jueves, 25 de diciembre de 2008
Dédalos
El fototropismo es un comportamiento todavía por explicar. La luz concibe a su presa. El origen atrae de vuelta a su criatura. Ésta se deja llevar de la mano a su extinción... La trayectoria de una falena es espiralada (la línea recta está reservada al velocista y al kamikaze), espiral que converge a un centro inasequible: la muerte. Ícaro es quizás el primer testimonio de la manía fototrópica. Ícaro desobedece el consejo de su padre, maestro en el arte de la construcción de estatuas (tanto que debían ser atadas con cadenas para evitar -cuenta la leyenda- que descendiesen de sus pedestales), y se precipita irresistiblemente atraído por la luminosidad del astro. Ícaro cae al mar envuelto en una nube de plumas. Dédalo construyó otra espiral, el mítico laberinto. En el centro ubicó al monstruo, al Minotauro. Dédalo conocía el secreto, una danza cuyo ritmo va acompañado de movimientos alternativos y circulares, la danza de la mariposa nocturna. Teseo venció al monstruo gracias a otra espiral, el ovillo de Ariadna. Ícaro sucumbió al querer enfrentar al dios cara a cara. El mismo pecado que Acteón. Ambos víctimas de un error imperdonable. El hombre sólo puede aproximarse a lo divino a través del artificio, del templo, del talismán, del autómata. Verbigracia: el toro mecánico construido por Dédalo y que acogió en su interior el cuerpo anhelante de Pasífae. Ese toro engañó al divino Zeus, lo obligó a manifestarse. Los ojos de las efigies de Dédalo abren los ojos. La luz del dios se encarna en la materia y contempla al hombre. Homero escribe un verso y hace descender a la diosa, a la musa. Cuenta la leyenda que una de aquellas estatuas burló en la oscuridad de la noche la vigilancia, bajó del pedestal y huyó. Era una bellísima estatua del Apolo lycodespótes. Una mano se apoyaba en la cadera mientras con la otra señalaba hacia el horizonte, el índice extendido. Lo que más llamaba la atención era su enigmática sonrisa, que el autor parecía haber copiado de un antiguo kouros. Acompañaba a la imagen del dios una superstición según la cual nadie osaba interceptar la dirección que señalaba su dedo. A aquél que lo hiciese le aguardaría el terrible destino de la muerte por desmembramiento. La imagen huyó, sólo ella se salvó del ataque de los bárbaros que siglos más tarde las reducirían a escombros. Un loco pregonó tras la catástrofe haber visto a la estatua en lo alto de un somo, su dedo señalando el campo abierto donde reposaban los restos tazados de las antiguas efigies. El loco lloraba, temblaba presa del pánico. Afirmaba que el señor de los lobos alcanzaría la cima más alta del mundo. Nada, nadie podría escapar entonces a la maldición de su terrible gesto.
domingo, 21 de diciembre de 2008
sábado, 13 de diciembre de 2008
Rengo Wrongo, héroe de las luces
Auténtica rara avis este nuevo libro de Jorge Riechmann. Un libro político, que presume de panfletario, en el que figuran cameos con poetas y demás gentes del ruedo ibérico, amén de lindes foráneas (omito nombres, les animo a que indaguen entre sus páginas. Sólo diré que aparecen sabrosísimos samplers del blog de Vicente Luis Mora) compartiendo vinos y conversaciones con Rengo Wrongo, alter ego de nuestro poeta. Algo parecido a lo que hizo Vilas en 'España', pero dentro de la poesía. Poesía gonzo, la llamaríamos, si nos pusiésemos estupendos. Poemas con un nutrido aderezo de notas a pie de página, algo que empieza a resultar común en los últimos libros de DVD (¿imposición del editor?, ¿poligénesis?), así ocurre en la citada 'España' y en 'El fósforo astillado', de García Román. Ramón Buenaventura, creo recordar, las hacía también estupendas. Riechmann versifica las opiniones y la política y, lo curioso, es que no deja de hacer (hay excepciones, por supuesto) poesía con esos materiales. Riechmann dice esas verdades que -casi- todos andamos rumiando. Adalid de las Luces, arremete contra la postmodernidad acrítica, sabedor de que ningún dadaísmo es más extremo, ninguna vanguardia es más cool que la que abandera el capital (arrimados ideológicamente los mercados internacionales y globalizados -¿no resulta paradójico?- al 'prohibido prohibir' sesentayochista). Y, lo mejor, lo que debería ocurrir tras la lectura de todo buen libro de poesía, es ese deseo de imitación, de envidia nada sana por no habérsenos ocurrido a nosotros ese poema. Son muchos los casos. Dejo aquí un par de ellos:
I
Lyotard inauguró el género
de los cuentos posmodernos
para niños con demasiado miedo a la oscuridad
transformado por inversión proyectiva
en pánico a las Luces:
en la base
el escamoteo del trabajo
por la energía y por la información
como programa para el capitalismo del futuro
Sigue siendo un género de cuentos
con mucho éxito
Amigos y amigas
de lo posmoderno:
¿recordáis -interroga Wrongo-
que el introductor de Lyotard por estos pagos
fue aquel joven y brillante intelectual español
llamado Federico
Jiménez Losantos?
II
Con diecisiete años
una generosa infusión de datura
lo transportó muy lejos
Conversó con el Diablo en la calle Doctor Esquerdo
recibió una importante confidencia de Rimbaud
llegó a su casa sin pantalones
y durante tres días con sus noches todas las superficies
fueron brillantes enjambres de luciérnagas
trabajando para que la vida psicodélica
desbordase cualquier frontera o límite
Desde entonces sabe
que no hay ningún alucinógeno
más potente que la poesía
I
Lyotard inauguró el género
de los cuentos posmodernos
para niños con demasiado miedo a la oscuridad
transformado por inversión proyectiva
en pánico a las Luces:
en la base
el escamoteo del trabajo
por la energía y por la información
como programa para el capitalismo del futuro
Sigue siendo un género de cuentos
con mucho éxito
Amigos y amigas
de lo posmoderno:
¿recordáis -interroga Wrongo-
que el introductor de Lyotard por estos pagos
fue aquel joven y brillante intelectual español
llamado Federico
Jiménez Losantos?
II
Con diecisiete años
una generosa infusión de datura
lo transportó muy lejos
Conversó con el Diablo en la calle Doctor Esquerdo
recibió una importante confidencia de Rimbaud
llegó a su casa sin pantalones
y durante tres días con sus noches todas las superficies
fueron brillantes enjambres de luciérnagas
trabajando para que la vida psicodélica
desbordase cualquier frontera o límite
Desde entonces sabe
que no hay ningún alucinógeno
más potente que la poesía
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Clicks
Ya han salido varias reseñas de Click, algunas de las cuales pueden consultarse en la página de la editorial. Hoy mismo ha aparecido una en la más que interesante afterpost. Me he divertido mucho leyéndola (la verdad es que cada reseña dice algo distinto de la anterior, lo cual coincide con la idea que tenía al escribir la novela: una partícula -literaria- capaz de atravesar varias rendijas -sentidos- al mismo tiempo). Échenle un vistazo, si no, a lo que dicen aquí.
lunes, 8 de diciembre de 2008
Mortadeliana
Hace tiempo que quería dedicar unas líneas a Mortadelo, el entrañable héroe de Ibáñez. Creo que si nuestra cultura desapareciese -algo no demasiado improbable-, un arquéologo del futuro tendría más posibilidades de reconstruirla con un Súper Humor en la mano que con cualquier otra obra de arte -literarias, incluidas- contemporánea. Mi tesis es maximalista: no hay nada tan español como Mortadelo y Filemón, salvo -quizás- el Quijote. Jamás he entendido la fidelidad a los superhéroes de la Marvel. Mi colega Tropovski ha demostrado suficientemente la asimilación de tales personajes con los héroes de caballerías. Nunca he tolerado bien los excesos de la fantasía. La imaginación, por el contrario, vive anillada a la realidad; y es que, el par de 'superhéroes' españoles, pese a lo disparatado de sus aventuras, son un ejemplo más del -¿mal?- gusto patrio por el realismo. Realismo, picaresca... Y, puestos a virtualizar, por qué no comparar el realismo romo de Filemón con Sancho Panza y la visión deformante de Mortadelo (a la que contribuyen sus gafas de culo de vaso) con la del Quijote. Un Quijote que ha leído a Nietzsche y que sabe que la verdad más profunda reside en el disfraz. Disfraz que cumple la doble función de engaño y de escapatoria, herramienta para seducir y para hurtarse del peligro. En fin, Mortadelo: you're our inmortal hero.
jueves, 4 de diciembre de 2008
Yo no soy ése que tú te creías...
Hay que ver y escuchar al señor Piqué, respondiendo a las preguntas sobre el informe ‘secreto’ acerca de los vuelos a Guantánamo desde territorio patrio que él es que ahora trabaja para la empresa privada. Como si me ponen una denuncia por saltarme un semáforo en rojo y cuando me llega la multa alego que acabo de cambiar de trabajo, o que me he cortado las uñas (¿pero no lo ve usté?). Esto de la pérdida postmoderna del yo tiene sus inconvenientes. Yo creía que el sujeto político poseía un yo fuerte, moderno, ilustrado, de una pieza; que un político era –como se dice- un personaje de destino. Para el resto de oficios estamos los mindundis, los que poseemos un yo ‘débil’, los que nunca seremos políticos ni formaremos parte de un club que nos admita como miembros.
Ya lo decía Keats, que el poeta no es nadie para poder ser todas las cosas. Pero, que yo sepa, el señor Piqué no era poeta cuando ocupaba el ministerio de exteriores, ni lo ha devenido más tarde. Yo creo que, para ciertas personas, el yo debería tener una fecha de caducidad mínima (un par de decenios, digamos), antes de que ese yo prescriba definitivamente. Claro, que es que algunos yoes, en cuanto pasan unos días, apestan y dan ganas de tirarlos a la basura.
Ya lo decía Keats, que el poeta no es nadie para poder ser todas las cosas. Pero, que yo sepa, el señor Piqué no era poeta cuando ocupaba el ministerio de exteriores, ni lo ha devenido más tarde. Yo creo que, para ciertas personas, el yo debería tener una fecha de caducidad mínima (un par de decenios, digamos), antes de que ese yo prescriba definitivamente. Claro, que es que algunos yoes, en cuanto pasan unos días, apestan y dan ganas de tirarlos a la basura.
sábado, 29 de noviembre de 2008
El cuento de los cuentos
El otro día leía la pequeña columna de Fernando Aramburu en El Cultural a propósito del descrédito entre -la generalidad de- los lectores del cuento o relato literario. Y coincide con reflexiones que me vengo haciendo desde hace tiempo a este propósito. He hecho encuestas entre mis amigos escritores y no escritores acerca del tema, sin llegar a ninguna conclusión definitiva. ¿Se publican pocos libros de cuentos (género maldito entre los editores) porque la gente los lee poco, u ocurre más bien a la inversa? Creo, sinceramente, que el asunto admite explicaciones comerciales, culturales y hasta antropológicas. Aventuraré algunas.
En una época que se jacta de haber acabado con los 'grandes relatos' (históricos, me refiero) la gente anda necesitada de otros grandes relatos, novelescos éstos (a ser posible, un tocho que ronde el millar de páginas). Podría enunciarse un principio de indeterminación entre las variables metafísicas y narrativas. Es decir, cuanto más determinado sea el relato metafísico-histórico, menos requiere una cultura relatos ficcionales prolongados y matraquistas. Por otra parte, es cierto, se suman a ello cuestiones económicas. La relación coste/nº páginas se optimiza con las grandes novelas (incluso en las ediciones de pasta dura), desatendiendo otras variables literarias como la intensidad de la narración (garantizada por lo general en el cuento). Es curioso que en nuestro modo de vida contemporáneo en el que todo pasa rápido y las lecturas se hacen por lo común a bordo de transportes públicos durante trayectos más o menos cortos, los lectores prefieran aferrarse a volúmenes inacabables y casi inmanejables. Paradójico, ¿no? ¿O no tanto?
