jueves, 22 de diciembre de 2011
Listas en el caos
sábado, 26 de noviembre de 2011
Superposición coherente
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El monje se encierra en su celda. Se arrodilla. Confiesa íntimamente sus pecados. Lleva días rumiando una decisión, una decisión importante, tal vez la más importante de su vida. Ha pensado en los pros y los contras. Dios y el diablo se reparten equitativamente el triunfo de una u otra opción sin que el monje sepa con exactitud qué elección corresponde a cada uno ni en qué manos acabará disponiendo su alma. Los muros de la celda son de piedra. El monje eligió la celda de castigo por voluntad propia, un tabuco sin ventanas a cuyas paredes ha quedado adosado el humo de cientos de velas que iluminaron la vigilia de tantos pecadores. El monje ha recorrido todas las posibilidades lógicas, ha convertido su decisión, no en un laberinto, sino en un árbol cuyas ramas se bifurcan hasta el infinito, ese árbol constituyendo en sí mismo una imagen consistente de la divinidad. Nadie puede sorprenderlo en su celda. Él mismo pidió la llave y cerró la puerta por dentro. Fuera quedaron sus años de estudio, su pasado y la exigua felicidad que consintieron sus días. Sus lecturas. Solo Dios puede ayudarle a tomar esa decisión, a decantar la balanza hacia el lado adecuado. Como el ojo de la cerradura taladrado en la puerta, debe existir, piensa el monje, un orificio en el éter a través del cual no solo la escena que él protagoniza sino el drama íntimo de su alma resulte visible. Una puerta que solo dios es capaz de abrir. El monje espera que Dios se asome a ese orificio y decante con su visión la incertidumbre que le corroe y lo desespera.
La computación cuántica se basa en el hecho de que una partícula subatómica puede estar en dos estados simultáneamente (un fenómeno conocido como superposición coherente). Así un electrón puede estar en un estado 0 y 1 al mismo tiempo. De este modo ocho electrones podrán ofrecer dos elevado a ocho resultados distintos a un observador. La dificultad de la computación cuántica estriba en dos extremos. El primero de ellos consiste en introducir un input que inicie el proceso computacional. El segundo reside en aislar el sistema de modo que ninguna interferencia externa produzca el colapso y ofrezca de este modo un resultado distinto al pretendido por el observador. Dicho observador desempeña la función de un operador que certifica el output, un output dentro de un conjunto de posibilidades múltiples. En consecuencia, la computación cuántica dista de ofrecer un resultado -output- unívoco a un input, por lo que su aplicación se limitaría a casos en los que la computación serial resulta ineficiente. El objetivo de la computación cuántica es la identificación de posibilidades dentro de un conjunto múltiple, algo similar a lo que ocurre con el cerebro de los seres humanos. En el cerebro el pensamiento transcurre en paralelo a través de diversos circuitos neuronales. La decisión final (el colapso del sistema) se produce en todo caso por selección dentro de un conjunto amplísimo de posibilidades, atendiendo a criterios tales como la coherencia y la supervivencia del propio organismo.
lunes, 14 de noviembre de 2011
El cielo de Pekín
El cielo de Pekín es la primera novela de Miguel Espigado. Hay un peligro evidente en toda primera novela, peligro que se ve acrecentado si esa primera novela viene de la mano de alguien que ejerce (aunque sea muy bien, como es el caso de Espigado) la crítica literaria. Y ese peligro es el de introducir en las pocas o muchas páginas de la novela lo –siempre mucho- que uno sabe sobre literatura, algo así como mamá, mira lo que hago, y eso. No es el caso. Desde ya les aseguro que Miguel Espigado ha sabido sortear esta Caribdis y que el lector no se ve abrumado por pirotecnias ni alardes injustificados, que cada línea de esta novela está sujeta al aliento que anima el conjunto. Un conjunto fragmentado necesariamente puesto que son varias las historias que corren paralelas aunque al final concurran, pero eso es lo de menos, la concurrencia, digo, pues igual nuestro universo es hiperbólico y las paralelas no solo no se encuentran sino que por un punto exterior a un personaje transcurren infinitos.
