Hay libros que parecen peldaños, piedras que asfaltan un
camino, el de un género, el de una literatura. Uno más dentro de un conjunto,
distinto del resto a causa de ese infinitésimo que es el gusto personal. Y hay otros que constituyen algo así como límites, cimas, vértices que solo pueden alcanzarse por tangencia, no digeribles al ciento por ciento, como si estuviesen conformados de una materia que va más allá de lo literario e incluso –aparentemente- de lo humano. Lapasión según G. H., de Clarice Lispector forma
parte de estos últimos. Acabada la lectura hace unas horas, todavía no logro
recuperarme de mi asombro. Parece el libro de una inmortal que hubiese
destilado la sabiduría y la filosofía y la psicología de la especie. ¿Es un
libro místico? ¿Es un libro experiencial? ¿Es un texto simbólico? La maravilla
conduce directamente al desconcierto y a la incapacidad de urdir categorías. No
aún, de momento. La propia autora sugiere en una nota inicial que este libro
está destinado a las personas de alma ya formada. Sutilísima manera de discriminar a los lectores de su obra. No sé si es mi caso (lo del alma formada), pero he paladeado esta novela de principio a fin como un plato exquisito e irrepetible. Esta novela está
escrita en 1964, cuando Clarice Lispector tenía 44 años. Hay personas que logran la inmortalidad con muy poco años.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
domingo, 17 de noviembre de 2013
Para qué novelistas en tiempos de facebook
Por qué seguir escribiendo. Para
qué novelistas en tiempos de facebook. El religioso Joaquin de Fiore ya habló
en el siglo XII del advenimiento de una edad del espíritu en la que no
existiría la guerra y las palabras y las ideas fluirían sin rozamiento de una
boca a otra, de una mente a otra, por muy distantes que estuviesen la una de la
otra. Esa edad ya ha llegado. Monjes recluidos delante de sus pantallas,
compartiendo información, emociones, alabanzas. Por qué demorar la
gratificación inmediata de un ‘me gusta’ durante un año, quizás una década,
quizás hasta nunca. Un escritor sigue siendo de algún modo un disidente. Tal
vez no renuncie a la temporalidad breve del tweet o del estado pero mantiene su creencia en el medio plazo, en un organismo
que requiere el cuidado de años, que crece y es capaz de negarnos y,
finalmente, de abandonarnos. La fulguración ingeniosa satisface el ego cuando
encuentra respuesta, pero necesitamos creer que el calendario traerá algo más
que una sucesión de instantáneas más o menos merecedoras de aplauso. No solo el
acontecimiento, también buscamos la historia. Y la historia procede y avanza a
través de demoras y ocultaciones, pero sobre todo de resonancias y
repeticiones. Un escritor sabe (debe saber) que la visibilidad absoluta y la
inmediatez desmagnetizan su palabra. El escritor es un animal de penumbra.
Puede que aparezca como conectado, es cierto, pero eso no es sino parte del
juego de la ficción. Esa lucecita verde, como el iceberg, esconde un poso de
palabras que se buscan en la sombra. Lo subitáneo gravita alrededor de una
materia oscura que, metáfora del universo, conforma el grueso de la escritura.
viernes, 1 de noviembre de 2013
La belleza de las armas
Todo un descubrimiento el de este autor estadounidense, Robert Bringhurst. Felicidades a Kriller71 y a los lectores que se hagan con él. Os dejo un poema a modo de cata:
DEMÓCRITO
I
Tener hijos es aún más peligroso,
dijo Demócrito, que comprar un espejo,
aunque extrañamente esa riqueza surja con facilidad —
una cama y dos libros,
pan y fruta y un par de zapatos duraderos.
A pesar del mal gobierno hacía buen tiempo,
pero después del corazón, lo primero
en agriarse es el agua.
La residencia de verano del demonio es el alma.
II
Lo que es no es más que lo que no es;
el es, sin avance sobre el no-es. El es
es no-es con ritmo.
Al tocar y girar, el no-es es el es.
No ser es fundamental. Así como el silencio es,
el no-es, es — durante, antes y después del sonido.
El no-es está en todas partes. En ti. Afuera.
La presencia no es más que la ausencia que marca el tiempo.
III
Aquello que se despega de lo que no tiene bordes, tiene bordes.
Se seca hasta ser luz, se enciende hasta ser fuego.
Juzgo que fuego y mente son
redondos, aunque el conocimiento sea siempre
asimétrico, como las hojas del olmo.
Nariz, ojos, orejas, lengua
y dedos son dedos — todos los dedos
que tantean en busca de huellas en el aire intermitente.