En una época que se jacta de haber acabado con los 'grandes relatos' (históricos, me refiero) la gente anda necesitada de otros grandes relatos, novelescos éstos (a ser posible, un tocho que ronde el millar de páginas). Podría enunciarse un principio de indeterminación entre las variables metafísicas y narrativas. Es decir, cuanto más determinado sea el relato metafísico-histórico, menos requiere una cultura relatos ficcionales prolongados y matraquistas. Por otra parte, es cierto, se suman a ello cuestiones económicas. La relación coste/nº páginas se optimiza con las grandes novelas (incluso en las ediciones de pasta dura), desatendiendo otras variables literarias como la intensidad de la narración (garantizada por lo general en el cuento). Es curioso que en nuestro modo de vida contemporáneo en el que todo pasa rápido y las lecturas se hacen por lo común a bordo de transportes públicos durante trayectos más o menos cortos, los lectores prefieran aferrarse a volúmenes inacabables y casi inmanejables. Paradójico, ¿no? ¿O no tanto?
martes, 25 de noviembre de 2008
'Odio Barcelona' (pequeño contagio)
Señoras y señores... La solución a la actual crisis no consiste en que los estados inyecten dinero público para salvar a bancos y compañías de seguros. No es ése el camino. El problema no es el capital, sino la reticencia de algunos gobiernos y ciudadanos a que éste prosiga su imparable avance. He tenido un sueño (no todas las ideas geniales se le van a ocurrir en este país a Jiménez Losantos, ese Savonarola postmoderno). En él las ciudades cotizaban en bolsa, al igual que las empresas (¿no son las ciudades auténticas empresas? Y si no lo son, ¿a qué están esperando?). Una ciudad podía comprar a otra en horas bajas, pero no me refiero al conjunto de edificios y aceras y habitantes. No es eso. Me refiero al nombre, exclusivamente. Imaginen que Barcelona ha perdido el 50% de su cotización en bolsa, y que uno de los inversores mayoritarios quiere deshacerse de su parte de la compañía. Pues nada más fácil que ofrecérsela a los posibles compradores. Por ejemplo a una gélida ciudad rusa, que a partir de entonces pasaría a denominarse con el nombre de la afamada y milenaria ciudad a orillas del mediterráneo. O, mejor aún, a una Murcia boyante que opta por hacerse con el nombre-marca de Barcelona. Una Murcia que pasase a llamarse Barcelona. Imaginad, murcianos de la diáspora, poder pronunciar al fin algo así como 'acho, que me vuelvo pa Barna'. Una gozada, ¿no?
sábado, 22 de noviembre de 2008
Cadenas de búsqueda
Me invade cierto estado de desolación cuando, al introducir una cadena de búsqueda, el buscador (Google, por supuesto) declara que "No se encontró ninguna página web estándar con todos los términos de su búsqueda". Internet, como doble del mundo que aspira a ser, también debería disponer de su poesía, de páginas dedicadas a custodiar cadenas de búsqueda, quizás inverosímiles, pero no exentas de belleza. Así que he decidido contribuir modestamente a ese proyecto, añadiendo a este post algunas de esas frases. Así, la próxima vez que alguien las teclee, el buscador podrá redireccionarlo a esta página. Les dejo con algunas de ellas:
Algo va de lo invisible a lo invisible (a través de lo visible)
Aneurisma de una estinfálida
Cualquier circunstancia es buena para sentirse Gioconda
Nada hay tan contagioso como la estupidez humana
La media siempre estará por debajo de la media
El cerrajón es una hierba comestible
Sánchez Dragó gana el premio Nobel de literatura
Han pasado dos días desde el Apocalipsis
España, al fin, campeona del mundo de fútbol
Estoy vivo porque acabo de morir, como hacemos todos cada milisegundo
Prueben, prueben dentro de unos días.
Algo va de lo invisible a lo invisible (a través de lo visible)
Aneurisma de una estinfálida
Cualquier circunstancia es buena para sentirse Gioconda
Nada hay tan contagioso como la estupidez humana
La media siempre estará por debajo de la media
El cerrajón es una hierba comestible
Sánchez Dragó gana el premio Nobel de literatura
Han pasado dos días desde el Apocalipsis
España, al fin, campeona del mundo de fútbol
Estoy vivo porque acabo de morir, como hacemos todos cada milisegundo
Prueben, prueben dentro de unos días.
domingo, 16 de noviembre de 2008
Haz de tu perro una estrella con el cliker
jueves, 13 de noviembre de 2008
La última
Algunos ya conocen ese extraño 'don' del que estoy provisto que consiste en mi capacidad para encontrar piezas de puzzle en los lugares más insospechados. A mí la cosa ha dejado de parecerme esotérica para convertirse en algo de lo más natural (como mucho, lo asocio a un signo de buen augurio). Imagino que por cada pieza en mi poder hay un puzzle incompleto en algún lugar de la geografía. Si ése es su caso, no dejen en ponerse en contacto conmigo. La última la encontré nada más regresar de Barcelona, el sábado, en la plaza de La Cebada, a las ocho y media de la noche (el lugar estaba a oscuras, lo juro). Aquí se la muestro:
domingo, 9 de noviembre de 2008
Documentos y fantasmas
Estuve en Barcelona presentando la novela en la FNAC de Illa. Fue un lujo tener a Jordi Carrión como presentador, conocer a Sergio Chejfec y ver de nuevo a Eloy Fernández Porta y a Diómedes Cordero. Todo fue a las mil maravillas. Al día siguiente acudí a ver un par de exposiciones de fotografía. Una, la de Joan Fontcuberta, en el Palau de la Virreina. La otra, en el MACBA. Es curioso, pero ambas exposiciones se contraponen y, al mismo tiempo, se complementan. La del MACBA lleva por título Archivo universal, y consiste en una reflexión sobre la noción de archivo fotográfico. La evolución de la ciudad de Barcelona (sus gentes, sus lugares), fotografía de la URSS, la 'fotografía comparada' de Aby Warburg... Eran algunos de los ingredientes de esa proliferación mareante de imágenes (el MACBA me pareció una versión de la caverna platónica).
El documento como algo asociado siempre a la descripción de la realidad, como icono e índice de lo real. Todo lo contrario de lo que ocurría en la exposición de Fontcuberta. Una puesta en duda de la misma noción de documento, un trabajo que parte de una concepción tecnológica distinta, la de la fotografía digital. Fontcuberta llena los salones de la Virreina con 'fantasmas', imitaciones desviadas de la realidad, auténticos 'Fakes' como los del astronauta ruso Ivan Istochnikov desaparecido en el espacio, que deja un mensaje de despedida dentro de una botella vacía de vodka.
Fontcuberta es capaz, entre otras cosas, de crear un maravilloso mundo de estrellas y constelaciones a partir de los restos del impacto de insectos en el parabrisas. Salgo del Palau a la luz de Barcelona, paseo entre esos otros simulacros que son los hombres-estatua de las Ramblas. Imposible creer en la anábasis.
El documento como algo asociado siempre a la descripción de la realidad, como icono e índice de lo real. Todo lo contrario de lo que ocurría en la exposición de Fontcuberta. Una puesta en duda de la misma noción de documento, un trabajo que parte de una concepción tecnológica distinta, la de la fotografía digital. Fontcuberta llena los salones de la Virreina con 'fantasmas', imitaciones desviadas de la realidad, auténticos 'Fakes' como los del astronauta ruso Ivan Istochnikov desaparecido en el espacio, que deja un mensaje de despedida dentro de una botella vacía de vodka.
Fontcuberta es capaz, entre otras cosas, de crear un maravilloso mundo de estrellas y constelaciones a partir de los restos del impacto de insectos en el parabrisas. Salgo del Palau a la luz de Barcelona, paseo entre esos otros simulacros que son los hombres-estatua de las Ramblas. Imposible creer en la anábasis.
martes, 4 de noviembre de 2008
Más sobre el aleph
Ya hablé en alguna entrada anterior acerca de la relación de 'el aleph' de Borges y el acelerador de partículas del CERN. Pues bien, así, mirando otras cosas, que es lo mismo que decir por casualidad, me acabo de enterar de que el nombre de uno de los cinco detectores del acelerador lleva por nombre... 'Aleph'. Chapeau por quien lo bautizara así. El círculo (y no sólo el del acelerador) se cierra. Les dejo una imagen del aleph y algunas otras bellas imágenes obtenidas a partir de partículas elementales en el interior de cámaras de burbujas. Hay que ver lo que se parece la belleza subatómica a algunas obras pictóricas de la vanguardia.
lunes, 27 de octubre de 2008
Queremos ser tu puto amo
He aquí, previa 'sustitutio' de un par de términos, en lo que puede convertirse la misiva de un banco a uno de sus clientes. La verdad es que da un poco de miedo:
Estimado Sr. -:
En nuestro negocio, hace tiempo que nuestro foco de atención principal es el cliente, sabemos que de su satisfacción depende la creación de una relación duradera, y hemos puesto en marcha diversas iniciativas para ser el puto amo número uno en calidad de servicio. A través del plan "Queremos ser tu puto amo - Atracos a su negocio=0" son ya más de 4 millones de clientes los que no pagan por no ser víctimas de atracos de forma indefinida.
He querido ponerme en contacto personalmente con usted ya que hemos detectado que en breve dejará de tener con nosotros uno de los productos del plan "Queremos ser tu puto amo - Agesiones a su negocio=0", y por lo tanto también la exención de pago por no ser víctima de atracos indeseados de la que hasta ahora se ha beneficiado. En un plazo de 30 días, si no renueva la contratación del mismo o realiza una nueva de cualquier otro producto del plan, sus pagos por la prestación de nuestro servicio serán aplicados normalmente.
Le animamos a seguir disfrutando de la exención de pago por nuestros servicios. Tan sólo con volver a contratar alguno de los productos del plan "Queremos ser tu puto amo - Atracos a su negocio=0", inmediatamente y de forma automática la exención de pago por no ser víctima de atracos se hará efectiva en todos sus negocios.
Visite cuanto antes al puto amo e infórmese sobre qué productos le interesan, o llámenos al ---------- Como siempre, estaremos encantados de atenderle.
Reciba un cordial saludo.
Estimado Sr. -:
En nuestro negocio, hace tiempo que nuestro foco de atención principal es el cliente, sabemos que de su satisfacción depende la creación de una relación duradera, y hemos puesto en marcha diversas iniciativas para ser el puto amo número uno en calidad de servicio. A través del plan "Queremos ser tu puto amo - Atracos a su negocio=0" son ya más de 4 millones de clientes los que no pagan por no ser víctimas de atracos de forma indefinida.
He querido ponerme en contacto personalmente con usted ya que hemos detectado que en breve dejará de tener con nosotros uno de los productos del plan "Queremos ser tu puto amo - Agesiones a su negocio=0", y por lo tanto también la exención de pago por no ser víctima de atracos indeseados de la que hasta ahora se ha beneficiado. En un plazo de 30 días, si no renueva la contratación del mismo o realiza una nueva de cualquier otro producto del plan, sus pagos por la prestación de nuestro servicio serán aplicados normalmente.
Le animamos a seguir disfrutando de la exención de pago por nuestros servicios. Tan sólo con volver a contratar alguno de los productos del plan "Queremos ser tu puto amo - Atracos a su negocio=0", inmediatamente y de forma automática la exención de pago por no ser víctima de atracos se hará efectiva en todos sus negocios.
Visite cuanto antes al puto amo e infórmese sobre qué productos le interesan, o llámenos al ---------- Como siempre, estaremos encantados de atenderle.
Reciba un cordial saludo.
domingo, 26 de octubre de 2008
Click en 'Berliner Haus'
Sí, me da un poco de pudor colgar aquí todo lo que -bueno o malo- se dice de 'Click', pero esto de Ibrahím Berlin merece un tratamiento especial. Dense, si no, un garbeo por su Berliner Haus.
jueves, 23 de octubre de 2008
Revista de letras
El portal Revistadeletras acaba de publicar una entrevista donde el que suscribe habla de su novela 'Click' y de otras cosillas concomitantes. No duden en echar un vistazo, si les apetece.
lunes, 20 de octubre de 2008
Clic
He aquí un objeto que parece sacado del taller poético de Joan Brossa. Hay algo que a mi parecer relaciona el disparo fotográfico y el de un arma de fuego. Y no me refiero sólo al disparador, al 'clic' que delata al fotógrafo/cazador. Se trata de algo más. La búsqueda de la detención de un cuerpo (a través de la imagen, de un balazo). Hasta qué punto la fotografía y la caza no dejan de ser artes que culminan en una 'naturaleza muerta', con lo bello y lo terrible que -a un tiempo- eso implica.
lunes, 13 de octubre de 2008
Poéticas de la tecnología y del consumo
Voy en el AVE de camino a Barcelona. A mi derecha, al otro lado del pasillo hay un chico y una chica sentados en sus respectivos asientos. Después de varias llamadas telefónicas por parte del chico (un hombre orondo que se agarra el respaldo de su asiento y al cual parece claramente faltarle espacio), todo el vagón tiene claro que se trata de un pez más o menos gordo de los negocios. Para alguien que hubiese echado un vistazo a la chica quedaría aún más claro que su trabajo tendría que ver con la moda o algo por el estilo. Pronto salgo/salimos de dudas. Naturalmente, es modelo de pasarela. Así se lo comunica a su compañero de viaje. Se dejan llevar por una conversación animada. Hablan de viajes, de pases de fotografía... Se ríen como dos amigos que se conociesen de toda la vida. En un momento dado otra chica atraviesa el pasillo, camino de la cafetería. Parece sacada de una de esas revistas de moda que reparten con los periódicos. Otra modelo. Y entonces me viene una pregunta a la cabeza. Si hiciéramos una estadística, ¿qué sería mayor, el número de poetas o el de modelos de pasarela?
En el metro, camino del hotel, monta un chico en el vagón. Nos miramos, como si nos conociésemos. Durante el trayecto despliega un folleto con la programación del NEO3. No me lo creo. Nos bajamos en la misma parada. Después de dejar la maleta en el hotel me acerco al palacio de la virreina. Subo a la cuarta planta y lo veo sentado allí, entre el público. A la mañana siguiente, en la mesa redonda en la que participo , vuelvo a verlo sentado, al fondo a la derecha. Después de comer, los integrantes de la mesa redonda cruzamos la calle, de vuelta al palau. Me cruzo de nuevo con el mismo chico. Nos miramos. Barcelona parece una ciudad habitada por un puñado de personas. Y una cantidad desmesurada de turistas.
