Mañana día 24 presentaré en Madrid mi último libro de relatos: Atractores extraños. El acto tendrá lugar en la FNAC de Callao, a las siete de la tarde. Me acompañarán en la mesa Susana Veiga y Juan Jacinto Muñoz Rengel. Sería un gusto veros por allí.
martes, 23 de febrero de 2010
lunes, 22 de febrero de 2010
Malos tiempos para la lírica
Bueno, lo que faltaba. Hoy me he enterado de que se ha suprimido el texto lírico y el dramático en las pruebas de selectividad. Al final no sé muy bien qué es lo que tendrá que explicar un profesor de lengua y literatura de segundo de bachillerato. Yo creo que nuestros políticos deberían ser generosos, honestos y valientes y retirarlos -a los profesores de lengua y literatura, y a los de griego y a los de latín- a las Seychelles con una buena pensión para comprar el silencio de las humanidades. Al principio algunos los echaríamos de menos. Dentro de diez años nadie se acordaría de ellos. ¿La poesía...? Ehem, ah, sí, creo que era eso que escribían los antiguos usando jeroglificos. No pasa nada, que todavía nos queda el texto narrativo que es cuando uno coloca una palabra detrás de otra y así hasta el final de línea. Lo de la poesía, en el fondo, siempre ha sido un desperdicio de papel, con tanto espacio en blanco. Y, sin embargo, hoy, créanme, mientras veía las noticias de CNN+, he escuchado a un locutor luso que apenas chapurreaba castellano decir, a propósito de las lluvias torrenciales en la isla de Madeira, que 'las calles son ríos que van a dar al mar'. Y a mí me ha parecido una frase inquietante y hermosa, al mismo tiempo.
jueves, 18 de febrero de 2010
Visita al templo
ARCO ya está aquí. Probablemente acuda este fin de semana. El stand de la editorial Ahora ofrece como novedad un libro con las serigrafías de Eduardo Pérez Salguero. Además, resonando con la obra plástica de Salguero, están los poemas de Diego Sánchez Aguilar, a lo que se añade el prólogo de un servidor. Resulta interesante este tipo de ediciones donde la obra plástica va acompañada de uno o varios textos. Creo que comparto con buena parte del público contemporáneo la desazón ante muchas de las obras expuestas en galerías y museos. Este tipo de experiencias me hacen replantearme la cacareada preeminencia de la imagen sobre el texto en los tiempos que corren. Lo cierto es que muchas de las obras exhibidas quedarían en una nadería insignificante si no fuese por el contexto, literalmente el texto que las acompaña, bien en la propia exposición (a través de las notas de pared) o en el catálogo. La topología de la iconosfera se construye a partir de textos (críticas, recensiones, catálogos...). Alguien puede pensar que no, que hay imágenes fascinantes per se, con independencia del dicurso que se elabore alrededor de ellas. Yo pondré dos contraejemplos. La Gioconda de Da vinci y El origen del mundo de Courbet. Intente el lector dejar de serlo por un momento y trate de imaginar qué sería de esas imágenes sin los ríos de tinta que han corrido a sus expensas. En el caso particular de El origen del mundo, es el propio título -un paratexto, sin duda, que, todo hay que decirlo, no se debe a su autor- el que le dota de la profundidad simbólica de la que carecería de otro modo. Sin el título, la obra de Courbet no sería sino un trasunto pornográfico para uso privado (como en realidad ocurrió durante más de un siglo), un excéntrico anacronismo para una época en la que el daguerrotipo ya podía ofrecer un mayor grado de 'realismo' que la pintura. Todo ello me hace dudar de que la iconosfera pueda generar algo tan elemental como un canon sin la ayuda del texto, mucho menos encontrar su sentido sin recurrir a este último. Y sin embargo, el texto continúa siendo la cenicienta en un mundo donde la imagen sin duda es la princesa. La imagen es lo que tiene glamour, lo que tiene aura, lo verdaderamente cool. Como en la antigüedad los templos religiosos que cifraban buena parte del imaginario de la época. Una experiencia -la visita al templo- que carecía de sentido sin la palabra sagrada que pronunciaba el sacerdote o que el propio creyente producía en su interior. Algo que de algún modo sigue ocurriendo ahora, aunque esa palabra se reduzca a un pequeño folleto que cogemos a la entrada de la exposición.
No lo duden. Si pueden, vayan a ARCO. Aunque sea para pedir la excomunión.
