

Siempre me ha resultado inquietante el aspecto de las uñas de ese enorme pensador del siglo XX, de plena actualidad en el XXI, que es Gilles Deleuze. Sorprenden en medio de la pulcritud del ambiente académico esas uñas larguísimas que convierten la mano del filósofo casi en una garra. He oído y leído varias explicaciones al respeto, desde la filosófica (una evidencia del deseo de Deleuze de 'devenir' animal -animal filosófico-) hasta la médica (las yemas de los dedos de Deleuze eran hipersensibles. El contacto con cualquier objeto le causaba un dolor insoportable. Las uñas serían, por tanto, una manera de protegerse de ese mundo exterior que lo hacía sufrir a través del sentido del tacto, un sentido, por otra parte, que reivindicaba una y otra vez en su filosofía). Otra explicación que se me ocurre es que Deleuze fuese en realidad un vampiro, una criatura que no se reflejaba en el espejo. Un anhelo que Deleuze compartía con esa otra criatura vampírica que es Borges. Ambos rechazaban el doble. En ese caso yo ya soy uno de ellos (hace tiempo que me dejé morder por ambos hasta el tuétano). Esto es un aviso. Ándense con @jo.