En medio de la polémica gastronómica a la que ni siquiera el presidente del gobierno parece sustraerse, dejo aquí una idea por si algún emprendedor tiene en mente inaugurar un restaurante. Creo que sería de lo más "in", mucho más que aquellos locales en los que uno come tumbado sobre una esterilla. Dónde va a parar.
Les cuento.
La cosa sería un lugar diáfano -rollo loft-, y bien iluminado. La comida se serviría en comederos para una (gamellas), dos o más personas. El cliente debería ponerse a cuatro patas y abastecerse de las viandas con la sola ayuda de su boca. La comida sería de primera calidad. Nada de tostas ni pinchitos de tortilla. Pienso en deliciosos maki-noris, lasañas de pato, croquetas de langostinos y algas, espuma de berberechos, etc. La bodega sería amplia, variada y sofisticada. Los vinos se servirían en bebederos alojados junto a los comederos. En lugar de servilletas, el restaurante proporcionaría alfileres para sujetar las corbatas a la espalda y gorritos para evitar que el pelo acabe entremezclándose con los exquisitos manjares. No creo equivocarme si digo que en poco tiempo las listas de espera se equipararían con las del Bulli.
Pónganme el primero de la lista.
2 comentarios:
No sé si usted recordará entre esas noticias curiosas que ponen fin al telediario aquel restaurante que servía a sus clientes en la más absoluta oscuridad o aquél que ofrecía repentinos terremotos. Una experiencia.
Su idea tiene futuro. Doy por sentado que puedo ir a cenar a su restaurante con mi perro.
Se admiten mascotas, sí. Lo que no sé es si ellas disfrutarán compartiendo su comedero.
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