Aparecen en El cielo de Pekín personajes occidentales (un marine, un profesor de español…) y alguno chino (Li Zheng, Yiyang…), residentes todos en Pekín, la capital de un estado que es una especie de Leviatán capaz de devorar con igual avidez e indiferencia la intimidad y la democracia. Me recordó en ocasiones esta novela a Piongyang, la historia gráfica de Guy Delisle. Como en la obra de Delisle hay una mirada crítica occidental a un estado totalitario. Me parece más complejo sin embargo el trabajo de Espigado. Hay un retrato del shock cultural y del adoctrinamiento, pero también una diversidad de personajes que señalan salidas posibles –aunque sean desesperadas- a un ambiente opresivo y apocalíptico.
Miguel Espigado describe y escribe bien, muy bien de hecho, sin privarse de algo tan importante como es el sentido del humor y la poesía (una poesía hecha de imágenes bellas, la única que conozco). Podemos reconocer algún guiño a la obra de Agustín Fernández Mallo, no solo por la estructura fragmentada sino por alguna imagen que parece sacada directamente del autor de la saga Nocilla (“preguntándose dónde acababa la carne y dónde comenzaba el photoshop” –cito de memoria-). Pero no hablamos de un epígono, ni mucho menos. Espigado toma de aquí y allá lo que le interesa y sigue su camino, un camino singular que termina por no parecerse a nada salvo a sí mismo. Hay guiños cinematográficos, guiños al cómic, pero, como decían los sabios griegos, nada de ello en exceso. Me gustaron todas las historias, me divertí con casi todas. Creo que el personaje del artista Li Zheng tiene algo de memorable. No acabaré diciendo eso tan manido de que en esta novela encontramos a un autor en ciernes que augura futuras obras de mayor cuajo. El cielo de Pekín no necesita verse refrendada por una obra siguiente, aunque, visto lo visto, es muy posible que así ocurra.
sábado, 12 de noviembre de 2011
El vigésimo séptimo libro
En literatura, cuanto más adule el escritor al lector con su pelo sucio, hirsuto, graso, aburrido y a raya, más querrá este leerlo, correrá a comprarlo por miles de ejemplares y lo repasará como un talismán de mediocridad fraternal. Houellebecq mismo me lo había explicado una vez:
-Si quieres tener lectores, ¡ponte a su nivel! Haz de ti un personaje tan plano, borroso, mediocre, feo y vergonzoso como ellos. Ese es el secreto, Marc-Édouard. Quieres elevar demasiado al lector sobre la tierra, transportarlo al cielo de tu loco amor por la vida y por los hombres. Eso les acompleja. Eso les humilla y por tanto te evitan, te rechazan, y acaban por despreciarte y odiarte.
Michel tenía razón. Un best seller siempre tiene razón.
Decir que vivíamos en el 103, calle de la Convención, Michel y yo… Cada uno en un piso, frente a frente. ¡Teníamos la misma dirección! Ha cambiado de nombre desde entonces. Si viviera todavía allí, Houllebecq viviría en “14, calle Oscar-Roty”. No se sabe apenas quién era Oscar Roty… En las monedas de un franco fue él quien grabó al sembrador con gesto elegante, vestido con traje de baile en los campos con el sol ocultándose. Si uno se acerca la moneda a los ojos, puede verse su firma: O. Roty. Guardo una de recuerdo. Es sin dudarlo con una moneda de Oscar Roty que el Destino ha jugado nuestra suerte: “cruz, es Michel quien tendrá éxito. Cara, es Marc-Édouard…” Nada ha cambiado aquí, Michel. El patio sigue siendo triste y gris, a veces beige. Con un poco más de vegetación y unas cuantas palomas menos. Desde mi casa miro tu ventana. Tu ex-ventana. Yo vivo en la primera planta, tú lo hacías en la quinta. Ya entonces me sobrepasabas. Una pareja ocupó tu apartamento, una pareja como esas que sueles detestar en tus libros. El balcón está vacío y la luz se apaga temprano, no como en tu época. Acuérdate, Michel, que eras el último en apagar la lámpara antes de dormir… ¿Cómo habría podido yo imaginar que todo lo que escribiera (miles de páginas) no serviría para nada y que tú, por la tarde, volviendo a casa, reflexionarías sobre una o dos frases para anotarlas el fin de semana siguiente, y que eso bastaría para hacer de ti “el mayor escritor contemporáneo”?
