Les confieso algo. Cada vez que recibo una llamada telefónica o soy abordado en plena calle con la -en apariencia inocua- excusa de someterme a algún tipo de encuesta, respondo invariablemente: "preferiría no ser encuestado". La verdad es que no cuesta nada, tan sólo soportar por unos segundos la mirada -o el silencio- atónitos del interlocutor. Algo que puede llegar a ser divertido. Es un gesto sencillo, pero de una enorme repercusión (a)social y política.
¿Nunca han soñado con convertirse en apóstatas de la fe estadística, de la ley de los grandes números y de la distribución normal?
Cierren los ojos e imaginen a las multinacionales, a los gobiernos y a sus tentáculos ("observatorios", creo que les llaman ahora) ayunos de datos.
Imagínenlo.
4 comentarios:
imaginar eso oscila entre la utopía y el koan zen
¿Qué opinaría Bartebly al respecto?
Pues Bartleby estaría muy de acuerdo, claro. Aunque, quizás, preferiría no estarlo.
Absolutamente preferiría no ser encuestado, aunque a veces me dejo. Y miento, todo lo que la ocasión me lo permite.
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