IV
Somos esos gigantes y con tanto esfuerzo estamos
aquí, meros contornos en el polvo y nuestras
sordas manos gritan tan alto.
La sangre diáfana, el hueso
diáfano, y tan pequeña se hace la verdad mientras se desmenuza y nada
dentro y fuera de los intestinos,
flotando a través de la red de la oreja, la red del ojo,
el tamiz de la palma de la mano.
V
Un hombre tiene que estar siempre listo
para morir, así como el sonido tiene que estar siempre listo
para el silencio. Hay, por supuesto, anhelos opuestos,
llamados información y música, pero llámenlos
risa o llámenlos beatitud,
un buen chiste es lo máximo que se puede pedir.
VI
Los ritmos incontables mundos
incontables — más en algunos sitios que en otros.
El movimiento, al examinarlo más de cerca, se revela
limitado a la reverberación y a la caída.
Nunca mires hacia abajo sin volverte.
Nunca vivas de espaldas a las montañas.
Nunca cosas una red de espaldas al mar.
VII
Así la tierra migra hacia el sur cada verano.
La mente cambia de plumaje en el norte como un pato silbador
y resurge, cazando o pastando, en otoño,
cabalgando el vendaval,
la mancha de la voz como una impresión de la mano a intervalos
en el cordaje desatado.
VIII
Casualmente, observarás,
dijo Demócrito,
que el águila tiene los huesos negros.
sábado, 13 de julio de 2013
Nuevo menadismo
Quisiera aquí reflexionar acerca de esas
imágenes supuestamente escandalosas que han ganado en protagonismo a los toros
en los últimos San Fermines, las de esas chicas con los pechos al aire encaramadas
a hombros de jóvenes y siendo tocadas por la masa. Algunos, ante la visión de
tales imágenes, hacen saltar automáticamente el resorte de la 'violencia de
género', es decir, se convierten en marionetas en manos del ventrílocuo de lo
políticamente correcto. Me parece una simplificación extrema que deja fuera de
juego muchas de las cuestiones que merodean a las imágenes y que, creo,
constituyen su contexto social y simbólico.
San Fermín es sin duda un atavismo, una
fiesta donde los toros, la sangre, el alcohol y el sexo constituyen los
ingredientes principales. Algo así como una bofetada contra el decálogo de lo
políticamente correcto que exige diversión sin ebriedad, sexo sin asomo de
perversión y toros pastando felices e indemnes entre las flores. No sé lo que tiene que decir el discurso
postfeminista acerca de esas chicas que se dejan sobar gozosamente las tetas en
medio del delirio. ¿Son una aberración dentro del ‘género’? Si quemar sostenes
en plaza pública se convirtió en el súmum del feminismo no parece que dejarse
tocar los pechos vaya por el mismo camino. ¿O sí? Si yo fuese periodista
ardería en deseos de entrevistar a una o varias de esas chicas. Probablemente
sean mujeres cultas, con una licenciatura en ciernes. Tal vez tengan algo que
decir. ¿Están arrepentidas? En caso contrario, ¿qué gozo dionisíaco experimentan estas ménades
del siglo XXI? Yo deseo comprender, no juzgar. Creo, a propósito de estas
recidivas de ‘menadismo’, que estas imágenes de San Fermín nos retrotraen a
algo ancestral. En un momento histórico de predominancia de lo virtual, brotan
síntomas que parecen dar cuenta de un movimiento opuesto, la apuesta carnal y
háptica por antonomasia, el éxtasis de ser tocado/a por la masa. Cada mano que
se cierne sobre esa teta es un 'me gusta' de carne y hueso.
miércoles, 29 de mayo de 2013
Problemas de montaje
Dios eligió a su pueblo no por motivos soteriológicos sino meramente productivos. El ojo del amo engorda al caballo o, dicho de otro modo: el efecto Hawthorne. Los trabajadores vigilados producen más y mejor que los que campan sin un objetivo cerca. La religión es un sistema de vigilancia. Dios te ve, ergo haz más y mejores cosas y recibirás a cambio un paraíso. La ausencia de fe conduce a la incuria y la falta de eficacia. Un hombre sin dios vaga perdido y nihilista y, lo que es peor, no produce. Pero alguien encontró la solución, el remedio a las penas profetizadas por Nietzsche. Dios murió, es cierto, pero lo suplen con magníficos resultados las cámaras de vigilancia. La conciencia es una cámara que apunta hacia nosotros mismos. El yo es un guardia jurado atribuido de uniforme y porra y, para paliar el aburrimiento, una manoseada revista pornográfica. Al guardia le gustaría que todas esas imágenes que salen en la pantalla formasen parte de una película (a ser posible famosa). Al guardia jurado le encantan las tramas, una enorme ballena blanca que da vueltas alrededor de un barco. Todo eso. El hecho es que entre esa imagen de una chica que lo mira en el metro y la del jefe que lo putea a diario solo cabe el salto mortal de la metáfora. Habría que ser un maestro del montaje, un Tarkovski o un Malick, como poco. Pero él, pobre, no es más que un guardia jurado. Y la pornografía es su único paraíso.