(Le Vingt-Septième Livre, Marc-Édouard Nabe, traducción de Javier Moreno)
miércoles, 26 de octubre de 2011
Una película griega
miércoles, 28 de septiembre de 2011
La poesía y el fútbol explicados a los niños
Qué es poesía. O qué es literatura. O qué hace que una jugada de fútbol sea mágica. Las tres cosas tienen que ver con algo en común, con la violación de un axioma perceptivo y, como todos los axiomas, indemostrable: el tiempo real.
¿Qué dura un instante? Podría responderse con una obviedad, que el instante dura lo que dura. Pero así no vamos a ninguna parte, no pasamos de la quinta línea de esta entrada. Esto no es el Twitter. Sería un fraude. Un instante está hecho de contracciones, como el parto. El yo flota habitualmente en el tiempo. Podríamos decir que ‘se deja llevar’. Cuando nos dejamos llevar es cuando a las siete de la mañana tomamos la barra de pan y luego el cuchillo y cortamos dos rebanadas y las metemos en el tostador y esperamos un par de minutos durante los cuales abrimos el frigo y cogemos la leche y… No sigo. Esto no es literatura. Ya se han dado cuenta. Eso es el ‘tiempo real’. Lo mismo da prepararse el desayuno que diseñar una planta embotelladora. Lo que hace que surja la chispa del arte es cuando el tiempo, la duración del instante, se demora, pareciendo al espectador, al lector, que la acción se alarga más allá de lo previsible produciendo un excedente en forma de asombro. Es como meter más tiempo en el tiempo, que es lo mismo que decir que el tiempo acaba convertido en espacio. Parece un eslogan publicitario. Pero funciona. Y ello se consigue contrayendo instantes, acumulando gestos en un solo gesto, imágenes en una frase. El artista, cualquiera que sea su dominio, funciona por acumulación, de manera que el contenido de su arte puede derivarse dos, tres, cuatro veces. Messi es capaz de realizar en un segundo lo que ningún otro jugador. Un buen poeta es capaz en dos versos de subvertir la aparente linealidad del lenguaje. Ambos son como uno de esos insectos capaces de acumular en sus dos días de vida experiencias suficientes para redactar una extensa biografía si la naturaleza les hubiese dotado con el don de la escritura. Entre tomar el pan y acercarle el cuchillo para cortar la rebanada la mosca que sobrevuela el espacio de la cocina ha detectado al menos una docena de sustancias comestibles, su pequeño cuerpo se ha desplazado siguiendo el dibujo de una espiral y en su minúsculo cerebro ha cobrado fuerza la idea de que su supervivencia depende de su capacidad para esquivarnos.
Zito, el Mago (Miroslav Holub)
Para divertir a su majestad real, él podrá cambiar el agua
en vino.
Ranas en lacayos. Escarabajos en mayordomos. Y hacer un ministro de una rata. Se inclina y de la punta de sus
dedos nacen malvas, y un pájaro parlanchín se posa en
su hombro.
Ahí.
Inventa algo diferente, exige su majestad real. Piensa en una estrella negra. Así, él inventa una estrella negra. Inventa agua seca. Y él inventa el agua seca. Piensa en un río atado con banda de paja. Y así lo hace.
Ahí.
