Ya en la versión 1.0 de este blog había dedicado una entrada ("Investigaciones coprológicas") a fundamentar teóricamente (es un decir) la relación entre el arte y la mierda (con perdón). La cosa es más seria de lo que parece, y podría armarme con argumentos filosóficos como los que usa Zizek (eminente coprólogo), quien cree firmemente (y lacanianamente) que el arte no es sino el subterfugio del que se vale el ser humano para ocultar y sublimar la mierda (perdón, otra vez). Y ahora acabo de leer el único libro que pergeñó el ingenio de ese genio francés de la música que es Serge Gainsbourg, una novelita (cuento parabólico, lo llama él) que tiene por título "Evguénie Sokolov" y que narra las aventuras de un pintor (Evguénie) que descubre en la flatulencia el impulso definitivo para encaramarse al olimpo del arte. Lo dicho no es una metáfora. Los pedos (perdón, perdón) de Evguénie son de una potencia capaz de propulsar al pintor y, con él, el pincel que sostiene apoyado en el lienzo. Evguénie pasa a ser así el creador de un nuevo género pictórico, el "gasograma". Los gasogramas de Evguénie se venden como rosquillas; y bajo la originalísima etiqueta crítica de "hiperabstracción" soportan la disputa de galeristas y coleccionistas de arte.
Les dejo con un fragmento de la nouvelle, para que compartan mi fascinación por el personaje:
"Aquella tarde acepté por primera vez dejar que se acercase un periodista. Lo hice a causa del ruido que reinaba en la plaza y que disfrazaría durante la entrevista, pensaba, el de mis flatulencias, que habían pasado a ser cada vez menos controlables. Pero las preguntas del americano, enviado por la N.B.C., Nacional Broadcasting Corporation, querían ser insidiosas, del tipo, Sokolov, what is your political position about art. Exasperado por sus agresiones, inquieto además por la lámpara flood del cameraman, me las arreglé primero con frases lacónicas enunciadas con voz áspera, fingiendo que apenas me interesaba saber si tenía alguna influencia sobre el arte contemporáneo, yes of course, conocía los trabajos suicidas de Schasberg, Krantz, Gulenmaster, Högenolf, Wogel y otros payasos, no, no apreciaba demasiado su estilo, pero, cuando intentó acorralarme con preguntas más pérfidas, me di cuenta de que los invitados se habían callado, fascinados por el tono arisco de mis respuestas. Sintiéndome perdido en el silencio ahora total, tomé un aire glacial, mister intelectual, le dije, about my painting, let me just say this, y arrancándole el micrófono me lo llevo con un gesto vivo a los bajos, de donde extraje una ventosidad de tal densidad, que sentí las heces resbalarme por las piernas. Los testigos retrocedieron, asfixiados por el olor, mientras cerca de la cámara el ingeniero de sonido, la aguja de su vumetro seguramente bloqueda en más de tres decibelios, se tambaleaba ante el impacto de aquel gas inyectado directamente en su cerebro por los auriculares de control."
Fantástico, ¿verdad?
Un saludo. Y mucha mierda (glubs).
2 comentarios:
Si me permites, voy a sumarme a tu fantástico gabinete de asuntos coprológicos con las siguientes aportaciones:
http://ibrahim-berlin.blogspot.com/2008/01/autntica-buena-mierda-negro.html
(especial atención a Burroughs: insuperable como casi siempre)
También añadiría el sonoro "No hagan mierda" de 'La luz nueva', que suena casi a manifiesto, y, finalmente, el cuento de Foster Wallace "El canal del sufrimiento" (con severos paralelismos temáticos con la obra de Gainsbourg: un periodista se dispone a hacer un reportaje sobre un escultor con "inimaginables prodigios anatómicos", tal como reza la contraportada, "que permiten crear cotizadas miniaturas"):
—Estás interpretando esto como una discusión sobre ti y sobre mí. De lo que estamos hablando aquí es de mierda. Excrementos. Mierda humana. Es muy simple: Style no publica artículos sobre mierda humana.
—Pero también es arte.
—Pero también es mierda. Y ya te estamos mandando a Chicago para otra cosa que te estamos dejando investigar porque me la vendiste y que también es poco clára en términos de las cosas que podemos hacer. Corrígeme si me equivoco.
Gracias por tus inestimables aportaciones, Ibrahím. Conocía el relato de Wallace y, es cierto, los paralelismos estructurales son asombrosos. No me extrañaría que el bueno de Foster conociera el cuento parabólico de Gainsbourg y le haya dado una vuelta de tuerca. O a lo mejor es simple poligénesis. Con la mierda pueden pasar estas cosas.
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