martes, 14 de mayo de 2013
Dos gintónics y un culo (diálogo platónico)
-Los lenguajes son los
compresores de la realidad. Está el códec inglés y el códec español y el códec
chino. Así los objetos y las situaciones y los paisajes pueden encontrarse en
la forma .es .fr o .ch. Existen compresores estupendos capaces de detectar
todos los detalles y matices de eso que llamamos realidad y otros no tan
buenos. Creo sinceramente que el español está muy desactualizado, que el
compresor .es toma la realidad y la comprime y al descomprimirla uno lo ve todo
pixelado y confuso.
-…
-Creo que el inglés o el chino
son idiomas óptimos en el sentido de que se amoldan a una realidad cambiante,
se adaptan al flujo. Un idioma plagado de monosílabos es una garantía de éxito.
Los vocablos polisílabos son estatuarios, son bloques verbales de un tamaño
desmesurado para una realidad hecha de fragmentos diminutos y mutables. Los
polisílabos estaban bien para un mundo plagado de galeones y palacios
imperiales y miriñaques. Un polisílabo es una roca arrojada a un río, un
obstáculo si lo que uno quiere es fluir con él. Más bien deberíamos usar
barquitos de papel. El español se ha convertido en un idioma egipcio. El español
es un idioma hecho de jeroglíficos. El español solo sirve para hablar de un
mundo que ya no existe.
-Y bien, ¿qué propones?
-La subordinación ayuda a paliar
la naturaleza obsoleta del español, al igual que los paréntesis y las
acotaciones, pero no es suficiente. Pienso en la verbalización de los
sustantivos, un recurso poco explotado en nuestra lengua. Pienso en vocablos
probabilísticos que de acuerdo a las circunstancias puedan servir como verbo,
sustantivo o, incluso, determinante. Observa esta mesa, por ejemplo.
-…
-Esta mesa quiere decirnos algo.
Sirve de soporte a nuestros gintónics. Tiene cuatro patas, constituye un
contexto importante para nuestra conversación.
-Sin duda.
-Esta mesa es un sistema. Y
nosotros formamos parte de él. Quiero decir que parecemos estar rodeados de
gente mientras permanecemos sentados ante esta mesa delante de un par de copas
manteniendo una conversación aparentemente inteligente. Pero eso no es todo. Coge
esta copa, por ejemplo. Eso es. Ahora dime qué es lo que sientes.
-La noto fría. Diría que es una copa fría.
-Es una afirmación, de acuerdo.
Algo concluyente. Pero, ahora te pregunto, ¿resulta fría respecto a qué? ¿Si estuviésemos
en el Polo Norte o en un Ice bar sentirías lo mismo? Piensa en el contexto. Tal
vez en el Polo Norte esta copa te parecería cálida. Toda apreciación es
relativa. Solo tiene sentido si usamos un elemento de comparación. ¿Has tocado
el culo de una mujer? ¿Has tocado el culo de una mujer en otoño o en primavera?
-Desde luego.
-¿Y qué ocurrió? ¿Notaste su
temperatura? ¿Dirías que su tacto era cálido?
-Bueno… Tal vez era más bien
frío.
-Sigues olvidando el contexto. El
culo te parecería frío en relación al resto de su piel. Tal vez su vientre era
cálido, y sus brazos eran cálidos, y su cuello seguramente era cálido. Pero su
culo estaba frío. ¿Estoy en lo cierto?
-Diría que así es.
-Algo que demuestra que nada es
esencialmente atribuible si no es en relación a otra cosa. Por tanto, ¿no sería
más exacto decir, en lugar de 'esta copa está fría'
, que su temperatura te
recuerda a la del culo de una mujer en un día de primavera?
-Puede ser.