Bueno. Y ahora, como había prometido, el resto de la charla:
Un acercamiento a la mímesis fantasmática, o por qué el poeta viene del mono
Un corolario inmediato de lo anterior rezaría que no hay "bellas metáforas", sino "errores interesantes". Una pregunta no menos inmediata podría enunciarse de la siguiente manera: ¿cómo sabemos cuándo y dónde se ha producido el error? La respuesta en principio resultaría sencilla: basta con consultar el original, la fuente, la escritura divina. Pero ahí está el problema... ¿Dónde encontrar ese paraíso textual, la lengua adánica, sueño de cabalistas y motivo de especulación de ese otro cabalista emboscado que es Walter Benjamin? Naturalmente, en ninguna parte. Y aquí es donde mi mono particular, el que transcribe, no la escritura divina -demasiado para su body- sino la del simio-diablo-demiurgo, se apunta al carro benjaminiano para decir que la única manera de conseguir algo parecido es cometer todos los errores, es decir insistir en las malas copias o, siendo más concretos, que la única manera de conocer la manzana paradisíaca es elaborar todas las metáforas posibles a partir de una sencilla manzana, de la manzana del almuerzo o de la que uno encuentra en el cajón del supermercado. Proliferación ad infinitum de las malas copias, ése es el método al que se aplica con dedicación y disciplina mi simio particular, un misreading de la musa tradicional y clásica que (disculpen los más susceptibles la incorrección política, motivada por la proverbial aptitud asiática para la copia) en mi caso se parece bastante más a uno de esos chinos estajanovistas encerrado en un estrecho cubículo, aplicado a la imitación, a la simulación de la escritura de los maestros: Borges, Cortázar, Gombrowicz, Valente, Matsuo Basho, Anne Carson, etc. Naturalmente las copias de "mi chino", como pasaré a llamarlo -con toda confianza- a partir de este momento, son "malas copias", su Borges se acaba pareciendo demasiado a Ballard o su Valente a un teorema de Heisenberg. Son "malas copias" asimismo en un sentido platónico. Casi nunca pretende la imitación fiel de lo real sino que, fiel a su infidelidad (ya hemos dicho que su método consiste en la prolija reiteración del error), insiste en el simulacro, en el phantasma que no admite parangón con un modelo real. Mi chino lee esa frase de Deleuze donde el filósofo afirma que el simulacro nace cuando uno de los términos en la serie de las copias se aleja del modelo y (re)escribe que 'la manzana adánica es el atractor extraño de la serie de iteradas en que consiste cada una de las metáforas de la manzana de supermercado'. Como ven, un auténtico lío.
Pero no anda solo en esto, mi chino. Basta con remontarse a los griegos. Pondré algunos ejemplos. Cuando el daimon de Platón estaba a punto de transcribir a la perfección un diálogo platónico, entonces se equivocaba y terminaba por escribir un mito. Cuando el idem de Aristóteles se aplicaba a la transcripción de la poética -tal y como debía aparecer en el texto divino-, sin saber por qué, acababa hablando de biología (¿qué es, si no, eso de géneros y especies y la tragedia entendida como un ser vivo?). Cuando Coleridge transcribía en su poema Kubla Khan la maravilla de aquel sueño de belleza perfecta alguien vino a golpearle en la puerta, un sencillo granjero de Porlock, el pueblo donde a la sazón residía el poeta, para pedirle ayuda en un asunto nada poético: el parto de una marrana. Ningún autor está a salvo de ese daimon -humano o divino- que estorba la escritura. Es preciso, pues, insistir en ello, nuestra única certeza: al principio fue la metáfora.
Propongo aquí una personal deslectura, una mala copia. En este caso, pindárica. Uno lee un himno escrito en el sigo V a. C donde se canta y se celebra la victoria de un atleta olímpico y puede acabar escribiendo algo por el estilo:
Todo empezó con Daguerre o quizás aún antes
con Aristóteles metiendo su cabeza
en el interior de una cámara oscura y aquella polémica
ocurrencia en su Acerca del alma:
No es posible pensar sin imagen (el original dice fantasma)
Como todo asunto de alquimia
fue necesario recurrir a Mercurio
(mediador entre lo visible y lo invisible)
para positivar bigotes y vestidos de boda
en el fondo una fotografía es un espejo
que guarda un reflejo congelado
Su idea fue democratizar la imagen
sacarla de los santuarios y mostrar
que cualquier ser era digno
de ser fotografiado
Kodak for children only 1 $ !
Mientras tanto el celuloide
devino cadena de ceros y unos
y más ceros
quizás como sugerencia
de que somos apenas
tangencias de la nada
Teuth enemigo de Platón resultó
desbancado por Apolo quien
al igual que los flashes
nos hiere de lejos
Así la memoria
es sucesión de instantáneas
tomadas en museos, plazas y bares
junto a una inacabable
tarea de montaje. El yo fructifica
desde entonces
a veinticuatro fotogramas por segundo
-pongamos que el alma
sea inconsútil cruz de malta-
el resto es morosa melancolía o por el contrario
cámara rápida de la épica
Tu imagen ocupa exactamente 984 Kb
en este archivo. La calidad es excelente
y usando el zoom puedo aproximarme
a tu rostro
como cuando te besaba
dilatar el horizonte que dibujan tus párpados (ya
no se ve pero recuerdo en tus labios una sonrisa)
hasta el negro abisal de la pupila
Y ahí acaba todo
y empieza tu ausencia
desbordando píxels y pronombres
(Himno a George Eastman, Cortes publicitarios)
Imagen y metáfora, o cómo decir dos cosas al mismo tiempo
La metáfora es movimiento
El movimiento es imagen
La imagen es metáfora
Se cierra el círculo
Otra imagen
(Acabado en diamante)
La diferencia entre imagen y metáfora no es sino una cuestión de perspectiva, de paralaje. Puede decirse que la imagen no es más que una metáfora visual y que, por tanto, cumple la condición de la metáfora, la de ser una -mala- copia. Pero una mala copia, recordemos, no de un original -imposible- sino de otra mala copia, de otra mala copia, etc. Hay que evitar leer un poema con la pretensión del que busca desentrañar un mensaje cifrado -el original-, desestimar la idea de que la poesía -con todas sus metáforas- no es más que la distorsión y el encriptado de un mensaje más o menos complejo. No se trata de rascar en busca del premio escondido. Nada de eso. Si así lo pretendemos, quedaremos decepcionados por el perenne: SIGA BUSCANDO. Más bien entender un poema consistiría en poner de relieve las fuerzas que chocan y que acaban configurando la forma del poema, algo así como el plano de inmanencia del que el poema resulta la línea de fuga. Uno no comprende nunca un poema. Uno, a lo sumo, construye una constelación de sentidos (de copias que simulan ser los originales), sentidos que se desplazan en el tiempo y en los espacios (epistemológicos, subjetivos, etc). La imagen resulta entonces un pasaje (recordemos el sentido original de la metáfora como desplazamiento, como transporte) con el que viajar en el espacio y en el tiempo. Digo pasaje y mi chino -como siempre- me traiciona y copia 'interface'. Pensemos en la escena de la creación de la Sixtina como paradigma y epítome de desplazamiento, el que va de lo humano a lo divino, solventado a través de esa interfaz de carne y hueso llamado Miguel Ángel. Al fin y al cabo, si atendemos a la definición de la RAE de interface (o interfaz), podremos leer lo siguiente:
Interfaz: conexión física y funcional entre dos sistemas o aparatos diferentes.
De nuevo algo muy parecido a la metáfora. Del mismo modo puede afirmarse que el neurotransmisor es el interface entre el axón y la dendrita (otra vez el vacío instalado en el espacio más íntimo de la conciencia, el que separa dos neuronas). Otra vez el salto en el vacío, el desplazamiento, la metáfora, como el tránsito de lo analógico a lo digital que se produce en el cliqueo sobre el ratón. El poema, entonces, como detención, o mejor, como fijación de una 'cadena de búsqueda'.
Pero agreguemos más voces a nuestra teoría, es decir, sigamos acumulando errores.
La poeta canadiense Anne Carson dice en su 'Ensayo sobre aquello en lo que más pienso':
¿En qué consiste el placer de la metáfora?
Aristóteles dice que la metáfora hace que la mente se
experimente a sí misma
en el acto de cometer un error.
Él se imagina la mente moviéndose sobre una superficie plana
de lenguaje ordinario
cuando de pronto
esta superficie se rompe o se complica.
Lo inesperado emerge.
Y un poco más adelante:
Hay un proverbio chino que afirma,
El pincel no puede escribir dos caracteres de un solo trazo,
Y sin embargo
esto es justo lo que hace un buen error.
Pensemos en la metáfora, entonces, como en esa inesperada manera de escribir, de decir dos cosas al mismo tiempo, algo parecido a lo que ocurre con esos fotones capaces de atravesar las dos hendijas practicadas en una placa metálica. La poesía como lenguaje cuántico:
El principio de indeterminación de Heisenberg
lo que dice es que no se puede ser a un tiempo
arquero y flecha
El monje kyudo lo sabe
y deja de ser arquero para convertirse en flecha
Después la flecha desaparece en el blanco
que es otra vez el arquero. Éste es un camino
de ida y vuelta al YO
ENTRE DOS INSTANTES DE CONSCIENCIA DEL SUJETO
EXISTE SIEMPRE UNA FLECHA QUE LOS UNE
Nada más que eso significa
el principio de indeterminación de Heisenberg
Caballeros es todo
cuanto puedo decirles
Si tienen alguna duda les recomiendo
escuchen al amanecer
el canto de los gorriones
(El principio de incertidumbre de Heisenberg, La elocuencia del azar)
Traeremos junto a nosotros, para acabar con este apartado, a uno de los pocos autores que en nuestra lengua se han ocupado de elaborar una teoría coherente acerca de la imagen: el poeta cubano José Lezama Lima. No voy a glosar aquí su compleja poética. Simplemente recuperaré dos nociones que vienen a cuento y que emparentan con lo que se viene hablando. Lezama entiende la metáfora como modo de encuentro de los seres, una manera de mostrar las diferencias y al mismo tiempo de tender puentes entre las cosas. El poema no puede ser, sin embargo, un mero aglomerado de metáforas. Para que el poema cuaje, éstas metáforas deben apuntar a algo exterior al poema, algo que podría asociarse a la línea de fuga deleuziana y que él denomina 'imagen'. La imagen sería ese atractor extraño hacia el cual se orientan las metáforas, el imán que orquesta los fragmentos que componen el poema.
Poesía y publicidad, o por qué no todos los gatos son pardos
Naturalmente la poesía comparte no pocas cosas con la publicidad. Ambos, el poema y el anuncio publicitario, son atractores de una serie de imágenes/metáforas, fijaciones -como decíamos hace un momento- de una cadena de búsqueda (casi siempre inconsciente). La manzana de la que hablábamos, la manzana paradisíaca es también la manzana a la que aspira la publicidad (nuestras manzanas son más manzanas que las de la competencia, llevan en sí un plus de 'manzanidad', etc). Pero hay una diferencia a mi juicio esencial entre la poesía y la publicidad. Mientras que la poesía es un fin en sí misma (uno lee un poema de un autor y se da por satisfecho o, como mucho, corre a comprar el libro que lo contiene) el anuncio publicitario es un medio que persigue un objetivo ajeno a su propio entramado retórico. El lenguaje publicitario tiene algo de vicario, señala a algo nítido, algo que podemos encontrar fácilmente en el estante de un supermercado o tras el cristal impoluto de un concesionario de automóviles. La cadena de imágenes/metáforas publicitarias (la cadena de búsqueda) puede que incorpore un elevado número de influencias y conexiones culturales; el problema es que convergen demasiado rápido al objeto susceptible de ser consumido, ahorrándonos la falta de inmediatez y, por tanto, el misterio de la poesía.
Y el verbo se hizo carne (enlatada)
El antropólogo Jean Pierre Vernant muestra en sus libros la interdependencia y la homología de las estructuras políticas y religioso-filosóficas en la Grecia antigua. Así prueba hasta qué punto la isegoría (equiparación del discurso de los ciudadanos en el ágora o plaza pública) está vinculada al nacimiento del logos filosófico (un logos que, a diferencia del mito, es un discurso que busca la aceptación universal). Es curioso que otro momento de resurgimiento de la filosofía (sobre todo la neoplatónica) como es el Renacimiento italiano coincida a su vez con un nuevo tipo de democratización, no ya de la palabra, sino de la visión y, con esto quiere decirse, de la perspectiva y de los tipos representados. Los pintores renacentistas combinan el retrato nobiliario con el de modestos trabajadores. El mismo Pietro Aretino llega a lamentar esta proliferación de tipos 'mediocres' en las pinturas cuando afirma que 'hasta los sastres y los carniceros aparecen vivos en la pintura'. Creo que lo que se viene denominando como cultura pop no supone sino un nuevo 'Renacimiento' en el sentido de una democratización que va más allá de los tipos y que llega a la esencia de la imagen. El paradigma de cuanto se afirma puede encontrarse en la portada del Sgt. Pepper's, de los Beatles. Recodemos la imagen: junto a los divos mancunianos aparecen Bob Dylan, E. A. Poe, Cassius Clay, Shirley Temple, Carlos Marx, y un largo etcétera. Cuando un pintor renacentista pinta a un sastre nada impide que éste siga siendo en esencia un sastre, el pintor hace notar aquello que es un sastre y que lo distingue precisamente de otro trabajador manual o de un burgués o un cortesano. En el universo pop las esencias se desdibujan, sin embargo. Un sencillo trabajador puede convertirse en un superhéroe, tras una metamorfosis que dejaría boquiabierto al mismísimo Ovidio. Micky Mouse y Albert Einstein se abrazan y danzan al compás de Milli Vanilli, olvidando las terribles consecuencias que producen el encuentro de partícula y antipartícula.
