martes, 30 de junio de 2009
Las uñas de Deleuze
Siempre me ha resultado inquietante el aspecto de las uñas de ese enorme pensador del siglo XX, de plena actualidad en el XXI, que es Gilles Deleuze. Sorprenden en medio de la pulcritud del ambiente académico esas uñas larguísimas que convierten la mano del filósofo casi en una garra. He oído y leído varias explicaciones al respeto, desde la filosófica (una evidencia del deseo de Deleuze de 'devenir' animal -animal filosófico-) hasta la médica (las yemas de los dedos de Deleuze eran hipersensibles. El contacto con cualquier objeto le causaba un dolor insoportable. Las uñas serían, por tanto, una manera de protegerse de ese mundo exterior que lo hacía sufrir a través del sentido del tacto, un sentido, por otra parte, que reivindicaba una y otra vez en su filosofía). Otra explicación que se me ocurre es que Deleuze fuese en realidad un vampiro, una criatura que no se reflejaba en el espejo. Un anhelo que Deleuze compartía con esa otra criatura vampírica que es Borges. Ambos rechazaban el doble. En ese caso yo ya soy uno de ellos (hace tiempo que me dejé morder por ambos hasta el tuétano). Esto es un aviso. Ándense con @jo.
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6 comentarios:
que ajco colega
Aparte de la explicación vampírica, que está muy bien e incluso hace imaginar el clímax de la filmografía de Robert Rodríguez a partir de una pléyade de Gilles Deleuzes versión femenina que trataran de aniquilar a Tarantino y a Clooney, sorprende la ausencia de exégesis sanitaria; quiero decir que tal vez convendría recurrir a la navaja de Ockham y admitir lo irrevocable. No sé si me explico.
Chicos, sois unos higienistas recalcitrantes. Así no hay manera de hacer buena filosofía. Ahora, por cierto, empiezo a preguntarme cómo llevaría las de los pies (ay, Deleuze, perdona done estés tanta irreverencia).
Yo creo que era guitarrista ambidiextro.
Y que si levantase la cabeza nos arañar´ia.
Bueno, tengo entendido que a su colega Michel le encantaba que le defecasen sobre la cabeza. Algún precio tenía que tener la deconstrucción...
Si leen en "Conversaciones" su "Carta a un crítico severo" podrán apreciar que exactamente al mismo reproche responde Deleuze: "Como vuelves una y otra vez sobre el asunto de mis uñas, voy a explicártelo. Siempre podemos decir que, al ser mi madre quien me las cortaba, está ligado al problema de Edipo y de la castración (interpretación grotesca pero psicoanalítica). También se puede notar, si se observan los extremos de mis dedos, que carezco de las marcas digitales que ordinariamente actúan como protección, de tal modo que el hecho de tocar con la punta de los dedos un objeto, y sobre todo un tejido, me produce un dolor nervioso que exige la protección de uñas largas (interpretación teratológica y seleccionista). Y podría incluso decirse, lo que es rigurosamente cierto, que mi sueño no es llegar a ser invisible, sino imperceptible, y que compenso mi imposibilidad de hacerlo dotándome de largas uñas que siempre puedo ocultar en mis bolsillos, pues nada me extraña más que el hecho de que alguien las mire (interpretación psicosociológica). Y podría decirse, para terminar: “No hace falta que te comas tus uñas, puesto que forman parte de ti; si te gustan las uñas, devora las de los demás cuando quieras y cuando puedas” (interpretación política). Pero tú has elegido la interpretación más molesta: quiere singularizarse, convertirse en Greta Garbo. Es curioso, no obstante, que ninguno de mis amigos haya reparado jamás en mis uñas, considerándolas perfectamente naturales, plantadas ahí al azar, como por el viento que transporta semillas y del que nadie habla".
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