-Sin lugar a dudas. Y ahí hemos
tropezado con un asunto importante. Hablo de la relación entre las cosas como
la única verdad disponible. Hablo de la probabilidad de que una copa sea en
realidad un culo, y viceversa. Estoy hablando de la poesía.
domingo, 5 de mayo de 2013
Un poema de Masa crítica, de Francisco Alba
Anónimo
Tu dirección me la dio un poeta.
Te escribo porque me gustas mucho, sigo tu blog y leo tus poemas. Eres una niña
moderna.
Si me contestas puede ser el
comienzo de una hermosa amistad secreta y deportiva. Tengo que decirte que paso
de los treinta y cinco pero no llego a los cien y que llevo la barba afeitada.
Añado que no soy guionista y que
jamás manejé una cámara de vídeo. No soy zurdo. Pero he leído filosofía por un
tubo. Yo seré tu John Donne.
Toda nación necesita la tumba de
un cadáver anónimo sobre la que dejar flores y baba. Yo soy ese cadáver.
Nosotros calentamos el café en la llama eterna de esa tumba ridícula.
Apagaremos esa llama como Gulliver el incendio del palacio.
¿Te parece lógico que Venus
obedezca a unas leyes matemáticas? Pero no te confundas, no estoy enamorado.
Porque en el fondo me eres
indiferente y además ni siquiera me conoces. Tengo que ordenar mi soledad. Si
me declararas tu amor, te rechazaría. Olvida estas palabras que nunca se
dirigieron a ti. No me interesas.
Contéstame, anda.
domingo, 28 de abril de 2013
¿To the wonder?
Admiro a Terrence Malick. Lo
admiro porque en un mundo en el que el psicologismo impera en la definición de
personajes y en el que –ya se sabe- si aparece una pistola en una escena es para
dispararla en la siguiente o dos escenas más allá, este director trata a los
personajes como si fuesen fuerzas de la naturaleza que actúan movidos por
ímpetus irracionales y ajenos a cualquier psicología. En las películas de
Malick alguien puede morir por un disparo sin que en ningún momento hayamos visto la pistola. Todo eso y que lleve
diez años rodando un documental sobre la historia del universo y que traduzca a
Heidegger, ambas dos proezas incomparables. Aunque yo creo que para rodar un
documental sobre la historia del universo hay que ser inmortal. Tal vez Malick
lo sea y los demás no nos hayamos dado cuenta. Pues todo eso ocurre de nuevo en
To the wonder. El espectador debe
olvidarse del motivo de por qué actúan los personajes, debe olvidarse, de hecho,
de que hay personajes y, casi casi, de que existe el tiempo. Malick nada en la
eternidad como un pez en el agua. Cuando Malick pone la cámara frente a Ben Affleck
el espectador debe experimentar la misma sensación que si enfocase a un canguro
o una lechuga, la misma opacidad, la misma impenetrabilidad, el mismo
aburrimiento. Eso sí, más guapo y con tatuajes. Hasta ahí de acuerdo. Lo que
ocurre es que hasta los griegos hacían hablar a sus dioses de manera
inteligible y bien trabada. El misticismo y la cursilería no es una mezcla
recomendable, es como añadir huevo a la Coca-Cola, la cosa no queda bien por
mucho que la agites. A veces el misticismo es la coartada perfecta para la pereza y la falta de ideas. Después de ver la película uno tiene la sensación de haber
asistido a un larguísimo spot de Pepe Jeans. Solo hay que ver a la bellísima y
bien vestida Olga Kurylenko dando provocativos saltos alrededor de la figura
estólida de Affleck al menos durante la mitad del metraje, que es mucho. Eso
sí, hay sexo.
sábado, 6 de abril de 2013
Gallinas de madera
Siempre hay retrocesos. En este momento, por ejemplo, se
vive un período extraño. Es decir, que muchos de los novelistas que han sido
muy revolucionarios se han convertido en autores comunes. Es como si el
espíritu del cambio se hubiera terminado. Pero creo que este rasgo es pasajero.
No obstante, hay algo en los jóvenes de lo que uno debe desconfiar. Algo que me
parece peligroso. Muchos de ellos quieren ganarse el sustento con la
literatura. Creo que eso es un grave error. Jesús dijo a los fariseos: “En verdad
os digo, aquel que quiera ganarse la vida, la perderá”. Esta es una
advertencia. Por otra parte si una literatura es verdaderamente nueva, tardará
años en encontrar un público. Entonces, si el joven escritor de veinte años ya
tiene esposa, hijos, un departamento, peces rojos, un gato, un perro, un coche,
necesita obtener dinero para sostener todo eso.