El aleph e internet, o por qué Borges no necesita levantar la cabeza
Borges imaginó el aleph, ese objeto esférico donde uno podía contemplar toda la existencia. El mismo año de la muerte del autor argentino, Tim Berners-Lee, un físico que trabajaba para el CERN, ubicado en Ginebra, anda desarrollando la World Wide Web o, lo que es lo mismo, internet, tal y como hoy lo conocemos. Borges, a su vez, nace en el momento en el que un matemático alemán, George Cantor, desarrolla su teoría de los números transfinitos. Cantor demuestra que existen dos tipos distintos de infinitos, el infinito numerable, al que denomina alef sub cero, y otro infinito, no numerable, continuo, que llama alef sub uno. Es fácil probar que ese infinito no numerable es el mismo que el que constituyen las cadenas infinitas de ceros y unos. Coincidencias en el espacio y en el tiempo. Borges es enterrado en el cementerio des Rois de Ginebra. Otra vez, como sucedía con las novelas de Verne, un objeto que nace en la imaginación del hombre, una estructura antropológica que quizás pueda rastrearse hasta las especulaciones del Museo mitológico en su perdido tratado acerca de la esfera, acaba haciéndose real. Tim Berners-Lee cumple el sueño del autor argentino. Ha surgido un nuevo ser, la red, un ser que reconfigura nuestra manera de relacionarnos y de aprender, un ser que, como el conjunto de Cantor, posee la potencia del continuo (¿qué es una página web, en el fondo, sino una sucesión de ceros y unos?). El alef sub uno de Cantor, el aleph de Borges, la WWW de Berners-Lee. Si el filósofo norteamericano Walter Watson clasifica las épocas de la humanidad en ónticas, epistemológicas y semánticas, quizás internet suponga el impulso definitivo que nos permita pasar de esta época semántica a una nueva época óntica (lo digital, en contraposición -o complementariedad- con lo analógico, sería ese nuevo ser del que estamos hablando), época que requeriría del poeta una reinvención de la analogía o, dicho de otra manera, de conexiones dentro de ese nodo de simultaneidad que es el aleph. El clickeo sobre la interface, ese nuevo tacto, se nos aparece entonces como el 'como' poético, una herramienta metafórica cuya importancia sólo empezamos a atisbar.
Observando a su vez la escritura como un modo de memoria artificial (algo de lo que ya se dio cuenta Platón), la red supone una ampliación exponencial de nuestra 'memoria', un exocerebro artificial que ofrece posibilidades casi infinitas. Obras de netart como las de Cristophe Bruno (estoy pensando, en particular, en 'fascinum', donde se nos muestra en tiempo real las 10 imágenes más vistas por los internautas en 7 países distintos -entre ellos, el nuestro-) ayudan a entender la web como un ser dotado de alguna manera de conciencia al que se pudiera por tanto psicoanalizar. Internet -junto al disco duro de nuestro PC- como una conciencia y una memoria extendida, y por tanto poetizable, novelable. Una posibilidad añadida para poetas y novelistas, sólo una posibilidad, pero, desde luego, nada desdeñable. El contenido de nuestra carpeta de 'incoming' de e-mule o nuestro listado de 'favoritos' puede decir tanto o más de nosotros que la manera como sujetamos la cucharilla del café o el contenido de nuestra biblioteca.
Pero no se alarmen los más conservadores, si lancen las campanas al vuelo los profetas de la ultimísima vanguardia. No olviden que todo el tiempo hemos estado hablando de metáforas; de errores, por tanto. Todo esto, señoras y señores... Ustedes ahí, yo aquí, estas palabras... Todo esto no es más que un afortunado error.
En el metro, camino del hotel, monta un chico en el vagón. Nos miramos, como si nos conociésemos. Durante el trayecto despliega un folleto con la programación del NEO3. No me lo creo. Nos bajamos en la misma parada. Después de dejar la maleta en el hotel me acerco al palacio de la virreina. Subo a la cuarta planta y lo veo sentado allí, entre el público. A la mañana siguiente, en la mesa redonda en la que participo , vuelvo a verlo sentado, al fondo a la derecha. Después de comer, los integrantes de la mesa redonda cruzamos la calle, de vuelta al palau. Me cruzo de nuevo con el mismo chico. Nos miramos. Barcelona parece una ciudad habitada por un puñado de personas. Y una cantidad desmesurada de turistas.
Bueno. Y ahora, como había prometido, el resto de la charla:
Un acercamiento a la mímesis fantasmática, o por qué el poeta viene del mono
Un corolario inmediato de lo anterior rezaría que no hay "bellas metáforas", sino "errores interesantes". Una pregunta no menos inmediata podría enunciarse de la siguiente manera: ¿cómo sabemos cuándo y dónde se ha producido el error? La respuesta en principio resultaría sencilla: basta con consultar el original, la fuente, la escritura divina. Pero ahí está el problema... ¿Dónde encontrar ese paraíso textual, la lengua adánica, sueño de cabalistas y motivo de especulación de ese otro cabalista emboscado que es Walter Benjamin? Naturalmente, en ninguna parte. Y aquí es donde mi mono particular, el que transcribe, no la escritura divina -demasiado para su body- sino la del simio-diablo-demiurgo, se apunta al carro benjaminiano para decir que la única manera de conseguir algo parecido es cometer todos los errores, es decir insistir en las malas copias o, siendo más concretos, que la única manera de conocer la manzana paradisíaca es elaborar todas las metáforas posibles a partir de una sencilla manzana, de la manzana del almuerzo o de la que uno encuentra en el cajón del supermercado. Proliferación ad infinitum de las malas copias, ése es el método al que se aplica con dedicación y disciplina mi simio particular, un misreading de la musa tradicional y clásica que (disculpen los más susceptibles la incorrección política, motivada por la proverbial aptitud asiática para la copia) en mi caso se parece bastante más a uno de esos chinos estajanovistas encerrado en un estrecho cubículo, aplicado a la imitación, a la simulación de la escritura de los maestros: Borges, Cortázar, Gombrowicz, Valente, Matsuo Basho, Anne Carson, etc. Naturalmente las copias de "mi chino", como pasaré a llamarlo -con toda confianza- a partir de este momento, son "malas copias", su Borges se acaba pareciendo demasiado a Ballard o su Valente a un teorema de Heisenberg. Son "malas copias" asimismo en un sentido platónico. Casi nunca pretende la imitación fiel de lo real sino que, fiel a su infidelidad (ya hemos dicho que su método consiste en la prolija reiteración del error), insiste en el simulacro, en el phantasma que no admite parangón con un modelo real. Mi chino lee esa frase de Deleuze donde el filósofo afirma que el simulacro nace cuando uno de los términos en la serie de las copias se aleja del modelo y (re)escribe que 'la manzana adánica es el atractor extraño de la serie de iteradas en que consiste cada una de las metáforas de la manzana de supermercado'. Como ven, un auténtico lío.
Pero no anda solo en esto, mi chino. Basta con remontarse a los griegos. Pondré algunos ejemplos. Cuando el daimon de Platón estaba a punto de transcribir a la perfección un diálogo platónico, entonces se equivocaba y terminaba por escribir un mito. Cuando el idem de Aristóteles se aplicaba a la transcripción de la poética -tal y como debía aparecer en el texto divino-, sin saber por qué, acababa hablando de biología (¿qué es, si no, eso de géneros y especies y la tragedia entendida como un ser vivo?). Cuando Coleridge transcribía en su poema Kubla Khan la maravilla de aquel sueño de belleza perfecta alguien vino a golpearle en la puerta, un sencillo granjero de Porlock, el pueblo donde a la sazón residía el poeta, para pedirle ayuda en un asunto nada poético: el parto de una marrana. Ningún autor está a salvo de ese daimon -humano o divino- que estorba la escritura. Es preciso, pues, insistir en ello, nuestra única certeza: al principio fue la metáfora.
Propongo aquí una personal deslectura, una mala copia. En este caso, pindárica. Uno lee un himno escrito en el sigo V a. C donde se canta y se celebra la victoria de un atleta olímpico y puede acabar escribiendo algo por el estilo:
Todo empezó con Daguerre o quizás aún antes
con Aristóteles metiendo su cabeza
en el interior de una cámara oscura y aquella polémica
ocurrencia en su Acerca del alma:
No es posible pensar sin imagen (el original dice fantasma)
Como todo asunto de alquimia
fue necesario recurrir a Mercurio
(mediador entre lo visible y lo invisible)
para positivar bigotes y vestidos de boda
en el fondo una fotografía es un espejo
que guarda un reflejo congelado
Su idea fue democratizar la imagen
sacarla de los santuarios y mostrar
que cualquier ser era digno
de ser fotografiado
Kodak for children only 1 $ !
Mientras tanto el celuloide
devino cadena de ceros y unos
y más ceros
quizás como sugerencia
de que somos apenas
tangencias de la nada
Teuth enemigo de Platón resultó
desbancado por Apolo quien
al igual que los flashes
nos hiere de lejos
Así la memoria
es sucesión de instantáneas
tomadas en museos, plazas y bares
junto a una inacabable
tarea de montaje. El yo fructifica
desde entonces
a veinticuatro fotogramas por segundo
-pongamos que el alma
sea inconsútil cruz de malta-
el resto es morosa melancolía o por el contrario
cámara rápida de la épica
Tu imagen ocupa exactamente 984 Kb
en este archivo. La calidad es excelente
y usando el zoom puedo aproximarme
a tu rostro
como cuando te besaba
dilatar el horizonte que dibujan tus párpados (ya
no se ve pero recuerdo en tus labios una sonrisa)
hasta el negro abisal de la pupila
Y ahí acaba todo
y empieza tu ausencia
desbordando píxels y pronombres
(Himno a George Eastman, Cortes publicitarios)
Imagen y metáfora, o cómo decir dos cosas al mismo tiempo
La metáfora es movimiento
El movimiento es imagen
La imagen es metáfora
Se cierra el círculo
Otra imagen
(Acabado en diamante)
La diferencia entre imagen y metáfora no es sino una cuestión de perspectiva, de paralaje. Puede decirse que la imagen no es más que una metáfora visual y que, por tanto, cumple la condición de la metáfora, la de ser una -mala- copia. Pero una mala copia, recordemos, no de un original -imposible- sino de otra mala copia, de otra mala copia, etc. Hay que evitar leer un poema con la pretensión del que busca desentrañar un mensaje cifrado -el original-, desestimar la idea de que la poesía -con todas sus metáforas- no es más que la distorsión y el encriptado de un mensaje más o menos complejo. No se trata de rascar en busca del premio escondido. Nada de eso. Si así lo pretendemos, quedaremos decepcionados por el perenne: SIGA BUSCANDO. Más bien entender un poema consistiría en poner de relieve las fuerzas que chocan y que acaban configurando la forma del poema, algo así como el plano de inmanencia del que el poema resulta la línea de fuga. Uno no comprende nunca un poema. Uno, a lo sumo, construye una constelación de sentidos (de copias que simulan ser los originales), sentidos que se desplazan en el tiempo y en los espacios (epistemológicos, subjetivos, etc). La imagen resulta entonces un pasaje (recordemos el sentido original de la metáfora como desplazamiento, como transporte) con el que viajar en el espacio y en el tiempo. Digo pasaje y mi chino -como siempre- me traiciona y copia 'interface'. Pensemos en la escena de la creación de la Sixtina como paradigma y epítome de desplazamiento, el que va de lo humano a lo divino, solventado a través de esa interfaz de carne y hueso llamado Miguel Ángel. Al fin y al cabo, si atendemos a la definición de la RAE de interface (o interfaz), podremos leer lo siguiente:
Interfaz: conexión física y funcional entre dos sistemas o aparatos diferentes.
De nuevo algo muy parecido a la metáfora. Del mismo modo puede afirmarse que el neurotransmisor es el interface entre el axón y la dendrita (otra vez el vacío instalado en el espacio más íntimo de la conciencia, el que separa dos neuronas). Otra vez el salto en el vacío, el desplazamiento, la metáfora, como el tránsito de lo analógico a lo digital que se produce en el cliqueo sobre el ratón. El poema, entonces, como detención, o mejor, como fijación de una 'cadena de búsqueda'.
Pero agreguemos más voces a nuestra teoría, es decir, sigamos acumulando errores.
La poeta canadiense Anne Carson dice en su 'Ensayo sobre aquello en lo que más pienso':
¿En qué consiste el placer de la metáfora?
Aristóteles dice que la metáfora hace que la mente se
experimente a sí misma
en el acto de cometer un error.