Entonces llega un estudiante y dice: inventa un seno de alfa más grande que uno.
Y Zito se torna pálido y triste: Lo lamento terriblemente. El seno está entre más uno y menos uno. No se puede hacer nada al respecto. Y deja el gran imperio real, toma su camino en silencio a través de la multitud
de cortesanos, hacia su hogar en una
cáscara de nuez.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Novela blanca
El bien y la felicidad no requieren justificación. Es conocido el díctum de que con los buenos sentimientos no puede hacerse buena literatura. Y es cierto. A nadie se le ocurriría intentar novelar la cadena de actos que conducen a alguien a adoptar un perro desahuciado (salvo que dicha adopción constituyera un acto de redención). Ningún escritor en su sano juicio hallaría en el acto de regalar una flor a una enamorada un motivo para componer una novela de quinientas páginas (¿por qué lo hizo, qué le condujo hasta ahí?, etc). Es el mal el que pone en marcha el mecanismo de lo narrativo, con su cadena de preguntas a las que se busca dar respuesta. Al mal se le buscan las causas, nunca al bien. Esto es lo que hace que la gente lea novela negra y que no haya ningún género llamado ‘novela blanca’, aunque ahí va la idea por si a alguien se le ocurre algo interesante con ello.
Leí hace poco la novela El adversario, de Emmanuel Carrère, una novela que recuerda ciertamente a A sangre fría, de Truman Capote. Lo que me interesa de ambas novelas no es el género documental, la investigación –acerca del- criminal sobrevenida literatura sino el hecho de que el criminal entienda de un modo más o menos consciente que el escritor puede redimirle de su crimen. Y no hablo de una redención ultramundana, sino la única redención a la que podemos aspirar, la de un relato coherente del que seamos protagonistas, el de nuestra vida. Hace poco leí en la magnífica novela de Houellebecq El mapa y el territorio una justificación en boca del autor para optar por el enterramiento y no por la incineración. El argumento venía a ser que el hombre es un ser que aspira a un destino singular que lo aleja definitivamente de la naturaleza. La lápida vendría a ser entonces la carta de ajuste de la historia de una vida. Pues algo parecido pasa con Emmanuel Carrère en relación a su persona(je) Jean-Claude Romand, un criminal capaz de acabar con la vida de su mujer, hijos y padres, un hombre capaz de engañar durante años a sus familiares y amigos haciéndose pasar por quien no era en realidad. Lo apasionante de la propuesta de Carrère es que la escritura del libro se propone desde el inicio como un pacto a través del cual Jean-Claude Romand podrá acceder a las claves de su vida, es decir, llegar a conocerse a sí mismo a través de la escritura de Carrère:
Cuando le pedía detalles sobre su vida en la cárcel, tampoco era más concreto. Me daba la impresión de que no se interesaba por la realidad, sino solamente por el sentido que se oculta detrás de ella, y de que interpretaba como un signo todo lo que le sucedía, en especial mi intervención en su vida. Se declaraba convencido «de que la forma de ver que un escritor tiene de esta tragedia puede completar y trascender ampliamente otras visiones, más reductoras, como las de la psiquiatría u otras ciencias humanas», y porfiaba en persuadirme y persuadirse de que «toda recuperación narcisista» estaba «lejos de su pensamiento (al menos consciente)». Entendí que contaba más conmigo que con los psiquiatras para hacerle inteligible su propia historia, y más que con los abogados para hacerla comprensible al mundo. Esta responsabilidad me aterraba, pero no era él quien había venido en mi busca, yo había dado el primer paso y consideré que debía atenerme a las consecuencias.