Mario Bellatin, Gallinas de Madera
miércoles, 27 de marzo de 2013
Manuel Vilas o la mística del sexo
Tienes que tragártelo mirando a los ojos del hombre, lo de
menos es tragártelo, es una sustancia insípida, como comerse un estúpido
caramelito de regaliz, eso da igual; lo más importante es que el hombre lo vea;
el hombre que vea que te tragas su semen pasa a ser tuyo para siempre; pierde
su alma y tú la ganas; pero tienen que verlo, a los ojos, míralos directamente
a los ojos con fuerza y con perversidad; tienes que mirarles a los ojos en el
momento en que te tragas su semen; debe haber mucha luz para que vean con
claridad cómo te lo tragas; procura siempre que haya muchísima luz, que entre la luz del
sol o estén dadas todas las luces de la habitación; el hombre debe verlo con
intensa claridad, jamás puede pensar que es una alucinación o una ficción; su
conciencia de que te tragas su semen debe ser absoluta; tienen que ver tu
impasibilidad y tu serenidad y tu lentitud en el trago, en el gran trago de su
sustancia definitiva, en el gran trago de lo que son como especie, como
realidad, como existencia; el día en que vayan a morir te verán a ti; no verán
a sus amorosos hijos o a sus deliciosos nietos o a sus abnegadas esposas; no
verán más que tus ojos, tu boca y tu lengua tragándose su semen, se irán al
otro mundo con tu rostro en el pensamiento, esa es la gran fuerza del universo
y tú gobernarás, estarás presente el día de su muerte; estarás presente el día
de la muerte de todos los hombres; una rubia como tú que se traga el semen es
un acontecimiento sobrenatural.
Manuel Vilas, El luminoso regalo
domingo, 24 de febrero de 2013
El vacío que penetra todos los seres
Os dejo un fragmento de 2020:
La
perfección es una línea recta. La excelencia, la autoexigencia, ambas forman
parte de la voluntad de que la potencia devenga acto. La grasa es la potencia
del cuerpo, materia que abastece el movimiento, fuerza revolucionaria sin líder
ni programa. ‘Busco la perfección’ quiere decir soy solo acto, posibilidad
acabada. La perfección es posicionamiento del hueso, prominencia del
pómulo, miembros descarnados, piel
tumefacta. La perfección es el imperio de la talla cero. Gowan, sentado en la
cama del hotel (distinto del de ayer y del de mañana), mira en la pantalla de
su iPhone fotos de su hija. Josefina aparece delgada, terriblemente bella. Sus
ojos, los de Josefina, tienen una cualidad herbívora, la de alguien
acostumbrado a vivir tras un cristal blindado, como si el fotógrafo formara
parte del paisaje y el mundo constituyese la pantalla plana de un videojuego
parcheado donde nada ni nadie pudiera hacernos daño. Es la mirada de alguien
que no tiene conciencia de su mortalidad. Gowan pasa las imágenes. Josefina
aparece en la misma posición, de pie, vistiendo siempre unas mallas ajustadas
que contrastan con el fondo blanco de la pared. La sucesión de imágenes muestra
un paulatino distanciamiento de las caras internas de sus muslos, como si el
objetivo final de aquella metamorfosis fuese la constitución anatómica de una
muchacha preadolescente. Las perfecciones se encuentran en un solo punto. Gowan
intenta averiguar cuál es ese punto. Hace un repaso somero del pasado sin
lograr encontrarlo. No fue el momento del parto, no fue ninguno de los regalos,
ningún beso. No fue su primer ingreso hospitalario. Sospecha que ese punto debe
de estar aguardando en el futuro o que es un punto minúsculo, escondido en una
de las infinitas capas del pasado. Daría lo que fuera por recuperarlo, por
encontrar ese momento privilegiado: una sonrisa, una mirada, un aleteo del
párpado. El encuentro de Gowan y Josefina.
Le gustaría encontrar en su carpeta de imágenes una fotografía que ilustrase
precisamente esa frase. Pero ve solo un cuerpo cada vez más delgado, ahora
oculto bajo la tela del vestido que asciende sin sinuosidades hasta el cuello.
La perfección, qué duda cabe, es una línea recta.
Siente
una punzada en su vientre.
