lo que es capaz de hacer este tipo. Verlo para creerlo.

domingo, 4 de mayo de 2008

Marcha atrás

Parece ser que el ministerio de defensa dará marcha atrás (elocuente expresión) y dejará que los militares tengan acceso a ciertas páginas deportivas y de ocio que la actual ministra (aunque quién sabe de dónde proceden estas órdenes) había recomendado restringir. La justificación para esta medida era -en principio- evitar el colapso de la red en determinados horarios. Pero, qué quieren que les diga, yo me acordé de una frase leída al desgaire a Fernando Sánchez Dragó -para que aprecien el nivel de mis lecturas- y que venía a decir (provocador que es él, you know) que "el socialismo es una secta del cristianismo". Y quizás (en esto) no le falte razón. A veces, entre tanta "medida social" y tanto velar por la salud física y moral del ciudadano, echo de menos a mi confesor. Privar a la tropa de esos momentos de asueto y relax no parece razonable. ¿A qué dedicarían los soldados todo el tiempo libre que ahora pasan consultando las páginas del Marca y del Interviú? ¿A engrasar sus Zetme? ¿A jugar a las tabas o al parchís? Miedo me da.