-Salir a la calle cuando llueve y descubrir que me he dejado el paraguas.
-Que la cajera me diga la cuenta y yo todavía ande metiendo las cosas en la bolsa de la compra.
-Ver cómo sube la bolsa.
-Que alguien me pida que me haga fan de cualquiera que sea la cosa.
-Las dobles filas de libros en las estanterías.
-El sonido de un globo que explota.
-La palabra 'consensuar' (cada vez que la escucho me dan ganas de disparar al primero que pasa).
-Las listas de cosas que suscitan una irreprimible sensación de molestia.
10 comentarios:
Siempre celebro la existencia de individuos más cabreados que yo. Está muy bien este post.
Gracias, Ibrahím. El cabreo es una cantera monumental de creación. No hay que desaprovecharla.
Un abrazo.
La gente que mastica chicle con la boca abierta.
Desde luego, O., desde luego.
Que me roben mi mini descanso de la jornada laboral para decir: "Con lo cual..."
Ay, Pepa, me temo que muy pronto haya que sacrificar otro minidescanso al Moloch de las optativas.
Llegar a la calle donde cojo el autobus cada mañana a las siete y media y pensar que, en el trayecto que debo recorrer hasta cruzar al otro lado y llegar a la parada, el autobus viene y, antes de que yo llegue, en mis narices, siga sin detenerse.
A veces me ha sucedido y no pasa nada, el autobus pasa cada quince minutos: me da igual cuando pasa. Es solo el hecho de pensar que me puede suceder.
Ahí entramos de lleno en otro nivel, Tropovski: el de las molestias imaginarias, sin correspondencia con el mundo real sino con lo meramente posible. Esas, probablemente, sean las más molestas de todas.
La gente que mira por encima de mi periódico en el metro. O de mi libro. !Cómprate uno, capullo!
Dillinger.
Me molesta que me repitan al final de cada frase un ...me entiendes? o un ...vale? o ...si? ...comprendes?
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