El
cuerpo es una casa para huéspedes que peregrinaron durante millones de años
antes de encontrar ese refugio hecho de oscuridad y silencio. A ninguno de
ellos se le ocurriría salir a la
intemperie de donde proceden. Si alguno abandonara su lugar, entonces todo se
resentiría. Significaría el fin de un precario equilibrio. El cuerpo es una
intimidad y un secreto compartido, el de la atroz violencia y hostilidad del
afuera al que alguna vez pertenecieron sus inquilinos. Toda señal lanzada al
exterior es un síntoma, una traición a la comunidad silente que encuentra en él
cobijo. Uno debería morir sin saber de la existencia de su hígado salvo por los
manuales de anatomía, sin conocer nada de su estómago si exceptuamos el apremio
del hambre. Un hueso debería ser un misterio impenetrable. Sería más fácil
visitar Marte que la glándula pineal.
Gowan se encoge sobre la cama, como si buscase protegerse de una
agresión externa, cuando en realidad el dolor viene de adentro. Sabe que su
dolor es la vanguardia que anuncia un periodo definitivo de decadencia. Hay una
parte en su interior que no le pertenece, que merece otro nombre distinto del
suyo, y lo reclama. Siente que su cuerpo se rinde a un designio poético que
consiste en la falta de identidad de todo ser consigo mismo, en la necesidad de
que el exterior penetre la intimidad de todo lo que se cree cerrado y completo.
Es algo que merece la pena explorar. Lo imagina como algo que se desenvuelve en
el mundo, dotado de su propia geometría, obediente a protocolos desconocidos,
moralmente irreprochable, que crece de acuerdo a un ímpetu cifrado en una leve modificación de su código
genético; un envío transmitido de generación en generación a través de los
siglos para recordarle que la biología está por encima del carácter y del
deseo.
Gowan
se ha levantado de la cama para entrar en el baño. Toma de su neceser un
pequeño frasco y se mete un par de pastillas en la boca. Mira su reflejo en el
espejo. Los espejos de los baños de hotel incorporan pequeñas variantes de uno
mismo. Uno no puede saber quién es si no se ha visto reflejado antes en todos
los espejos de todas las habitaciones de hotel del mundo. Gowan ve en el espejo
a un animal que exhibe con orgullo su herida. Luego, vacilante, regresa a la
habitación. Pegado a la ventana echa un vistazo hacia el exterior. Contempla
las estelas luminosas que los faros de los coches dejan en la oscuridad. A esta
hora el tráfico es poco intenso. Deja
que su mente se acune en la monotonía del trazado rectilíneo de las luces. Al
otro lado de la carretera se extiende la oscuridad de un descampado. Ve algo.
Una presencia que solo aparece bajo la intermitencia de las luces de los
automóviles. Gowan debe esperar a veces unos cuantos segundos para poder
atisbar fugazmente la figura que se adivina en medio del descampado. Diría que
se trata de una muchacha. Parece agitar algo sobre la cabeza. Un plástico o
cualquier otra superficie que refleja la luz de los coches. Está bailando.
Gowan piensa en luciérnagas. En el
misterio de su desaparición. Contempla su danza apenas un segundo. Cree que
baila sola. No sabe que hay un espectador que asiste extasiado a su movimiento, por otra parte inexplicable.
Desearía que un potente foco iluminase la escena. Pero debe resignarse al
fogonazo de las luces de cruce que recortan y congelan la imagen durante un
instante para devolverla de nuevo al olvido. Esa muchacha le parece una nota de
color en un cosmos cuyos objetos posan para un bodegón inacabable. Era un
accidente, aquella muchacha. Lo mismo que él. Tiene que luchar contra el deseo
de salir de la habitación para acudir a su encuentro. Dos accidentes que se
reúnen, dos fuerzas de la naturaleza. Un sol abrasador y una luciérnaga.
Acabaría con ella. Se promete a sí mismo hacer investigaciones, comprar ese
pedazo de terreno al precio que sea. Desea que ese pedazo de tierra asociado al
recuerdo de la muchacha y de esa noche fluya
a través de los mercados, sentir la satisfacción de ver crecer su valor
en una inversión del proceso del olvido. No le interesaba el dinero. Su actitud
había sido siempre la de un artista. La pintura seguía siendo demasiado
material. La pintura pertenecía al pasado. Sus adquisiciones carecían de valor
real, eran chatarra, edificios y lugares en los que hubiese debido sentirse
feliz, objetos supuestamente ligados a una intimidad que nunca disfrutó. Solo
sentía algo al venderlos, al saber que alguien pagaba por ellos, tanto más
fuerte el sentimiento cuanto mayor fuese esa cantidad. Era, suponía, un
sentimiento opuesto a la melancolía de los poetas. Era la euforia de proyectar
el pasado hacia el futuro. La redención de lo no vivido a través de un
mesianismo financiero.