Él se imagina la mente moviéndose sobre una superficie plana
de lenguaje ordinario
cuando de pronto
esta superficie se rompe o se complica.
Lo inesperado emerge.
Y un poco más adelante:
Hay un proverbio chino que afirma,
El pincel no puede escribir dos caracteres de un solo trazo,
Y sin embargo
esto es justo lo que hace un buen error.
Pensemos en la metáfora, entonces, como en esa inesperada manera de escribir, de decir dos cosas al mismo tiempo, algo parecido a lo que ocurre con esos fotones capaces de atravesar las dos hendijas practicadas en una placa metálica. La poesía como lenguaje cuántico:
El principio de indeterminación de Heisenberg
lo que dice es que no se puede ser a un tiempo
arquero y flecha
El monje kyudo lo sabe
y deja de ser arquero para convertirse en flecha
Después la flecha desaparece en el blanco
que es otra vez el arquero. Éste es un camino
de ida y vuelta al YO
ENTRE DOS INSTANTES DE CONSCIENCIA DEL SUJETO
EXISTE SIEMPRE UNA FLECHA QUE LOS UNE
Nada más que eso significa
el principio de indeterminación de Heisenberg
Caballeros es todo
cuanto puedo decirles
Si tienen alguna duda les recomiendo
escuchen al amanecer
el canto de los gorriones
(El principio de incertidumbre de Heisenberg, La elocuencia del azar)
Traeremos junto a nosotros, para acabar con este apartado, a uno de los pocos autores que en nuestra lengua se han ocupado de elaborar una teoría coherente acerca de la imagen: el poeta cubano José Lezama Lima. No voy a glosar aquí su compleja poética. Simplemente recuperaré dos nociones que vienen a cuento y que emparentan con lo que se viene hablando. Lezama entiende la metáfora como modo de encuentro de los seres, una manera de mostrar las diferencias y al mismo tiempo de tender puentes entre las cosas. El poema no puede ser, sin embargo, un mero aglomerado de metáforas. Para que el poema cuaje, éstas metáforas deben apuntar a algo exterior al poema, algo que podría asociarse a la línea de fuga deleuziana y que él denomina 'imagen'. La imagen sería ese atractor extraño hacia el cual se orientan las metáforas, el imán que orquesta los fragmentos que componen el poema.
Poesía y publicidad, o por qué no todos los gatos son pardos
Naturalmente la poesía comparte no pocas cosas con la publicidad. Ambos, el poema y el anuncio publicitario, son atractores de una serie de imágenes/metáforas, fijaciones -como decíamos hace un momento- de una cadena de búsqueda (casi siempre inconsciente). La manzana de la que hablábamos, la manzana paradisíaca es también la manzana a la que aspira la publicidad (nuestras manzanas son más manzanas que las de la competencia, llevan en sí un plus de 'manzanidad', etc). Pero hay una diferencia a mi juicio esencial entre la poesía y la publicidad. Mientras que la poesía es un fin en sí misma (uno lee un poema de un autor y se da por satisfecho o, como mucho, corre a comprar el libro que lo contiene) el anuncio publicitario es un medio que persigue un objetivo ajeno a su propio entramado retórico. El lenguaje publicitario tiene algo de vicario, señala a algo nítido, algo que podemos encontrar fácilmente en el estante de un supermercado o tras el cristal impoluto de un concesionario de automóviles. La cadena de imágenes/metáforas publicitarias (la cadena de búsqueda) puede que incorpore un elevado número de influencias y conexiones culturales; el problema es que convergen demasiado rápido al objeto susceptible de ser consumido, ahorrándonos la falta de inmediatez y, por tanto, el misterio de la poesía.
Y el verbo se hizo carne (enlatada)
El antropólogo Jean Pierre Vernant muestra en sus libros la interdependencia y la homología de las estructuras políticas y religioso-filosóficas en la Grecia antigua. Así prueba hasta qué punto la isegoría (equiparación del discurso de los ciudadanos en el ágora o plaza pública) está vinculada al nacimiento del logos filosófico (un logos que, a diferencia del mito, es un discurso que busca la aceptación universal). Es curioso que otro momento de resurgimiento de la filosofía (sobre todo la neoplatónica) como es el Renacimiento italiano coincida a su vez con un nuevo tipo de democratización, no ya de la palabra, sino de la visión y, con esto quiere decirse, de la perspectiva y de los tipos representados. Los pintores renacentistas combinan el retrato nobiliario con el de modestos trabajadores. El mismo Pietro Aretino llega a lamentar esta proliferación de tipos 'mediocres' en las pinturas cuando afirma que 'hasta los sastres y los carniceros aparecen vivos en la pintura'. Creo que lo que se viene denominando como cultura pop no supone sino un nuevo 'Renacimiento' en el sentido de una democratización que va más allá de los tipos y que llega a la esencia de la imagen. El paradigma de cuanto se afirma puede encontrarse en la portada del Sgt. Pepper's, de los Beatles. Recodemos la imagen: junto a los divos mancunianos aparecen Bob Dylan, E. A. Poe, Cassius Clay, Shirley Temple, Carlos Marx, y un largo etcétera. Cuando un pintor renacentista pinta a un sastre nada impide que éste siga siendo en esencia un sastre, el pintor hace notar aquello que es un sastre y que lo distingue precisamente de otro trabajador manual o de un burgués o un cortesano. En el universo pop las esencias se desdibujan, sin embargo. Un sencillo trabajador puede convertirse en un superhéroe, tras una metamorfosis que dejaría boquiabierto al mismísimo Ovidio. Micky Mouse y Albert Einstein se abrazan y danzan al compás de Milli Vanilli, olvidando las terribles consecuencias que producen el encuentro de partícula y antipartícula.
El aleph e internet, o por qué Borges no necesita levantar la cabeza
Borges imaginó el aleph, ese objeto esférico donde uno podía contemplar toda la existencia. El mismo año de la muerte del autor argentino, Tim Berners-Lee, un físico que trabajaba para el CERN, ubicado en Ginebra, anda desarrollando la World Wide Web o, lo que es lo mismo, internet, tal y como hoy lo conocemos. Borges, a su vez, nace en el momento en el que un matemático alemán, George Cantor, desarrolla su teoría de los números transfinitos. Cantor demuestra que existen dos tipos distintos de infinitos, el infinito numerable, al que denomina alef sub cero, y otro infinito, no numerable, continuo, que llama alef sub uno. Es fácil probar que ese infinito no numerable es el mismo que el que constituyen las cadenas infinitas de ceros y unos. Coincidencias en el espacio y en el tiempo. Borges es enterrado en el cementerio des Rois de Ginebra. Otra vez, como sucedía con las novelas de Verne, un objeto que nace en la imaginación del hombre, una estructura antropológica que quizás pueda rastrearse hasta las especulaciones del Museo mitológico en su perdido tratado acerca de la esfera, acaba haciéndose real. Tim Berners-Lee cumple el sueño del autor argentino. Ha surgido un nuevo ser, la red, un ser que reconfigura nuestra manera de relacionarnos y de aprender, un ser que, como el conjunto de Cantor, posee la potencia del continuo (¿qué es una página web, en el fondo, sino una sucesión de ceros y unos?). El alef sub uno de Cantor, el aleph de Borges, la WWW de Berners-Lee. Si el filósofo norteamericano Walter Watson clasifica las épocas de la humanidad en ónticas, epistemológicas y semánticas, quizás internet suponga el impulso definitivo que nos permita pasar de esta época semántica a una nueva época óntica (lo digital, en contraposición -o complementariedad- con lo analógico, sería ese nuevo ser del que estamos hablando), época que requeriría del poeta una reinvención de la analogía o, dicho de otra manera, de conexiones dentro de ese nodo de simultaneidad que es el aleph. El clickeo sobre la interface, ese nuevo tacto, se nos aparece entonces como el 'como' poético, una herramienta metafórica cuya importancia sólo empezamos a atisbar.
Observando a su vez la escritura como un modo de memoria artificial (algo de lo que ya se dio cuenta Platón), la red supone una ampliación exponencial de nuestra 'memoria', un exocerebro artificial que ofrece posibilidades casi infinitas. Obras de netart como las de Cristophe Bruno (estoy pensando, en particular, en 'fascinum', donde se nos muestra en tiempo real las 10 imágenes más vistas por los internautas en 7 países distintos -entre ellos, el nuestro-) ayudan a entender la web como un ser dotado de alguna manera de conciencia al que se pudiera por tanto psicoanalizar. Internet -junto al disco duro de nuestro PC- como una conciencia y una memoria extendida, y por tanto poetizable, novelable. Una posibilidad añadida para poetas y novelistas, sólo una posibilidad, pero, desde luego, nada desdeñable. El contenido de nuestra carpeta de 'incoming' de e-mule o nuestro listado de 'favoritos' puede decir tanto o más de nosotros que la manera como sujetamos la cucharilla del café o el contenido de nuestra biblioteca.
Pero no se alarmen los más conservadores, si lancen las campanas al vuelo los profetas de la ultimísima vanguardia. No olviden que todo el tiempo hemos estado hablando de metáforas; de errores, por tanto. Todo esto, señoras y señores... Ustedes ahí, yo aquí, estas palabras... Todo esto no es más que un afortunado error.
lunes, 6 de octubre de 2008
Érase una vez, o la metáfora como principio cosmológico
Cortapego aquí un fragmento -el principio- de aquello de lo que hablaré en el congreso NEO3 que tendrá lugar del jueves 9 a sábado 11 de esta semana, en Barcelona.
Érase una vez, o la metáfora como principio cosmológico
Empezaré como empiezan casi todas las cosas, con un mito. Hay un mito de origen gnóstico según el cual el mundo, tal y como lo conocemos, procede del error cometido por un demiurgo en la copia de la escritura divina. San Agustín, no sabemos si conocedor de dicho mito (aunque para Harold Bloom una obra puede influir en el autor sin necesidad de haberla leído), insiste en el asunto con su visión del diablo como simium dei, como el simio de Dios, un imitador simiesco que le pone rostro -y pelo- al demiurgo gnóstico antes citado. No sabemos si los astrónomos saben de gnosticismo o han leído a San Agustín (puede ser, mi profesor de mecánica cuántica guardaba en el cajón de la mesa de su despacho un ejemplar del 'Cántico espiritual' de San Juan de la Cruz), pero el 'último grito' cosmológico afirma que el universo comenzó por una violación de la simetría, cuando una partícula de materia descubrió que, ahí enfrente, no estaba su antipartícula, sino más bien otra cosa. Podemos comenzar afirmando entonces (y aquí la religión parece estar de acuerdo con la ciencia) algo así como que in principium error fuit, al principio fue el error, la dislexia o, para seguir con la escuela de Yale: el misreading. El mono imita al hombre, lo simula, se hace pasar por él (recordemos muy a propósito la etiqueta de la famosa botella de anís). Entre simium y simil puede establecerse no una relación etimológica sino una deslectura. Nuestro demiurgo gnóstico lee en algún rincón de la escritura divina "Simium dei" y transcribe "similar dei", semejante a dios. Al principio fue el error, ya dijimos, un error que guarda cierta semejanza con el origen, con la imagen original. Se ha producido una sustitución, la imagen real (porque hay que suponer que en el libro divino está escrita la realidad, que él mismo es la realidad) por la imagen figurada. Pero... ¿no es ésta una de las posibles definiciones del tropo fundamental, de la metáfora? Acabamos de pasar del dominio de la cosmogonía al de la retórica, que no es poca cosa. El simio, nuestro simio, sigue (re)escribiendo y anota ahora lo siguiente en su cuaderno moleskine o en su archivo de word: 'al principio fue la metáfora'. Y de ahí, nosotros, lectores, podemos sacar algunas conclusiones y alguna que otra pregunta.