Siempre me ha interesado la idea de que el crimen y la narración están –para lo bueno y para lo malo- estrechamente relacionados. Dejando a un lado el hecho evidente de que la retórica estuvo vinculada al inicio (hablo de Grecia y Roma) con la práctica forense, estoy convencido de que en toda trama se esconde una historia de redención ante algún crimen (explícito o no), un crimen que se ejecutó, que se realiza ante los ojos del lector o que se prepara para un futuro. La trama argumental se soporta en una lógica causal que guarda parangón con la investigación criminológica (¿por qué, para qué, con qué medios?). Ante ello siempre he dejado clara mi postura, mi apuesta por la inocencia de todo acontecer y, por tanto, la imposibilidad de redención. La trama argumental no es probablemente sino una estructura heredada de la tradición judeocristiana. Qué le vamos a hacer, soy un pagano. A todo esto la novela de Carrère merece mucho la pena.
lunes, 19 de septiembre de 2011
La tasa Moreno
viernes, 16 de septiembre de 2011
Aviso
Nos gustaría recordar a los clientes que EL ÁRBOL DE LA VIDA es una película única, visionaria y profundamente filosófica dentro del ámbito del cine de autor. No sigue una aproximación narrativa lineal al modo tradicional. Animamos a los clientes a leer acerca de la película antes de optar por verla, y para aquellos que decidan hacerlo, por favor, háganlo con mente abierta y conscientes de que los cines Avon no siguen ninguna POLÍTICA DE DEVOLUCIÓN una vez pagado el tíquet para ver la película.
jueves, 8 de septiembre de 2011
El árbol de la vida
martes, 6 de septiembre de 2011
viernes, 2 de septiembre de 2011
Cameo Coconut con Telesketch
martes, 30 de agosto de 2011
Doppelgänger Gang Bang
sábado, 20 de agosto de 2011
JMG encuentra a JMJ
Hoy he asistido a un acontecimiento extraordinario. He visto a uno de esos jóvenes seguidores del Papa… solo. Si algo me ha quedado claro estos pocos (pero largos) días de peregrinaje por mi barrio es que estos jóvenes se mueven en grupos, preferentemente bajo alguna insignia o símbolo (banderas, sobre todo) que identifica su procedencia. La creencia es una cosa de masas, nadie inventa una religión para uno mismo y los santos y los dioses buscan en la religión una forma de hacer amigos. Y lo consiguen, aunque sea a título póstumo. Pues, como decía, he visto a un integrante de la JMJ solo, sin nada que permitiese averiguar su lugar de origen. Mientras tanto sonaban las aspas del omnipresente helicóptero que martiriza (término muy apropiado) a los ciudadanos de Madrid (he fantaseado, confieso, con derribar ese helicóptero unas cuantas veces). Daba pena, el chaval. Igual venía de Londres o de Albacete y había perdido la brújula del kit de peregrino, trucada para que el norte señale a Cuatro Vientos (un nombre que ya es en sí mismo una brújula). He imaginado que el helicóptero andaba a la búsqueda de la oveja descarriada. Se perdió a la salida del kebab, tardó demasiado en el baño... No sé. Me dieron ganas de preguntarle oye, qué haces solo como un lector o un onanista o un anacoreta, o todo ello junto, en este portal de la calle Embajadores. Aunque quizás era un desertor, alguien que medita y pone en duda sus convicciones o, peor, un conspirador. No sé pero me suscitó ternura. Y es que los hombres solitarios casi siempre suscitan ternura.
martes, 12 de julio de 2011
Encuentros con Alma
http://juegodelasdecapitaciones.blogspot.com/2011/07/alma-de-javier-moreno.html
domingo, 26 de junio de 2011
Butes, de Pascal Quignard
lunes, 13 de junio de 2011
Rómulos y Remos
miércoles, 8 de junio de 2011
Una recomendación
domingo, 5 de junio de 2011
El balcón I
jueves, 2 de junio de 2011
Cadenas de búsqueda
amor
Aproximadamente 593.000.000 resultados (0,09 segundos)
muerte
Aproximadamente 170.000.000 resultados (0,08 segundos)
¡Oh, muerte!, ¿dónde está tu victoria?
