Ayer estuve en ARCO. Reconozco que era mi primera vez. ARCO es sorprendente. A mí me sorprendió. Es como un sueño, donde uno está rodeado todo el tiempo de obras de arte. Como hacerse diminuto e introducirse en una extraña casa de muñecas. La típica pregunta que a uno le hacen y que uno se hace después de salir de la Feria es... ¿Y qué tal? A uno la dan ganas de responder(se) eso tan francés de c'est mal posée la question. Es como si tras el último suspiro uno tuviese que responder un cuestionario (me imagino a San Pedro como uno de esos banners con patas que pululan por la calle Preciados y que te asaltan con la intención de que respondas a alguna pregunta o de que ingreses en cualquier asociación) acerca del grado de satisfacción durante nuestro paso por la existencia. Pues que hubo de todo, oiga. Bueno y malo. Cosas sorprendentes y otras tan convencionales como un ladrillo del nueve. Eso sí, vi a Tita Cervera (que se paseaba entre las obras de arte como yo entre los estantes del DIA), vi a las azafatas del pabellón de El País (de lo más hermoso de la Feria, las azafatas, digo), vi salas VIPS donde sólo podías entrar si mostrabas un pedigrí en forma de acreditación. Tomamos una cerveza en la cafetería del pabellón ocho (¿o era el seis?) y allí, mientras hacía negocios, mi amigo Jorge levantaba de vez en cuando su cerveza y brindaba a voz en grito: "por vosotros, caraduras". Algún galerista o artista levantaba entonces su rostro por un momento del café o del sándwich mixto y miraba la escena, intentando no darse por aludido. Fue entonces cuando cogí el folleto de Performing Mango y lo tiré a la papelera. Aparte de la performance de Jorge lo que más me gustó (o lo más memorable, hasta este momento), fueron las obras de Ori Gersht. El tipo, fotógrafo y videoartista, hace cosas como éstas. Una perfecta mezcla de tradición y contemporaneidad. Un juego de anacronismos que a mí, lo reconozco, siempre me pone mucho.
2 comentarios:
ARCO es un mundo, sí, y qué difícil es salirse de la cita y el intertexto: este artista que destacas, y que tiene muy buena pinta, parece uno más (a lo Bill Viola o a lo ¡Picasso!) que actúa sobre el arte tardicional y sus símbolos, en fin, un arte de meros "comentaristas"... aunque a mí me gustan , vamos.
Sí, eso que mencionas es cierto, Raúl. Bill Viola arriesga más en su obra que lo que conozco de Ori Gersht. Escapar de la dinámica del 'comentario'. Pero... ¿hay algo que no sean -más o menos- comentarios? Supongo que, como en todo, el secreto está en guardar un mesurado equilibrio.
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