martes, 7 de febrero de 2012

Pocoyó explicado a los adultos

Pocos anuncios han desatado tantas furias como el archiconocido spot de telefónica que hace uso de la estética y la ética asamblearia del 15M, hasta el punto de que dicho anuncio ha generado su propia deconstrucción desde dentro del movimiento:




Los telespectadores afectados se declaran ofendidos por el aprovechamiento comercial de un loable movimiento ciudadano –supuestamente- ubicado en las antípodas del Moloch capitalista. Resulta difícil de explicar o, al menos, exige un ejercicio de paciencia y sano distanciamiento por parte del interlocutor, el hecho de que, al contrario de lo que se pueda pensar, los publicistas contratados por la multinacional no hacen sino reflejar la dinámica de trabajo habitual dentro de sus departamentos. Si hubiese que remitirse a la bibliografía, ahí están La conquista de lo cool o El nuevo espíritu del capitalismo, para justificar y probar lo que digo. El tercer estadio del capital (me remito a la terminología del segundo de los libros citados), surgido en las corporaciones estadounidenses de los años sesenta, se basa en un igualitarismo avant la letre donde las ideas de cada individuo pueden y deben ser aprovechadas para el bien común de la empresa. Pueden ahorrarse la bibliografía y ver simplemente la serie Madmen para hacerse una idea de lo que digo. La actitud asamblearia, como en su momento (años 60) la revuelta contra la alienación del hombre máquina corporativo, no brota naturalmente de las calles sino que es el propio sistema económico el que inevitablemente se adelanta a las actitudes políticas (en su momento las empresas publicitarias de Madison Avenue y, tras ellas, el resto).




Desde el sistema educativo hasta los dibujos de Pocoyó inciden en la idea de trabajo en red, preparando a las nuevas remesas de retoños en los hábitos del capitalismo digital en el cual vivimos y viviremos en el futuro. La asamblea existe porque es rentable. Primero fue la empresa y después la política. Los publicistas de telefónica, pese a quien pese, solo constatan este hecho.

2 comentarios:

José Almeida dijo...

Cuando se cuente la historia de los blogs, se constatará que no fueron las redes sociales en sí mismas las que propiciaron su muerte, sino la pestaña de Me gusta de Facebook. El número de "me gusta" que allí recibe el enlace a un post de un blog es inversamente proporcional a la posibilidad de que dicho post cumpla una de sus funciones fundamentales: la generación de diálogo y de discusión de ideas. Sólo queda pues la loa o la simple indiferencia. O la loa indiferente, como sucede en la mayoría de los casos.

Después de esta digresión entro a explicar por qué no termino de estar de acuerdo contigo y me chirría tu (por otra parte, brillante) exposición sobre este tema

En mi opinión el ejemplo que pones no es útil para aquello que pretendes demostrar. Ya nadie puede dudar que la publicidad, desde los años 60, ha bebido de la contracultura y de los movimientos alternativos (hasta terminar apropiándose de ellos) para construir imaginarios personales o grupales mediante los que integrar en el capitalismo las ansias de trascendencia y de diferenciación de una parte de la sociedad. En este sentido, aparte de los libros que citas, habría que hablar también de uno que salió ya hace unos años llamado Rebelarse vende que buceaba maliciosamente y con cierta mala baba en los negocios construidos alrededor de estas ideas superficialmente radicales de cambio social. Pero la furia que ha generado estos anuncios de Telefónica no creo que haya sido debida sólo a que la gente se ha sentido ofendida por la “apropiación” del movimiento asambleario para vender un producto comercia sino por algo tan simple, pero que debe tenerse en cuenta, como es que desde el punto de vista formal, técnico, interpretativo y argumental estos anuncios son realmente lamentables. Es decir, la campaña termina encabronando a la gente y generando una enorme respuesta social porque desde el punto de vista estético es un producto grosero sin un ápice de sensibilidad artística. Cuando la publicidad, a lo largo de las últimas décadas, ha sabido extraer la sustancia de los movimientos alternativos para vender a la gente productos con los que satisfacer esas necesidades íntimas de diferenciación a las que aludía anteriormente, ha sido porque los creativos han sabido captar el espíritu de los movimientos y lo han condensado en palabras, imágenes y música con los que llegar al posible consumidor. Los de Telefónica, por el contrario lo que han hecho es quedarse con lo superficial, con lo anecdótico, con el molde, y lo han hecho de una manera tan grosera que la campaña termina dando vergüenza ajena por su impostura y su artificialidad. De ahí la respuesta furibunda de la red al encontrar un enemigo que le pone en bandeja el material con el que luchar.

Ya sabemos que el capitalismo tiene una capacidad casi infinita de absorber en su seno casi cualquier buena idea que se genere para atacarlo. Pero en esa capacidad, como le pasaba al agente Smith cuando Neo terminaba en su interior para destruirlo desde dentro, también está la posibilidad de que algún día se le indigeste algo que pensó que podría deglutir sin problemas. Negri y Hardt en sus trabajos sobre el Imperio y la Multitud centran su esperanza precisamente en ese trabajo en red, colaborativo y horizontal, de la multitud para poner en cuestión los cimientos del sistema. Quién sabe, tal vez Pocoyó en su proceso de formación de jóvenes trabajadores adaptados a las nuevas necesidades del sistema, esté dotando también, sin darse cuenta, de las herramientas sociales necesarias a un grupo de Johns Connors dispuestos a tocar los cojones en el futuro a una Skynet capitalista demasiado segura de su poder y prevalencia.

Saludos

Hautor dijo...

Hola, Pepe. Totalmente de acuerdo con el 'me gusta' y, en realidad, con tu argumentación posterior. Mi texto no tiene la función de suscitar un 'me gusta' o 'no me gusta' y celebro que ese sea tu caso. Solo constato un hecho. A mí el anuncio de telefónica me pareció y me parece patético por lo que tiene de oportunista y trivial; mi texto solo pretende discutir con aquellos que piensan que el anuncio 'usurpa' un modo de hacer las cosas que surgió espontáneamente de las calles. Por otra parte el mundo digital no está abocado necesariamente al capitalismo(de hecho conocemos muchas maneras en las que la red burla los códigos capitalistas, y no hablamos solo de la copia gratuita). Precisamente lo que hay que intentar es evitar que internet acabe siendo una traslación más de los modos de seducción y gratificación propios del capital. Para ello hay que empezar por discutir metáforas como que la red funciona como el capital y que el cerebro funciona como lo red, porque entonces la analogía lleva a la peligrosa conclusión de que cerebro y capital son la misma cosa. En cuanto a lo que comentas de Neo y Smith, me parece una idea muy buena y aprovechable. Por qué el capitalismo exige la asimiliación al otro y del otro y al tiempo nos pide ser abolutamente singulares. ¿Cómo aunar singularidad y homogeneidad? Neo es una chica en Preciados vistiendo ropa Desigual en medio de cientos de personas que visten también Desigual.