Cuando
el pensamiento de Gowan se agota ya no queda nada de la sensación de triunfo
sobre el malestar. Sin quitarse las botas se tumba sobre la cama, cierra los
ojos y rastrea el dolor como una presa olfatea en busca de su enemigo. La
medicación ha conseguido alejarlo temporalmente de la conciencia. Lo intuye
agazapado, camuflado entre sus vísceras, un tirano que volverá más pronto que
tarde a disputarle el dominio sobre su cuerpo.
domingo, 17 de febrero de 2013
Wasser über alles
Sala de juntas de la alcaldía de Murcia, sita en la Glorieta de España. Asisten el Alcalde de Murcia, el Vicealcalde y el Concejal de Urbanismo:
AM: Señoras, señores. ¿Qué es lo
que anhela sobre todas las cosas la gente de esta provincia?
VAM: Dinero.
AM: Más que el dinero.
VAM: …
CU: …
AM: Agua. El líquido elemento. Ya
lo dice nuestro venerable himno autonómico. Wasser über alles…
VAM: Wasser,
Wasser über alles, über alles in die Welt… (el vicealcalde canta con
rictus solemne, levantando el brazo hacia el escudo autonómico donde, dejando a
un lado un puñado de coronas, unas ondas acuáticas lamen la base de una palmera).
CU: Cierto. El agua es la
sustancia última de todas nuestras fantasías. Los metafísicos de nuestras
facultades se han dedicado al tema. Hay algo profundo y atávico en el murciano
que lo liga al agua.
AM: Equilicuá. Lo he meditado
mucho hasta dar con la solución. La solución definitiva.
CU: Ardo en deseos de saber de
qué se trata.
AM: Es algo grandioso. Diría más,
faraónico.
VAM: No esperaba menos.
El alcalde sonríe y extiende sus
brazos como si se aprestase a saltar desde un trampolín a una piscina.
AM: Se trata de inundarlo todo.
Una riada que hará olvidar las precedentes del pasado siglo. Un enorme
trasvase, el mayor que haya conocido la historia. Un segundo diluvio.
VAM: …
CU: …
CU: Supongo, alcalde, que habrás
pensado en los problemas técnicos que eso implica.
AM: Claro. En un proyecto de tal
magnitud nada puede dejarse al descuido.
VAM: Es lo que yo pienso.
AM: Tenemos el apoyo de la NASA y
de la Gobernanza Intergaláctica.
VAM: ¿Estamos hablando del Ebro?
AM: Cero agua del Ebro. Su procedencia
es extraterrestre, no polaca.
VAM: …
CU: …
AM: Marciana. Agua marciana para los
murcianos. La paronimia es una gran cosa. A
pesar de los millones de kilómetros que nos separan estábamos tan solo a unas
micras de distancia en lo que a la métrica lingüística se refiere. Estábamos condenados a
entendernos. Predestinación, es la palabra. Disponemos de la técnica. Podemos
hacerlo. Ningún murciano nos perdonaría si no lo hiciéramos.
El alcalde toma un mando que
descansa sobre la mesa y apunta con él hacia una pantalla que cubre casi en su
totalidad una de las paredes de la sala de juntas. Un mapa de la Región aparece
sobre la pantalla.
AM: Aquí está nuestra amada
tierra. Y este será el aspecto que tendrá tras el diluvio marciano. El tercer
lago natural más grande de Europa.
CU: Hermoso.
VAM: Bestialmente bello.
CU: Pienso en los murcianos. Es
un detalle, pero creo que no carece de importancia.
AM: Desde luego. Habrá un éxodo.
CU: Un millón de personas.
VAM: Un millón de murcianos, para
ser exactos.
AM: Está todo previsto.
CU: Es glorioso.
VAM: Todo el mundo hablará de
nosotros.
AM: Haremos historia.