Érase una vez, o la metáfora como principio cosmológico
Empezaré como empiezan casi todas las cosas, con un mito. Hay un mito de origen gnóstico según el cual el mundo, tal y como lo conocemos, procede del error cometido por un demiurgo en la copia de la escritura divina. San Agustín, no sabemos si conocedor de dicho mito (aunque para Harold Bloom una obra puede influir en el autor sin necesidad de haberla leído), insiste en el asunto con su visión del diablo como simium dei, como el simio de Dios, un imitador simiesco que le pone rostro -y pelo- al demiurgo gnóstico antes citado. No sabemos si los astrónomos saben de gnosticismo o han leído a San Agustín (puede ser, mi profesor de mecánica cuántica guardaba en el cajón de la mesa de su despacho un ejemplar del 'Cántico espiritual' de San Juan de la Cruz), pero el 'último grito' cosmológico afirma que el universo comenzó por una violación de la simetría, cuando una partícula de materia descubrió que, ahí enfrente, no estaba su antipartícula, sino más bien otra cosa. Podemos comenzar afirmando entonces (y aquí la religión parece estar de acuerdo con la ciencia) algo así como que in principium error fuit, al principio fue el error, la dislexia o, para seguir con la escuela de Yale: el misreading. El mono imita al hombre, lo simula, se hace pasar por él (recordemos muy a propósito la etiqueta de la famosa botella de anís). Entre simium y simil puede establecerse no una relación etimológica sino una deslectura. Nuestro demiurgo gnóstico lee en algún rincón de la escritura divina "Simium dei" y transcribe "similar dei", semejante a dios. Al principio fue el error, ya dijimos, un error que guarda cierta semejanza con el origen, con la imagen original. Se ha producido una sustitución, la imagen real (porque hay que suponer que en el libro divino está escrita la realidad, que él mismo es la realidad) por la imagen figurada. Pero... ¿no es ésta una de las posibles definiciones del tropo fundamental, de la metáfora? Acabamos de pasar del dominio de la cosmogonía al de la retórica, que no es poca cosa. El simio, nuestro simio, sigue (re)escribiendo y anota ahora lo siguiente en su cuaderno moleskine o en su archivo de word: 'al principio fue la metáfora'. Y de ahí, nosotros, lectores, podemos sacar algunas conclusiones y alguna que otra pregunta.
lunes, 29 de septiembre de 2008
La parada
El vagón está a punto de detenerse cuando, al otro lado de la ventanilla, ve a la muchacha. Le desconcierta no saber cuál puede ser su edad. Viste como una chica de veinte, pero fijándose en su cara se da cuenta de que no debe tener más de trece o catorce. La puerta del vagón se abre justo frente a ella. Está recostada sobre una de esas barras metálicas, los pies colgando un palmo por encima del suelo, como una atleta de barra fija que se hubiese hecho un descanso en su ejercicio. Todo esto lo ha percibido en un segundo. Los sentidos de su cuerpo parecen haberse puesto de acuerdo para acelerar su ritmo, para trabajar diez o veinte veces más rápido. Por eso no se sorprende cuando, nada más descender, con la bolsa de la compra en la mano, le ha preguntado si le acompaña. Ella le ha observado sin extrañeza, como si fuese un tío o un amigo de la familia el que pronunciase aquellas palabras, al que hubiese estado allí aguardando. Entonces se ha incorporado sobre la barra y lo ha seguido. Han subido las escaleras que llevan a la calle. Sus pupilas se han contraído al mismo tiempo bajo la luz de este luminoso día de otoño.
Al llegar al portal ella se ha quedado detenida. Él ha temido, durante un instante, que pudiera volverse atrás. Temeroso por su indecisión la ha mirado. Ella ha dicho 'todo esto es muy abstracto'. Sencillamente. Entonces ha escuchado su voz. Una voz de muchacha. La voz con la que hablaría la belleza, si la belleza pudiera revestirse de carne. Ha asentido. Ha abierto la puerta y ella le ha seguido, como si su aquiescencia bastase para disipar sus dudas y convencerla de que diese el paso definitivo.
Ha abandonado la cama. Ella, todavía desnuda, parecía fatigada. El placer casi se había retirado por completo, lo suficiente como para poder asegurar que había sentido un placer inmenso y que sólo ahora empezaba a ser descriptible. Su piel era tan frágil que todavía le sorprendía que no se hubiese roto al estrujarla contra la suya. 'Ahora debes marcharte', le ha dicho, intentando poner en sus palabras a un tiempo la determinación y la suavidad considerada de un amante satisfecho. Ella ha seguido inmóvil. Ha repetido la frase y ella se ha girado para mirarlo en silencio. Él ha empezado a sentir su belleza desparramada sobre la sábana como una amenaza. 'Tienes que irte', ha insistido. Y ella ha hecho aflorar algo a su mirada, algo que a él de alguna manera ya le resultaba previsible, algo que ya había experimentado sin saberlo en algunas de sus pesadillas. Y, abriendo sus labios apenas, como si fuese el instrumento de una fuerza ajena a los límites que demarcaba su cuerpo, ha respondido: 'Ni lo sueñes. Yo vine aquí para quedarme'.
Sencillamente.
Al llegar al portal ella se ha quedado detenida. Él ha temido, durante un instante, que pudiera volverse atrás. Temeroso por su indecisión la ha mirado. Ella ha dicho 'todo esto es muy abstracto'. Sencillamente. Entonces ha escuchado su voz. Una voz de muchacha. La voz con la que hablaría la belleza, si la belleza pudiera revestirse de carne. Ha asentido. Ha abierto la puerta y ella le ha seguido, como si su aquiescencia bastase para disipar sus dudas y convencerla de que diese el paso definitivo.
Ha abandonado la cama. Ella, todavía desnuda, parecía fatigada. El placer casi se había retirado por completo, lo suficiente como para poder asegurar que había sentido un placer inmenso y que sólo ahora empezaba a ser descriptible. Su piel era tan frágil que todavía le sorprendía que no se hubiese roto al estrujarla contra la suya. 'Ahora debes marcharte', le ha dicho, intentando poner en sus palabras a un tiempo la determinación y la suavidad considerada de un amante satisfecho. Ella ha seguido inmóvil. Ha repetido la frase y ella se ha girado para mirarlo en silencio. Él ha empezado a sentir su belleza desparramada sobre la sábana como una amenaza. 'Tienes que irte', ha insistido. Y ella ha hecho aflorar algo a su mirada, algo que a él de alguna manera ya le resultaba previsible, algo que ya había experimentado sin saberlo en algunas de sus pesadillas. Y, abriendo sus labios apenas, como si fuese el instrumento de una fuerza ajena a los límites que demarcaba su cuerpo, ha respondido: 'Ni lo sueñes. Yo vine aquí para quedarme'.
Sencillamente.
sábado, 27 de septiembre de 2008
San Jerónimo en su escritorio
El escritorio es un mueble de madera colocado sobre el enlosado de la catedral. Reposa sobre un estrado al que se accede por tres peldaños y comprende fundamentalmente seis casilleros cargados de libros y de diversos objetos (sobre todo cajas y un jarrón), y una superficie de trabajo, la parte plana de la cual sostiene dos libros, un tintero y una pluma, y la parte inclinada el libro que el santo está leyendo. Todos sus elementos son fijos, es decir, constituyen el mueble propiamente dicho, pero además sobre el estrado hay un asiento sobre el cual está sentado el santo, y un arca.
El santo se ha descalzado para subir al estrado. Ha dejado su sombrero de cardenal sobre el arca. Está vestido con un hábito rojo (de cardenal) y en la cabeza lleva una especie de solideo igualmente rojo. Está muy derecho en su asiento, y muy lejos del libro que está leyendo. Sus dedos se han deslizado entre las hojas, como si estuviera simplemente hojeando el libro, o como si necesitara repasar fragmentos anteriores de su lectura. Encima de uno de los estantes, frente al santo y muy por encima de él, se erige un minúsculo Cristo crucificado.
A un lado de las estanterías están colocadas dos páteras austeras, y sobre una de ellas hay una tela que quizás es un amito o una estola, pero lo más verosímil es que se trate de una servilleta.
En un saliente del estrado hay dos macetas con plantas, una de las cuales quizá es un naranjo enano, y un gatito atigrado cuya postura invita a pensar que se encuentra en estado de sueño ligero. Por encima del naranjo, sobre el tablero de la superficie de trabajo, hay una etiqueta fijada que, como casi siempre en Antonello de Messina, reproduce el nombre del pintor y la fecha de realización del cuadro.
A cada lado y por encima del despacho, se puede uno hacer una idea del resto de la catedral. Se encuentra vacía, si exceptuamos a una león situado a la derecha y que, con una pata en el aire, parece dudar en venir a molestar al santo en su trabajo. En el cuadro de las altas y estrechas ventanas de arriba, aparecen siete pájaros. A través de las ventanas de abajo se puede contemplar un paisaje ligeramente accidentado, un ciprés, varios olivos, un castillo, un río con dos personajes que están remando y tres que pescan.
El conjunto puede verse por una vasta abertura ojival apoyada por un pavo real y una avecilla rapaz que posan complacientemente junto a un magnífico barreño de cobre.
Todo el espacio se organiza por entero alrededor de este mueble (y el mueble se organiza por entero alrededor del libro): la arquitectura glacial de la iglesia (la desnudez de su enlosado, la hostilidad de sus pilares) queda anulada: sus perspectivas y sus verticales ya no delimitan el único lugar de una fe sublime, sólo están presentes para dar al mueble su escala, permitirle su inscripción: en el centro de lo inhabitable, el mueble define una espacio domesticado que los gatos, los libros y los hombres habitan con serenidad.
Georges Perec (Especies de espacios)
sábado, 20 de septiembre de 2008
Hacia el socialismo por el libre mercado
No les tengo que poner al día, supongo, sobre la situación económica mundial ni sobre la sorprendente intervención económica en Estados Unidos. Es para no salir del asombro. De hecho, todavía no he salido. Quizás esto no signifique sino algo evidente, y es que los gobiernos como tales son meros tutores (jueces, en sentido casi deportivo) del juego de la economía y que el erario público sólo es necesario para el caso de que el juego se complique, se ponga feo, muy feo. Me hago todo tipo de preguntas estúpidas, como si es necesario un sistema privado de pensiones si al final la compañía de seguros (AIG, digamos) se va a pique. ¿No sería más seguro un sistema de Seguridad Social, tal y como existe (y espero, por dios, que perdure) por estos lares? Claro, que entonces sería imposible que un montón de personas se enriquezcan con el negocio antes de quebrarlo. Pero bueno, aquí en Madrid, vamos en dirección contraria. Muy pronto privatizaremos el agua que al fin y al cabo es algo mucho más necesario que el petróleo o que incluso los tomates y las patatas. Si pudiera hablar con nuestra presidenta le propondría ir más allá. Por ejemplo, hacer cotizar en bolsa los órganos para trasplantes o las primicias de nuestras doncellas. Hay infinidad de posibilidades todavía desatendidas. Pero para eso estamos los blogueros con vocación de servicio público. Quizás, y ésta sería la visión optimista del asunto, la crisis desemboque en un socialismo como no habíamos previsto hasta ahora. Imaginemos al Estado recuperando la propiedad, o apropiándose, directamente, de las grandes empresas, de bancos y compañías de seguros. Un socialismo sobrevenido por una vía que se le habría escapado hasta al mismísimo Marx. Los extremos, una vez más, se tocan.
lunes, 15 de septiembre de 2008
Esa extraña enfermedad
Imaginen que a la típica pregunta de qué quiere el nene ser de mayor, su hijo respondiese con toda la convicción que puede acaparar un niño de cinco años que escritor. Eso no es peligroso. Lo peligroso es que el adolescente de doce o el adulto de veinte sigan respondiendo lo mismo. Eso sí que es para preocuparse. Hay enfermedades que tardan toda una vida en manifestarse, algunas de ellas mortales (la vida podría considerarse una de ellas). La literatura, sin lugar a dudas, es una de ellas. Y lo peor es que algunas veces resulta mortal. No voy a hacer una lista de los difuntos desaparecidos a causa de la literatura, porque sería inagotable. Foster Wallace es el penúltimo (supongo que a estas alturas alguno más ha debido añadirse al prontuario). No pasa nada. Morir de literatura no es peor que morir de cáncer ni de accidente de tráfico. Me parece, incluso, más digno; aunque los periódicos mientan y digan que la muerte acaeció por la asfixia que provoca el que uno se cuelgue de una viga. Nada de eso. Foster Wallace, ya lo he dicho, ha muerto de literatura. Había síntomas que pueden rastrearse en sus obras; y, a posteriori, los forenses (quiero decir, los doctorandos) se encargarán de encontrarlas. Lo bueno que tiene la muerte literaria es que el difunto deja atrás algunas obras que pueden disfrutar el resto de mortales; y en eso, insisto, aventaja a la mayoría de las muertes convencionales. Lo sorprendente es el milagro de que la carne, esa cosa material, prorrumpa en palabras y que éstas, apiladas las unas junto a las otras, creen la ilusión de eso que llamamos espíritu. Cuando ese milagro deja de producirse, o cuando el escritor deja de creer en él, el literato está cerca del final, deviene de nuevo mera carnalidad. Algo equivalente a la metástasis. Brindo entonces, brindemos por Foster Wallace. Los que aún estamos vivos te llevamos en el pulso y en las palabras.
domingo, 14 de septiembre de 2008
La noche en blanco
Veo a cientos, a miles de personas caminando por el asfalto, ocupando el espacio que normalmente transitan los coches. Uno tiende a pensar en una manifestación, pero lo descarta de inmediato. Los transeúntes se desplazan en todas direcciones, ayunos de ese poderoso y único imán que congrega a los manifestantes. Los paseantes ocupando las calles recuerdan a ciertos paisajes apocalípticos aportados por la ficción cinematográfica y literaria. Sólo que la gente va bien vestida, y nada en sus rostros delata la alarma de la posible catástrofe. Caminamos buscando algo, el espectáculo prometido. Nos dijeron que esta noche era especial, que las calles y los edificos emblemáticos se llenarían de luz y actuaciones sorprendentes. Pero sólo encontramos luces apagadas y, tras las puertas cerradas, el vacío de los vestíbulos. Sin embargo seguimos caminando, como si efectivamente tras nuestros pasos aguardase un destino, una tierra prometida que justificase el esfuerzo, escondiendo tras una sonrisa la desorientación que supone el fracaso repetido, el espectáculo -éste sí- repetido de la nada. Querríamos preguntar a ese viandante hacia dónde se dirige. De hecho, lo seguimos a través de dos o tres calles. Lo abandonamos en una esquina, cuando nos convencemos de que su paseo es tan errático como el nuestro. Y regresamos a casa, seguros de que en realidad debía ser así. Que ésta ha sido la auténtica noche en blanco.