No lo duden. Si pueden, vayan a ARCO. Aunque sea para pedir la excomunión.
jueves, 11 de febrero de 2010
thenextfiveminutes.com
Últimamente se oye mucho hablar de 'ataques' de los especuladores a ciertos países (España, Grecia, etc), con lo cual se da a entender que el enemigo de esos países ya no es otro país, sino algo tan abstracto como los mercados internacionales. Me pregunto por qué no se incluyen este tipo de comportamientos financieros dentro del apartado de terrorismo y sí el quemar un contenedor en la calle al tiempo que se lanzan consignas.
Ya sé que cité esta frase hace poco en este mismo blog, pero es que últimamente parece que viene al pelo. Me refiero a aquello que decía Guattari del capitalismo: que es el único sistema donde el súbdito se ve imposibilitado para mostrar su oposición. Y es que no hay nada más sencillo que hacer callar al opositor (un particular, todo un país) con un crédito o una compra de bonos. Así es que estos señores (a los que, por cierto, nadie se atreve a poner nombres y apellidos, como mucho se habla de 'Lobby de Wall Street' o cosas parecidas) deciden que van a por un país y se ponen a ello con el pundonor y el savoir faire de un campeón del monopoly. Apuestan a que tal nación se irá a pique y casi siempre aciertan. Ríete tú del oráculo de Delfos. Lo más extraordinario de todo es que, cumplimiento de la fantasía pascaliana, el mundo se ha convertido en algo predecible. Es lo que ocurre cuando la complejidad de éste se reduce a una sola variable: el dinero. De modo que esos como-quiera-que-se-llamen saben qué ocurrirá en las próximas semanas y meses (tal vez años). Estaría bien que alguno de ellos con un mínimo de altruismo montara un blog o una página web donde nos contara al resto de mortales en qué consistirá ese futuro. Siempre es bueno estar avisado. Internet es un medio estupendo para saber qué pasó. Alguien debería usarlo para decir qué es lo que pasará, aunque sea en los próximos cinco minutos.
Ah, bueno, y disculpen tanto populismo y tanta demagogia. Es que a veces no puedo contenerme y parezco un Obama o un Chávez cualquiera.
Ya sé que cité esta frase hace poco en este mismo blog, pero es que últimamente parece que viene al pelo. Me refiero a aquello que decía Guattari del capitalismo: que es el único sistema donde el súbdito se ve imposibilitado para mostrar su oposición. Y es que no hay nada más sencillo que hacer callar al opositor (un particular, todo un país) con un crédito o una compra de bonos. Así es que estos señores (a los que, por cierto, nadie se atreve a poner nombres y apellidos, como mucho se habla de 'Lobby de Wall Street' o cosas parecidas) deciden que van a por un país y se ponen a ello con el pundonor y el savoir faire de un campeón del monopoly. Apuestan a que tal nación se irá a pique y casi siempre aciertan. Ríete tú del oráculo de Delfos. Lo más extraordinario de todo es que, cumplimiento de la fantasía pascaliana, el mundo se ha convertido en algo predecible. Es lo que ocurre cuando la complejidad de éste se reduce a una sola variable: el dinero. De modo que esos como-quiera-que-se-llamen saben qué ocurrirá en las próximas semanas y meses (tal vez años). Estaría bien que alguno de ellos con un mínimo de altruismo montara un blog o una página web donde nos contara al resto de mortales en qué consistirá ese futuro. Siempre es bueno estar avisado. Internet es un medio estupendo para saber qué pasó. Alguien debería usarlo para decir qué es lo que pasará, aunque sea en los próximos cinco minutos.
Ah, bueno, y disculpen tanto populismo y tanta demagogia. Es que a veces no puedo contenerme y parezco un Obama o un Chávez cualquiera.
lunes, 8 de febrero de 2010
Cosas que suscitan una irreprimible sensación de molestia
-Salir a la calle cuando llueve y descubrir que me he dejado el paraguas.
-Que la cajera me diga la cuenta y yo todavía ande metiendo las cosas en la bolsa de la compra.
-Ver cómo sube la bolsa.
-Que alguien me pida que me haga fan de cualquiera que sea la cosa.
-Las dobles filas de libros en las estanterías.
-El sonido de un globo que explota.
-La palabra 'consensuar' (cada vez que la escucho me dan ganas de disparar al primero que pasa).
-Las listas de cosas que suscitan una irreprimible sensación de molestia.
-Que la cajera me diga la cuenta y yo todavía ande metiendo las cosas en la bolsa de la compra.
-Ver cómo sube la bolsa.
-Que alguien me pida que me haga fan de cualquiera que sea la cosa.
-Las dobles filas de libros en las estanterías.
-El sonido de un globo que explota.
-La palabra 'consensuar' (cada vez que la escucho me dan ganas de disparar al primero que pasa).
-Las listas de cosas que suscitan una irreprimible sensación de molestia.
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