martes, 5 de febrero de 2013
Menos joven
Nos gusta la sociología. Somos partidarios de las novelas que hablan de lo que está pasando ahí afuera, que es mucho y
acucia. Pensamos que la buena literatura es mejor todavía si está salpimentada
con su algo de política y sociología. Son los tiempos que corren y nos
deslizamos sobre ellos. Somos taoístas literarios. Pero a veces nos gusta
también encontrarnos con una novela sin banqueros ni gente parada. Novelas
exquisitas hechas para los gourmets literarios. A veces, incluso, novelas donde aparecen niños
que se fugan del hogar para cohabitar con pastores y cabras. Esas rarezas. La
novela de Rubén Martín Giráldez es una de esas cosas extrañas que le acontecen
a la literatura. La cosa va de un personaje llamado Bogdano que protagoniza un
concurso (El peinado de Calígula) que
consiste en linchar a los héroes de la cultura, algo así como apuntar al centro
de la diana del canon y dar en el blanco. Menos
joven me recuerda a Rabelais, claro, pero también a Gombrowicz. Hay algo de
la "cuculización" del Ferdydurke en esta novela. Son los grandes personajes de la
cultura, Webern&Cía los cuculizados, los sometidos a la humillación de ser caballizados, carnavalizados. Al fin y
al cabo el padre de Bogdano se había encargado de sustituir el contenido de los
clásicos por novelas de serie B, por obras populares, manteniendo, eso sí, las
tapas que remitían al contenido de las gloriosas obras. Y sin que el
jovencísimo Bogdano lo supiera. Una proeza bajtiniana. Matar al padre, diría un
freudiano. Menos joven corre el
peligro que corre el 99% de la literatura que se publica en este momento de
duques corruptos y sobres rebosantes de dinero negro: pasar desapercibida.
Autor poco conocido en editorial poco conocida, una receta que en pocas
ocasiones funciona. Pero hay excepciones, a veces dos juegos de ganancia negativa
proporcionan beneficios cuando se solapan sus reglas (podría aportar
bibliografía matemática al respecto, pero paso). Ojalá suceda así. El libro de
Martín Giráldez es una maravilla. La edición también. Léanlo si son amantes de las delicatessen.
miércoles, 23 de enero de 2013
Errores y renuncios
Por si alguna vez las correcciones de una novela se convierten en un género literario, ahí va eso:
De momento todo parece haber ido bien con la portada:
página 19: sustituir
Imagino que alguien me
contempla a través de la ventanilla de uno de estos aviones abandonados; se
frota los ojos ante la irrealidad de la escena: un hombre vestido con traje de
ejecutivo se desliza hacia un avión abandonado
por:
Imagino a uno de los sin techo
asomado a la ventanilla, frotándose los ojos ante la irrealidad de la escena:
un hombre vestido con traje de ejecutivo se desliza hacia un avión abandonado.
página 27: sustituir:
quinientos euros
por
ochenta mil pesetas
página 32: sustituir
historia España
por
historia de España
página 37: sustituir
EL QUE VA HACUA LA CABINA TIENE LA PREFERENCIA
por
EL QUE VA HACIA LA CABINA TIENE LA PREFERENCIA
página 38: sustituir:
me reproducía
por
me producía
página 39: sustituir
cuatro mil euros
por
medio millón
página 44: sustituir
el Recoletos
por
Recoletos
.
página 61: la nota a pie de página debe insertarse tras Olaf Díaz-Pintado
y no tras la palabra públicos.
página 79: En la nota a pie de página aparece un Capital a Largo
Plazo (mayúsculas) y otro, al final, que dice capital a largo plazo
(minúsculas). Habría que unificar criterios, ¿no es cierto?
página 83: sustituir:
Productos
que solicitan nuestra atención y compiten por nuestra atención y nuestro
cuidado.
por
Productos
que demandan una relación, que compiten por nuestra atención y nuestro cuidado.
página 102: sustituir
Seguramente dinero
por
Dinero, seguramente
página 109: sustituir
Scarpe
por
Vuitton
página 113: sustituir:
Beal Air
por Bel Air
página 122 (4ª línea empezando por el final): sustituir
inesperada
por
imprevista
página 125 (línea 2): sustituir
forman parte de
por
nacen de
(línea 4, empezando por el
final): sustituir
unas mallas ajustadas
por
unas mallas negras ajustadas
página 140 (línea 4 empezando por el final) sustituir:
a secas, aquí el apellido es un
lujo que nadie puede permitirse.
por
a secas. Aquí el apellido es un
lujo que nadie puede permitirse.
página 148: sustituir
he ahorrado dinero
por
he ahorrado lo suficiente.
página 152: sustituir
como si
estuviese al borde de un río contemplando una cascada.
por
como si
estuviese al borde de un río, contemplando una cascada.
página 153: sustituir
¿Qué s
opinas tú, Blancanieves?
por
¿Qué
opinas tú, Blancanieves?
página 155 (primera línea): sustituir
Durante unos años
por
Durante un tiempo
página 159: sustituir
En un
momento dado Josefina se detuvo y se giró, al tiempo que se llevaba un dedo a
los labios
por
En un
momento dado Josefina se detuvo y se giró, al tiempo que llevaba un dedo a sus
labios
página 179: sustituir
(línea 3)
quince mil euros
por
dos millones
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