sábado, 6 de septiembre de 2008
Sí, quiero
He estado en una boda. Nada más llegar, mi tío, el padre de la novia, me ha dicho que cuánto tiempo sin verme, que podría haberme confundido con uno de esos que piden dinero en un semáforo. De buen rollo. Hacía tiempo que no acudía a una boda. Y ahora empezaba a explicarme por qué. Las bodas son un género antropológico la mar de interesante; y he decidido que yo estaba allí en calidad de -familiar- antropólogo. Como todos los géneros, tiene sus constantes (que se besen, que se besen...) y sus mutaciones. Hablaré de éstas últimas. La primera, los niños convertidos en paparazzis frenéticos apuntando con sus móviles a los novios. La segunda... ya no regalan cigarrillos al final, sino una botella de vino (en el local no se puede fumar, lástima). Entre plato y plato, en el párking, con un cigarrillo en la mano, saludo a mis primos, hablamos de los trabajos, de lo guapas que están nuestras primas de quince años y que oye tú -o sea yo- podría ser su profesor. Y su padre, añado con total convencimiento. Anoto en mi cuaderno particular que el incesto -o algo parecido- es algo difícil de extinguir hasta en las clases medias altas y bien educadas. Luego viene el café, la copa, y el vals de Strauss. Los novios se aplican al vals con profesionalidad. Le pregunto al hermano de la novia que cuánto se necesita ensayar para bailar así, con esa espontaneidad forzada. Y él me dice que a lo sumo un par de días. Y yo pienso que yo necesitaría los cinco años de una antigua licenciatura para lograr algo parecido. Y me acuerdo de 2001 -la película- y de Hal-9000. Por fin llega la barra libre. Y entonces alguien trae un cenicero y otro alguien saca un cigarrillo y se pone a fumar, y el padre de la novia -mi tío- reparte Marlboro en pequeñas cajetillas, de esas en las que caben tres o cuatro pitillos y que deberían vender en el estanco; uno podría pedir entonces '¿me da un enlace de Pepita y Manolito?' o de 'Pili y Juan', por poner un ejemplo. O sea, que la ley queda abolida. Justo cuando un espontáneo salta al escenario y se pone a cantar rancheras. Alguien a mi lado pregunta a un comensal que si sabe dónde está el bar 'puta vida'. O eso entiendo yo, porque en realidad el bar se llama 'pura vida', que es una cosa bien distinta. Pero ya es tarde y yo me figuro un bar donde uno va a tomarse la última copa antes de descerrajarse un tiro en el parietal derecho o tirarse de un noveno piso con los bolsillos repletos de chinchetas. Es tarde, apuro mi copa y me marcho. Y ahora escribo esto mientras fumo compulsivamente, uno a uno, los marlboros; hasta que sólo queda la caja vacía. Y pienso que quizás, después de todo, no estén tan mal las bodas.
jueves, 4 de septiembre de 2008
Click
Ya aparece información de la novela (sí, ahora saben lo que hago cuando no actualizo este blog) en la página web de la editorial (Candaya), junto a algunos fragmentos (anímense, Click, a un sólo golpe de click). Eso sí, no acudan todavía a las librerías, ya que no se distribuirá hasta el mes de octubre. Mientras tanto, vayan ahorrando lo que puedan.
lunes, 1 de septiembre de 2008
Vuelta a casa
Les dejo este estupendo poema de Diego Sánchez Aguilar (de título muy apropiado para las fechas que corren), perteneciente al libro 'Diario de las bestias blancas', ganador del premio de poesía Dionisia García ; y llevado al cómic por J. L. Río. Una idea -ésta de fundir poesía y cómic- a la que ya nos tiene acostumbrados esa revista impecable que es 'El coloquio de los perros'. No duden en enlazarla en el apartado 'Neurotransmisores'. Y si quieren leer el resto de poemas de Diego Sánchez Aguilar -algo que deberían hacer, se lo aseguro-, pídanlo en sus librerías. Y quizás (si los hados les son favorables) les llegue.
viernes, 22 de agosto de 2008
Ser español...
Estoy harto de escuchar a algunos deportistas españoles justificando su falta de medallas con excusas tan baratas como deslumbramientos solares, mala suerte, manía por los hispanos o juanetes mal curados. Sencillamente deberían confesar que son unos paquetes. Estoy deseando que alguno de ellos se plante delante de la cámara y lo confiese: soy un paquete, no merezco volver a la patria -y, arrollidándose-, pido sin embargo la benevolencia de mis paisanos, -doblando la cerviz- moriría lejos de la tortilla de patatas y las cañitas. E imagino un mando en la mano de cada uno de los televidentes. Con dos botones. Uno con el pulgar hacia arriba y el otro, ya saben. Circo interactivo, algo que debería reconsiderarse en los tiempos que corren. El ciudadano decidiendo sobre la vida de sus atletas, considerando fríamente los atenuantes de su derrota... Y entonces, sí, tras la ejecución o el perdón públicos, una frase ocupando la pantalla:
martes, 19 de agosto de 2008
Albano y...
Algo que se me había olvidado anotar a propósito de mi viaje a Cerdeña. En el aeropuerto de Cagliari vimos a Albano. Lo reconocí, a pesar de los años y del pelo corto. Iba con una rubia despampanante que no se parecía nada a Romina Power. Hacía la cola para el embarque apenas a un par de metros de nosotros. Cómo podía engañar ese hombre a la angelical Romina con aquella rubia perfectamente intercambiable, llegué a preguntarme. Hasta que me informaron de que estaban separados hace la tira de años (ya ven, llevo decenios sin ponerme al día con las revistas del corazón) y de que por tanto la estampa de aquella rubia pegada a Albano no tenía nada de inmoral. Y sin embargo a mí no dejaba de parecerme inquietante. Albano siempre irá indisolublemente unido a Romina. Porque uno puede deconstruir cualquier cosa menos la infancia. Cuando pude sacar la cámara con el fin de hacerles una fotografía ya estaban demasiado lejos. No importa. Prefiero pensar que no fue real. Que la realidad es y seguirá siendo siempre ésta:
domingo, 17 de agosto de 2008
Se alquila
Llevo unos días visitando webs de inmobiliarias y echando un vistazo a los pisos del centro de Madrid. Hay cosas curiosas. Pisos que se venden mostrando una simple fotografía de la entrada del edificio, o del lavabo, o de un pasillo en penumbra (como si uno tuviese que imaginar el resto del piso a través de ese indicio casi insignificante). Hay quien regala un Mercedes si le compras el piso (si están interesados les busco la referencia) y cosas por el estilo. Para asombrarse, ya digo. Y yo he decidido que el día que alquile mi casa (algo que quizás ocurra pronto) mostraré una visita virtual de mi estudio (llamo así al sitio donde escribo). Tan sólo unos segundos de nada, pero suficientes para que el cliente se haga claramente una idea de ella. A ver qué les parece.
Anímense. Son sólo 900 €. (Sí, eso que se ve en primer plano es un flexo de Ikea).
Anímense. Son sólo 900 €. (Sí, eso que se ve en primer plano es un flexo de Ikea).
lunes, 4 de agosto de 2008
lunes, 28 de julio de 2008
fasten seat belt, etc
He aquí imágenes obtenidas del cuadro de indicaciones para un caso de emergencia, un cruce entre romance de ciego y jeroglífico. Lamento la calidad de la imagen. Tuve que usar el flash y no pude repetir la foto ya que fui advertido por el azafato (una vez que terminó de vender perfumes, cervezas -a 3€-, tarjetas telefónicas y papeletas para una rifa benéfica -en beneficio de los niños ciegos europeos (¿¡!?)-) acerca de lo pernicioso del uso de aparatos electrónicos (yo pensaba que sólo interferían los que emitían y recibían ondas) para el feliz transcurso del vuelo. Espero que sea suficiente, no obstante.
Conclusiones:
-Uno no debe subir a un avión con gafas, dentadura postiza, aretes (¿valen pearcings?) o zapatos de tacón.
Cuestiones:
-¿La postura de brazos cruzados sobre las piernas para descender por el tobogán es sólo para chicas que usan falda?
-Y sobre todo... ¿Cómo interpretar la serie de tres viñetas inicial?
Demasiado complicado, me temo.
Conclusiones:
-Uno no debe subir a un avión con gafas, dentadura postiza, aretes (¿valen pearcings?) o zapatos de tacón.
Cuestiones:
-¿La postura de brazos cruzados sobre las piernas para descender por el tobogán es sólo para chicas que usan falda?
-Y sobre todo... ¿Cómo interpretar la serie de tres viñetas inicial?
Demasiado complicado, me temo.
martes, 22 de julio de 2008
Object trouvé
De vuelta de vacaciones en Cerdeña. Una isla magnífica, en todos los sentidos. Podría hablarles de sus calas de ensueño, de sus nuraghes (construcciones de piedra que harían las delicias de Brunelleschi), de su magnífico y tupido paisaje mediterráneo o de sus hermosas ciudades... Pero quiero simplemente rendir homenaje en este post a esta sombrilla de playa, un objeto sobrio y de dudoso gusto estético pero extraordinariamente económico (4'5 € en el Auchan de Olbia, capital de la Costa Esmeralda, precisamente aquí:
), que nos cobijó bajo el sol y el viento -a veces- desapacible de la isla. Quisimos llevarla con nosotros a España, pero las leyes implacables de la aviación internacional desconocen las afecciones y ternezas del corazón. Finalmente la dejamos sobre uno de los bancos que rodean el aeropuerto, a libre disposición del visitante. Ojalá tenga suerte.
viernes, 4 de julio de 2008
Destino y carácter
Leía el otro día el interesante libro de Jose Luis Pardo "Esto no es música" acerca del tópico (Benjamin fue quizás el primero en discutirlo y en nuestras letras lo retoma Ferlosio) de los personajes de "destino" frente a los personajes de "carácter". Los primeros son aquellos que son incorporados a un tipo de ficción historicista, sus acciones están sometidas y acordadas a una peripecia que está por encima de ellos (la trama). Cada gesto de un personaje de destino obedece a la ley de la causalidad, es decir, algo ocurre tras otra cosa porque esa cosa anterior actúa como causa de la posterior. Y así, sucesivamente. El personaje de carácter, sin embargo, rechaza la causalidad, sus actos no quedan justificados por un antes o un después a los que deban ajustarse serialmente (sujeción a la trama) sino que se justifican a sí mismos de acuerdo a intereses no "narrativos" sino psicológicos, casi siempre "humanos, demasiado humanos" (el deseo, el placer, la venganza, etc). Pero lo que resulta más interesante en el ensayo de Pardo es que este análisis lo entremezcla con tópicos tan pop como la música o los dibujos animados. En particular habla de los personajes de la Warner (el Coyote y el Correcaminos serían prototípicos) como personajes de carácter. Y entonces se me ocurre pensar en Disney, naturalmente, la ausente explícita, que no implícita del ensayo de Pardo. Y la conclusión está servida. Los personajes de Disney -la mayoría de ellos, al menos- como prototipos de personajes de destino. Y ya tenemos aquí la dualidad. Y con cuáles -si es que creen que hay que elegir- se quedan ustedes.
martes, 1 de julio de 2008
Vértigo
miércoles, 25 de junio de 2008
(De)semejanzas
Observen este detalle de "la primavera", de Botticelli. Las tres gracias danzando al compás, las manos unidas. Un símbolo de conjunción, correspondiente a un modelo de universo esférico (curvatura positiva), aquél en el que por un punto exterior a una recta no pasa ninguna paralela (la recta exterior siempre acaba por converger, como las gráciles manos de las carites). Compárenla ahora con ésta de mi idolatrado H. Newton:
Las bellezas ahora caminan en paralelo, cada una mirando en una dirección distinta. Estamos ante un bello ejemplo de un modelo de belleza hiperbólico (curvatura negativa), es decir, aquel en el que por un punto exterior a una recta pueden discurrir infinitas paralelas.
