viernes, 2 de enero de 2009

París 1 (odio et amo)

Odio París porque es una ciudad hecha con reglas
y Boileau nos asalta en cada calle y cada esquina.
Amo París porque la historia ha escombrado en este lugar
toneladas de belleza. Notre Dame, por ejemplo.
A las doce del mediodía el sol sube el contraste
de las vidrieras y miramos arrobados en la pantalla
una teleserie de santos
con banda sonora de órgano, mientras pienso
que en París
todos somos pueblerinos.




París está lleno de guantes perdidos o abandonados o que se han cansado de las manos que los acogían. Guantes suicidados. Como éste, en el interior de Notre Dame:




Si le hubiera hecho una foto a cada guante trouvé ahora dispondría de una colección de cinco fotografías (téngase en cuenta una estancia de cinco días). Guantes en el metro, en las calles, en el aeropuerto, sobre los bolardos... Lo siento por esas cinco manos sin resguardo bajo el frío parisino de diciembre.


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