Aproximadamente 3.150 resultados (0,06 segundos)
lunes, 30 de mayo de 2011
Firma en la FLM
Este sábado día 4 a partir de las seis y media de la tarde estaré firmando ejemplares de Alma en la caseta de Lengua de Trapo, es decir, en la número 339, junto a la entrada de O'Donnell (O'Donnell es un nombre que me gusta mucho. Debería haber más calles con ese nombre). Se agradecerá la presencia y el saludo. No hay por qué comprar el libro. Ningún libro. También se puede dar de comer a las ardillas de El Retiro (sigue habiendo ardillas en El Retiro?).
sábado, 21 de mayo de 2011
'Alma' en CTRL+ALT+SUPR
jueves, 19 de mayo de 2011
Seamos jacobinos
jueves, 12 de mayo de 2011
Presentaciones
Este viernes 13 presentaré mi última novela Alma en el centro cultural La Azotea, de Murcia, a las ocho y media de la tarde. Me acompañarán, además del editor Fernando Varela, Alfonso García-Villalba y Alejandro Hermosilla. Y, de oca a oca, el lunes 16 habrá presentación en la librería Tipos Infames de Madrid, a la misma hora. Allí estaré arropado por Carlos Pardo y Luna Miguel. No seáis desalmados. Nos vemos entre libros y vinos.
sábado, 30 de abril de 2011
domingo, 24 de abril de 2011
La importancia de una imagen
viernes, 22 de abril de 2011
Analógico y digital
Últimamente no dejan de llegarme novedades sobre revistas de un tipo y del otro. Analógicas y digitales. Por un lado saludar un nuevo número de la revista de poesía HACHE, esta vez con un fomato distinto (HACHE transmigrando al cuerpo pequeño pero analógicamente hermoso de LA NAVAL). Por otro, dos nuevas revistas digitales, una (330 ml) dedicada exclusivamente a la crítica literaria; y la otra, Dylarama, que va de... Bueno, uno deja de preguntarse de lo que va en cuanto lee cualquiera de sus entradas. Podéis encontrar como siempre los enlaces en el apartado 'Neurotransmisores'.
martes, 12 de abril de 2011
El origen de la melancolía
sábado, 9 de abril de 2011
Capitalismo&Literatura (notas para un ensayo sobre una religión de(l) libro)
[1] Véase Goza tu síntoma: Jacques Lacan fuera y dentro de Hollywood, Nueva Visión, 2004 o The true Hollywood left en http://www.lacan.com/zizhollywood.htm [2] American Psycho, Bret Easton Ellis, Ediciones B, 1992. [3] La conquista del aire, Belén Gopegui, Anagrama, 1997. [4] El apocalipsis de los trabajadores, Victor Hugo Mae, Alpha decay,2010. [5] Cosmópolis, Don Delillo, Seix Barral, 2003. [6] Las correcciones, Jonathan Franzen, Seix Barral, 2002. [7] Asfixia, Chuck Palahniuk, Mondadori, 2001. [8] Derrumbe, Ricardo Menéndez Salmón, Seix Barral, 2008. [9] Hilo musical, Miqui Otero, Alpha Decay, 2010. [10] El trepanador de cerebros, Sara Mesa, Tropo, 2010. [11] El Dorado, Robert Juan-Cantavella, Mondadori, 2008. [12] Asfixia, pág 27. [13] La hoguera de las vanidades, Tom Wolfe, Anagrama, 2006. [14] La cuestión humana, François Emmanuel, Losada, 2002. [15] Barriga, David Barreiro, InÉditor, 2010. [16] El alquiler del mundo, Pablo Sánchez, Destino, 2010. [17] Literatura y política bajo el capitalismo, Belén Gopegui, 2005 en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=26876 [18] El reino y la gloria, Giorgio Agamben, Pre-textos, 2010.
miércoles, 6 de abril de 2011
Alma, restos de alas
viernes, 25 de marzo de 2011
Richard Yates
viernes, 4 de marzo de 2011
Remake
El hacedor (de Borges), Remake.