Renacimiento vs postmodernidad. La verdad, no sé con cual de ambas imágenes quedarme.
domingo, 22 de junio de 2008
Maneki neko
He decidido recurrir a las ancestrales tradiciones japonesas e instalar un maneki neko (gato de la suerte) en el salón de casa. Mi maneki levanta la patita izquierda, algo que, según la tradición, asegura una cantidad considerable de visitas, recomendable tanto para las tiendas de ropa al por mayor de chinos de mi barrio como para este blog. Aquí les dejo una foto.
sábado, 14 de junio de 2008
El Bulli (o Eleusis)
La gastronomía es un arte todavía joven. Suscita -como ocurre con las disciplinas recién estrenadas- pasiones desatadas, adhesiones inquebrantables, querelles
equivalentes a aquellas literarias des anciens vs modernes o culteranistas vs conceptistas. La literatura o la pintura no sólo han sido construidas hace tiempo, sino también deconstruidas. Nadie afila los cuchillos bajo la mesa al discutir sobre qué poeta o pintor es el número uno en el ránking artístico. El único ránking es el de las ventas. Como todas las disciplinas jóvenes, la gastronomía puede devenir culto más o menos sectario. Visitar ciertos restaurantes se parece bastante a esas procesiones iniciáticas que llevaban a cabo los antiguos griegos y que concluían en la ingesta del kykeon, el primer plato de nouvelle cuisine de la historia. La gente necesita creer en algo, anda huérfana de rituales, y la cocina actual los aporta. Creo que la asimilación, sin embargo, debería dar el paso definitivo. El chef hablaría (glosaría los platos) tras un mantelón que velaría su presencia. El comensal debería hacer voto solemne de silencio sobre lo que allí ha degustado, so pena de morir a manos de algún mercenario a sueldo de la secta.
equivalentes a aquellas literarias des anciens vs modernes o culteranistas vs conceptistas. La literatura o la pintura no sólo han sido construidas hace tiempo, sino también deconstruidas. Nadie afila los cuchillos bajo la mesa al discutir sobre qué poeta o pintor es el número uno en el ránking artístico. El único ránking es el de las ventas. Como todas las disciplinas jóvenes, la gastronomía puede devenir culto más o menos sectario. Visitar ciertos restaurantes se parece bastante a esas procesiones iniciáticas que llevaban a cabo los antiguos griegos y que concluían en la ingesta del kykeon, el primer plato de nouvelle cuisine de la historia. La gente necesita creer en algo, anda huérfana de rituales, y la cocina actual los aporta. Creo que la asimilación, sin embargo, debería dar el paso definitivo. El chef hablaría (glosaría los platos) tras un mantelón que velaría su presencia. El comensal debería hacer voto solemne de silencio sobre lo que allí ha degustado, so pena de morir a manos de algún mercenario a sueldo de la secta.
domingo, 8 de junio de 2008
What's on the mind of the web
Conocí la obra de Christophe Bruno en la reciente exposicion del complejo el Águila, vinculada a los Rencontres internationales Paris-Berlin-Madrid. Quedé fascinado -y bastante despistado- ante su Dadámetro, un sistema informático que permite crear una topografía de los términos que aparecen en internet siguiendo unas estrictas reglas de contigüidad y homonimia:
Visité inmediatamente la web
de este netartista y encontré cosas muy interesantes. Una de ellas es la obra que lleva por título fascinum y que permite visualizar un ránking de las imágenes más visitadas en varios países del mundo -entre ellos España- en tiempo real. Les dejo el enlace, por si sienten curiosidad:
http://www.unbehagen.com/fascinum/
Visité inmediatamente la web
de este netartista y encontré cosas muy interesantes. Una de ellas es la obra que lleva por título fascinum y que permite visualizar un ránking de las imágenes más visitadas en varios países del mundo -entre ellos España- en tiempo real. Les dejo el enlace, por si sienten curiosidad:
http://www.unbehagen.com/fascinum/
miércoles, 4 de junio de 2008
Separación de poderes
Otra vez la colusión de un grupo de ciudadanos y mass media consigue incidir en la política. Se trata del caso Mari Luz. Ante el mal funcionamiento del sistema judicial (algo evidente) los políticos (unánimemente, por cierto), acuerdan endurecer las penas contra los pedófilos, medidas que incluyen la publicación de listas oficiales de idem (otra vez la pulsión escópica del ciudadano), asunto éste de dudosa legalidad. Lo que me preocupa no es que se modifique una ley, algo inevitable y necesario en muchas ocasiones, sino que esta modificación provenga de campañas orquestadas por los medios de comunicación que se excusan en la así llamada "alarma social". El mediólogo Regis Debray sugiere en "El estado seductor" una separación de los poderes legislativo y mediático como un asunto necesario para salvar la democracia, del mismo modo que fue inevitable en un momento de la historia la separación del poder religioso y terrenal. No tengo que decir que me encuentro entre los fervientes partidarios de esta separación. Por cierto, no sé si han reparado en la noticia importante de ayer: la detención de un grupo de pederastas informáticos. Justo el mismo día. ¿Casualidad? La alarma social no sólo surge espontáneamente, sino que, la mayoría de las veces, se crea de manera artificial.
domingo, 1 de junio de 2008
Chez Circe
En medio de la polémica gastronómica a la que ni siquiera el presidente del gobierno parece sustraerse, dejo aquí una idea por si algún emprendedor tiene en mente inaugurar un restaurante. Creo que sería de lo más "in", mucho más que aquellos locales en los que uno come tumbado sobre una esterilla. Dónde va a parar.
Les cuento.
La cosa sería un lugar diáfano -rollo loft-, y bien iluminado. La comida se serviría en comederos para una (gamellas), dos o más personas. El cliente debería ponerse a cuatro patas y abastecerse de las viandas con la sola ayuda de su boca. La comida sería de primera calidad. Nada de tostas ni pinchitos de tortilla. Pienso en deliciosos maki-noris, lasañas de pato, croquetas de langostinos y algas, espuma de berberechos, etc. La bodega sería amplia, variada y sofisticada. Los vinos se servirían en bebederos alojados junto a los comederos. En lugar de servilletas, el restaurante proporcionaría alfileres para sujetar las corbatas a la espalda y gorritos para evitar que el pelo acabe entremezclándose con los exquisitos manjares. No creo equivocarme si digo que en poco tiempo las listas de espera se equipararían con las del Bulli.
Pónganme el primero de la lista.
Les cuento.
La cosa sería un lugar diáfano -rollo loft-, y bien iluminado. La comida se serviría en comederos para una (gamellas), dos o más personas. El cliente debería ponerse a cuatro patas y abastecerse de las viandas con la sola ayuda de su boca. La comida sería de primera calidad. Nada de tostas ni pinchitos de tortilla. Pienso en deliciosos maki-noris, lasañas de pato, croquetas de langostinos y algas, espuma de berberechos, etc. La bodega sería amplia, variada y sofisticada. Los vinos se servirían en bebederos alojados junto a los comederos. En lugar de servilletas, el restaurante proporcionaría alfileres para sujetar las corbatas a la espalda y gorritos para evitar que el pelo acabe entremezclándose con los exquisitos manjares. No creo equivocarme si digo que en poco tiempo las listas de espera se equipararían con las del Bulli.
Pónganme el primero de la lista.
lunes, 26 de mayo de 2008
Los datos y el alma
En relación con la lectura del siguiente post se me ocurren algunas cosas. Pensar, por ejemplo, los datos personales almacenados por ciertos servidores como una especie de sombra, de doppelgänger, de alma en manos de ciber-gurús que pueden someternos a su brujería. Efectivamente, la ley analógica que gobierna todo acto de magia admite un parangón en este caso. Imaginemos al hacker-gurú modificando nuestros datos (la lista de nuestro libros favoritos, obtenida a través de las compras realizadas en librerías), escribiendo "La sombra del viento" allá donde ponía "La carretera", por ejemplo. Y la consiguiente avalancha de e-mails enviados desde el servidor (ignorante del acto de hechicería) recomendando la compra de nuevos best-sellers. La lista de correo no deseado como único talismán del que echar mano.
jueves, 22 de mayo de 2008
Otra más
Otro día de suerte. Uno de esos días que debería marcar en el calendario. Ha sido en Colmenar de Oreja. Desconozco las coordenadas exactas, pero eran las 11:20. He encontrado otra pieza de puzzle. No sé si les he contado alguna vez que tengo un instinto (no me atrevo a llamarlo don) que me lleva a encontrar piezas de puzzle tiradas en el suelo. No sé si se han dado cuenta, pero el mundo está lleno de piezas de puzzle. Como la de hoy. Piezas solitarias, nunca dos o tres, ésas son las más codiciadas. Como la de hoy. Lo más extraño de la pieza de Colmenar (pues así pasará a denominarse a partir de hoy esta nueva pieza de mi colección) es que es una pieza en blanco, sin color, ni dibujo. La imagino como una pieza más de un puzzle, un puzzle de una página en blanco, así me gusta imaginarla. Un puzzle difícil, por tanto. El más difícil.
lunes, 19 de mayo de 2008
Autocensura
Hoy me gustaría hablar de las ideas mediocres. Aunque alguien siempre puede afirmar que no existen ideas mediocres sino tratamientos mediocres de dichas ideas, a mí eso siempre me pareció una coartada para la mediocridad, una madriguera para su refugio. Soy metafísico en ese sentido. Parto de un principio indiscutible, de un axioma impepinable: Existe la mediocridad. Y esta medicocridad tiene que ver con la autocensura. Lo mediocre está en relación con el contexto cultural en el que uno se desenvuelve, pero también guarda una componente personal. Lo que a mí me parece mediocre no tiene por qué parecérselo a mi vecino. Y eso está bien. Hoy, por ejemplo, se me ha ocurrido una idea mediocre que quiero compartir con ustedes. Es una imagen, un trailer, un corte publicitario. Se trata de Cristo en la cruz. La cámara asciende desde los pies del crucificado, recorre su anatomía atormentada, el rostro contraído de dolor y, más arriba, grabado en el madero, acaba mostrando una inscripción que dice lo siguiente: IKEA: REDECORA TU VIDA. Es un anuncio de cruces pera penitentes, ya saben, de esas que arrastran los nazarenos en número variable (proporcional a la cantidad de sus pecados, supongo) por las calles durante la Semana Santa.
¿Demasiado irreverente? No sé. La cosa es que no me convence. De momento, la destinaré a ese cajón donde guardo los fragmentos catalogados con el marchamo de autocensura (Mis documentos\censurados.doc). Así es que yo no les he contado nada.
¿Demasiado irreverente? No sé. La cosa es que no me convence. De momento, la destinaré a ese cajón donde guardo los fragmentos catalogados con el marchamo de autocensura (Mis documentos\censurados.doc). Así es que yo no les he contado nada.
martes, 13 de mayo de 2008
El juego de las ciber-analogías
El tiempo libre me permite lucubrar artefactos técnico-poéticos como el siguiente.
Tómese un dirección de IP, por ejemplo, la mía: 62.174.113.27, y conviértasela en coordenadas terrestres. El resultado es el siguiente:
62,174-113,27
Introdúzcanse entonces esas coordenadas en google-earth, y obténgase entonces esta imagen sorprendente, un lugar recóndito de las Yellowknife wetlands, en Canadá. Algo así como los pantanos que rodean al "Lago del esclavo":
Las coordenadas anteriores corresponden a latitud norte y longitud oeste. Basta con escribir
62,174+113,27
para cambiar la longitud oeste por la este. Entonces uno es transportado a un lugar si cabe más recóndito que el anterior, en plena Siberia rusa. Échenle un vistazo si acaso no me creen:
Lo que más me llama la atención es el carácter desértico y -sobre todo- fractal de ambas imágenes. Cerca del segundo, encuentro una mina de diamantes que se llama Paz (Mir, en ruso). Les dejo una imagen de la mina:
Descubro asombrado, enlazando por ahí, que el territorio de Yellowknife, en Canadá, es rico en minas de diamantes. He aquí una de las más importantes, la de Diavik:
Como ustedes podrán comprender, la cosa empieza a parecerme como poco esotérica.
No me digan que el invento no resulta interesante.
Prueben, prueben ustedes. Y ya me cuentan.
Tómese un dirección de IP, por ejemplo, la mía: 62.174.113.27, y conviértasela en coordenadas terrestres. El resultado es el siguiente:
62,174-113,27
Introdúzcanse entonces esas coordenadas en google-earth, y obténgase entonces esta imagen sorprendente, un lugar recóndito de las Yellowknife wetlands, en Canadá. Algo así como los pantanos que rodean al "Lago del esclavo":
Las coordenadas anteriores corresponden a latitud norte y longitud oeste. Basta con escribir
62,174+113,27
para cambiar la longitud oeste por la este. Entonces uno es transportado a un lugar si cabe más recóndito que el anterior, en plena Siberia rusa. Échenle un vistazo si acaso no me creen:
Lo que más me llama la atención es el carácter desértico y -sobre todo- fractal de ambas imágenes. Cerca del segundo, encuentro una mina de diamantes que se llama Paz (Mir, en ruso). Les dejo una imagen de la mina:
Descubro asombrado, enlazando por ahí, que el territorio de Yellowknife, en Canadá, es rico en minas de diamantes. He aquí una de las más importantes, la de Diavik:
Como ustedes podrán comprender, la cosa empieza a parecerme como poco esotérica.
No me digan que el invento no resulta interesante.
Prueben, prueben ustedes. Y ya me cuentan.
domingo, 11 de mayo de 2008
Humor vítreo
1839. Daguerre inventa la fotografía. A partir de entonces la imagen, que ya había alcanzado uno de sus apogeos en el renacimiento, impera en el mundo. Los objetos nos llegan cada vez más a través de una imagen, de una superficie. Los seres pierden una dimensión, por tanto, se aligeran en su deseo de escapar a la gravedad. La imagen puede servir, sin embargo, para mostrar lo que está tras ella, del mismo modo que el lenguaje ha servido desde sus inicios a los poetas para intentar mostrar lo que lo sustenta. Hacer que la imagen recupere su tercera dimensión, obligarla a transitar del simple indicio al símbolo. Como la famosa escena que da inicio a Un perro andaluz en la que la navaja corta el ojo haciendo aflorar el humor vítreo. Paso de la superficie al volumen. Rasgar el velo, el lienzo, el píxel.
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